Capítulo II

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–¿Se te ofrece algo?– pregunté sin levantar la vista de los papeles.

Eran las doce del medio día cuando el demonio entró por la puerta de mi oficina, interrumpiendo mi paz.

–Pensé que este lugar sería más ordenado– dijo Damian mirando a su alrededor y acercándose a los tableros de investigación que tenía en las paredes.

–Es un Departamento de Policía, ¿Qué esperabas?

Suspiré dejándome caer por completo en la silla y voltee a verlo, alzando una ceja.

–¿Papi Brucy te dió permiso de salir, Damy?– pregunté con burla.

–No necesito el permiso de nadie– respondió volteando a verme con enojo.

Sonreí con burla y volví a mi papeleo, dejando que vagara por mi oficina mientras terminaba el trabajo.

–Manejas bastante bien este tipo de cosas.

No respondí y seguí leyendo una carpeta que tenía en mano, ignorandolo con la esperanza de que se fuera.

–Está es la situación– dijo Damian sentandose en la silla enfrente de mí y suspiré con aburrimiento –padre no quiso ayudarme, pero conozco de un contacto de Deathstroke aquí en Gotham y si lo encontramos, encontramos a Deathstroke, podríamos eliminarlo del juego, permanentemente– dijo decidido y con maldad.

–Déjame adivinar, ¿Bruce te dijo que no?– pregunté alzando una ceja.

–Él es débil, pero algo me dice que tú no lo eres– dijo mirándome y puse los ojos en blanco antes de volver a la carpeta –Ubu es...

–Ubu, maestro asesino, era el segundo al mando de mayor confianza para Ra's al Ghul y actualmente, mano derecha de Deathstroke– dije interrumpiendolo –sé lo que piensas, no te lo recomiendo cariño.

–¿Cómo sabes todo eso?– preguntó con el ceño fruncido.

Levanté la vista y por un momento, me ví reflejada en él.

Enserio Bruce, tienes severos problemas con los gustos

–Hay muchas cosas que sé– dije apartando la mirada.

–Le debo una muerte a mi abuelo, esto no puede quedar así– dijo enojado –Deathstroke tiene que pagar.

Suspiré profundamente antes de tener el valor de miralo a los ojos y apoyar los codos en el escritorio para juntar mis manos.

–Cuando sea el momento, te darás cuenta que las cosas no son como te han enseñado– dije y él me miró con enojo.

–¡No eres quién para decirme esto! ¡Esto es lo que soy! La Liga de Asesino me criaron y me enseñaron todo, no pienso dejar que hables así– dijo enojado y levantándose de la silla al mismo tiempo que golpeaba con ambas manos el escritorio.

–Cuando tu comportamiento de niño mimado termine, me avisas para hablar civilizadamente– dije mientras escribía en mi libreta.

El diablo permaneció en silencio alrededor de unos segundos antes de sentarse de nuevo para agarrar, sin permiso, mi pantalla digital y utilizarla quien sabe para que cosas.

–No quieres volver a la mansión, ¿Verdad?

–No– lo escuché susurrar en voz baja y suspiré.

–¿Me vas a ayudar o estarás aquí sentado todo el día?– pregunté y él frunció el ceño.

–¿Qué quieres que haga?– preguntó de mala gana.

The Wayne FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora