Renacimiento en un mundo mágico

Capítulo 96

Habiendo completado el Encantamiento Slipstream, de repente me encontré con una abundancia de tiempo libre. Al principio, no estaba muy seguro de dónde enfocar mi atención. Todavía había tanto que quería aprender. A veces sentía que podía pasar toda la vida aprendiendo y aún así no sería suficiente.

Habiendo aprendido Oclumancia, pensé que podría ser el momento de comenzar a enseñarme a mí mismo Legilimancia, pero estaba un poco indeciso al comenzar. El mayor problema con el uso de Legilimancia fue la etapa inicial. A diferencia de Oclumancia, había un encantamiento para un hechizo de legilimancia que podría recuperar en unas pocas semanas si me lo proponía.

El problema con el encantamiento del hechizo Legilimancia es que carece de toda sutileza. Es más una versión de fuerza bruta. El libro que tenía de la biblioteca del heredero comparó el hechizo con abrir la mente de alguien y tratar de obtener conocimiento de una confusión caótica de recuerdos. Por lo que recuerdo del quinto libro, donde el profesor Snape usó el hechizo en Harry. Parece una descripción precisa.

Realmente me gustaría pasar por alto el principio de alguna manera y pasar a la versión sin varita que Dumbledore y Voldemort pueden usar. Pero, el libro también advirtió que realizar Legilimancia sin una varita es incluso más difícil que dominar completamente la Oclumancia.

Estoy seguro de que podría pedir ayuda a mis amigos, pero considerando lo invasivo que es el hechizo, coloco esa opción al final de la lista.

La parte más fría y lógica de mi cerebro sugirió que podía practicar con alguien que no me gustaba y borrar sus recuerdos cuando terminara. Pero no estaba seguro de querer seguir ese camino. La legilimancia era útil, pero abrir con fuerza la mente reacia de alguien para que pudiera aprender una rama oscura de la magia era una línea que no estaba dispuesta a cruzar. Sí, había atravesado la línea con un chantaje. Pero hay una gran diferencia entre chantajear a alguien y meterse en sus mentes.

Ya que no estaba dispuesto a practicar con los desprevenidos, ni quería hacerlo con ninguno de mis amigos. Eso me dejó pocas opciones. Supongo que podría pedirle un consejo al profesor Flitwick o Dumbledore. Pero dudo que estén dispuestos a enseñar magia mental avanzada a un estudiante de tercer año.

Como no tenía una solución, decidí posponer el aprendizaje de Legilimancia por ahora. Después de sopesar todas mis opciones, decidí lanzarme a terminar mis períodos de quinto año. De todos modos, casi he terminado con ellos y debería haberlo hecho en un par de semanas. Tenía muchas ganas de aprender magia de nivel NEWT.

Las siguientes semanas transcurrieron sin que ocurrieran incidentes significativos. Si bien esto no me sorprendió demasiado porque no pasó nada en el primer libro, el incidente del troll me había enseñado de primera mano que el canon estaba cambiando lentamente y que tendría que tener cuidado.

Decido mantener mi éxito con mi hechizo en secreto para mi familia. Quería sorprender a papá con eso cuando fuera a casa para las vacaciones de invierno. Esperaba ver su rostro cuando se diera cuenta de lo rápido que llegaría al Firebolt.

Durante la primera semana de diciembre, finalmente completé todos los hechizos de quinto año y pasé a los libros de texto del próximo año. Después de leer el primer capítulo del Volumen 6 del Libro estándar de hechizos, descubrí en qué dedicaría mi tiempo libre recién descubierto, Hechizos no verbales.

Los hechizos no verbales eran precisamente lo que parecían. Hechizos lanzados sin el encantamiento pronunciado en voz alta. Aún tenías que decir el encantamiento, pero lo dijiste con tu mente en lugar de tu boca.

La mayor ventaja de esto fue que un adversario no tendría ninguna advertencia sobre el tipo de magia que estás a punto de realizar, lo que te da una ventaja de una fracción de segundo. Nunca olvidaré el torneo de duelos profesionales al que me llevó el tío John cuando era más joven. Todos los mejores duelistas utilizaron hechizos no verbales. Ver hechizos lanzados unos a otros con fervor silencioso fue un espectáculo asombroso.