15. Nuestra magia si existió.

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Para la mañana siguiente la mayoría de los sentimientos que había experimentado la noche anterior ya estaban disueltos.

Con decisión salió al amanecer para entrenar, pero también para descansar de la larga letanía del pelinegro, quien había pasado la mayor parte de la noche despierto pensando en puras estupideces.

No intervino en ningún momento, pero no fue por falta de argumentos.

El estaba confundido, pero no lo juzgaba, él también lo había estado durante mucho tiempo hasta que finalmente entendió la naturaleza de su relación. Solo esperaba que Jungkook estuviera consciente que sus razonamientos no lograban confundirlo ni un poco. Desde los celos irracionales hacia Yoongi hasta su apacible felicidad encontrada en la compartición de mente.

En el fresco de la mañana comenzó a trotar disfrutando de la brisa que aclaraba su mente y llenaba de energía su espíritu.

Se sentó en el precipicio de la cascada y comenzó a hacer ejercicios de respiración.

Al menos lo intentó por que el sonido del chapoteo lo distrajo. Un poco más hacia arriba del rio estaban Yoongi con el idiota ese.

Su humor se volvió ácido y no por que estuviera celoso, sino porque el tipo lo había agredido en un claro intento de dejarlo en vergüenza, si no fuera por Jungkook le hubiese dado una buena lección. Esperaba que pronto el chico se enterara quien era él.

Molesto dio la vuelta para regresar a la ciudadela, pero el silencio que sucedió de repente le hizo regresar curioso. Se asomó entre los arbustos para ver que sucedía pero se arrepintió casi en el instante en que se dio cuenta de la escena tan asquerosamente romántica.

Se estaban besando.

No creía que presenciar aquello lo hiciera sentir tan extraño, por no decir celoso, y no, no por que siguiera guardando sentimientos hacia el líder, si no, por la entrega total de ambos, observó con detalle como los brazos se enredaron en el cuello del líder quien a su vez apresaba su cintura.

Había ciertos aspectos que él había dejado olvidados dentro de un pozo oscuro, pero que aún existían dentro de él. Jimin ya sabía que no había ninguna posibilidad de experimentar aquello, pero ver aquella escena tan cercana golpeó algo muy dentro de él donde esa emoción estaba escondida y la revivió en forma de recuerdo.

Habían viajado al menos por una hora antes de encontrar aquel refugio en las afueras de la ciudad. Jimin estaba en calidad de preso por aquellos dos extraños chicos.

- Tú eres mi destinado – le había dicho el pelinegro tomándolo de la mano con firmeza para meterse a aquella cabaña deshabitada, dejándolo muy cerca de él, Jimin apenas respiraba ante el impacto de aquella cercanía. La mirada tan oscura de su contrario lo había dejado prendado. Recordaba sentir la electricidad recorrer su cuerpo y las palmas de sus manos comenzaron a calentarse.

Jungkook era el chico con el que había soñado desde que tenía memoria, el mismo chico que sonreía de lado mientras que él llorando se envolvía en fuego pidiéndole ayuda pero el jamás mostraba piedad, siempre con aquella sonrisa extraña llena de satisfacción, la misma pesadilla se repetía una y otra vez. Esa era la razón por la cual Jimin le tenía miedo al fuego, estaba seguro de que aquella era una premonición de su muerte.

Ahora lo tenia frente a él tomando su mano, entonces Jimin sabía que ese día moriría.

Por increíble que pareciera el fuego nació de su mano libre creciendo en una llama azul que trepó a través de su brazo. El pánico no se hizo esperar, gritó moviendo la mano intensamente en un intento de apagar el fuego de su mano, pero de nada servía.

El Dios del Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora