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7 de enero

Después del incidente de ayer, Caesar se quedó pensando en quién iba dirigida la carta.
Claramente se notaba que iba dirigida a alguna chica rubia, la cual probablemente sus padres prohibían ver.
Se puso a pensar la razón de porque decía que su amor era Prohibido, tal vez los padres de la chica lo veían cómo una mala influencia, no le sorprendería.
O tal vez es demasiado jóven... No, Joseph no era de esas personas que se metían con menores.
¿Y si... Son familia? Definitivamente no.
Caesar se negaba a pensar que Joseph saldría con su prima o hermana, pero con lo raro que son los Ingleses no le sorprendería.

Quería ayudar a su amigo a encontrar su amor, así que Caesar se dispuso a pasar más tiempo con él.
Supuso que desarrollar más la amistad que tenían no haría mal.

A Caesar nunca le pasaría por la cabeza el hecho de que la carta iba dirigida hacía él, no tenía la imágen de Joseph como un “maricón” -Según él-

Caesar era de esas personas extremadamente católicas , por lo tanto, también era muy homofóbico y machista.
Nunca en la vida se le ha pasado por su cabeza algún pensamiento atrevido o  — Según su punto de vista— pecador.
Las conductas claramente homosexuales para él eran una simple muestra de amistad.

Su cerebro ni siquiera tomaba como opción el hecho de que pudiera haber una posibilidad de que ese acto fuera homoerótico.

Estaba tan obsesionado con el catolicismo a tal punto que le cegaba las cosas cómo eran.
Según el, la palabra de Dios lo era todo, si se tenía que juzgar, se tiene que juzgar, si se tiene que golpear, se tiene que golpear, si se tiene que matar, se tiene que matar.
Nunca se había cuestionado la palabra de Dios, y, probablemente, nunca lo hará.

8 de enero

Finalmente el fin de semana había llegado, era Sábado y la energía se podía sentir en el aire.
El sábado, igualmente entrenaban, pero era simplemente en la mañana, por lo tanto, tenían la tarde libre para descansar.

Joseph estaba en su cuarto, arreglando algunas cosas ; Doblando su ropa, haciendo su cama, limpiando el cuarto y sacando la basura.
Al sacar la basura, inmediatamente recordó el poema que había tirado ahí.
¿Que había pensado?
Era horrible para hacer poemas.

En fin, ya lo había hecho y simplemente no resultó.
Había pasado por un momento de vergüenza, pero, fue un lindo momento, la manera en que le habló, y le tocó...
Le gustó, demasiado.

El momento de reflexión de Joseph fue interrumpido por el sonido de una puerta rechinar al abrirse.

—Caesar.. ¿Pasa algo?- preguntó inquieto el castaño.

—Hola Joseph, perdón por entrar así de repente..— soltó una dulce carcajada mientras miraba hacía abajo y se rascaba el cuello. — Quería invitarte a algo, ya sabes..

Joseph estaba soprendido ¿Acaso se le estaba declarando? No, no quería sacar conclusiones rápidas, pero no podía evitar hacerse ilusiones.

—Pensaba en invitarte a un restaurante, así cómo una cita...

Pareciera cómo si Joseph fuera inexpresivo, pero por dentro saltaba cómo un niño pequeño de la emoción.
¿Caesar quería ir a una cita con él?
Ésto era claramente una muestra de amor.

Si quieres te puedo dar consejos de amor, te ayudaré a conquistar a la chica que quieres. - Caesar lo miró a los ojos, con unos ojos brillantes y una emcantadora sonrisa.

Joseph estaba palmado en su cara, hermosa cara. Sólo quería besarlo.
Que ojos tan bonitos tenía, esa bella sonrisa y esos labios tan rosas, y ese cabello tan suave y esponjoso.
Había olvidado por completo lo que le había dicho, simplemente estaba admirandolo secretamente.

—Y... ¿Que dices Joseph? ¿Aceptas ir o no?

El castaño resaltó, estaba sonrojado.
No quiso decir nada, simplemente asintió .

—Haha, se ve desde lejos que estás enamorado, Joseph...— Se acercó para acariciar su pelo mientras lo miraba.

—Caesar... - Joseph lo miró atentamente, moría por besar sus labios, la vista que tenía sobre él era hermosa, se veía tan bonito...
Estaba tan atento a las facciones de su cara que no se dio cuenta que había hablando en voz alta.

Hubo un silencio entre los dos, un incómodo silencio.
Caesar paró de acariciarlo por un tiempo, y lo miró sorprendido y con una cara de repugnancia.

Joseph se asustó, todo el momento lo había arruinado por una simple palabra.
Se sentía terrible, asqueroso, Caesar lo estaba mirando con desprecio...

Caesar....yo...- Joseph fue interrumpido por la escandalosa risa de Caesar.
Estaba sorprendido, no pensó que iba a reaccionar de esa forma.

—HAHAHA - Reía mientras se secaba las lágrimas— ¡Pareciamos maricones! HAHAHA.

Joseph le siguió el ritmo, con una risa un tanto incómoda.

—Bueno, entonces, nos vemos hoy a las 8:30 En el restaurante "Farfalla"?

—Oh, claro, estaré esperando con ansias.—Contestó el castaño con una sonrisa de oreja a oreja.

—Muy bien.. — El rubio se levantó y se dirigió a la puerta— Te estaré esperando, no me decepciones amore~ —Soltó una carcajada y salió, con un murmullo que pareciece decir " malditos maricones".

Joseph tenía una mezcla de emociones, por un lado, cenaría con la persona que ama, pero por otro, su amado es un homofóbico.
El último comentario que lanzó lo dejó preocupado, Pero optó por ser optimista, tal vez es así porque así lo criaron.

A pesar de ser optimista, no pudo evitar sentirse un fracaso, Caesar nunca gustará de él...
¿Acaso me odia?
Una lágrima amenazaba con salir.

No, debía ser fuerte, no debía llorar.
Empezó a pensar en todo lo lindo que había hecho Caesar por él, era obvio que no lo odiaba.

Tenía una mezcla inexplicable de sentimientos; Amor, Tristeza, rabia, miedo.
Era algo que no podía explicar.
El amor que sentía por Caesar era algo así.
Tenía ganas de abrazarlo, consentirlo, besarlo, acariciarlo.
Quería pasar su vida junto a él.

Al fin y al cabo, cenaría con él ésta noche, así que se tenía que arreglar.
No ganaba nada si se queda a pensar más.

"Hoy, tal vez tenga la oportunidad de besarte, Querido."

Larvas En El EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora