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8 de enero

Eran cerca de las 18:30, Joseph ya se estaba alistando para la cita.
Joseph no era una persona de prepararse tanto para un evento, pero el hecho de que fuera con la persona la cual amaba, lo ponía bastante nervioso.
El castaño se preparaba tanto Física cómo Mentalmente ; se arreglaba el pelo, ordenaba su corbata, se acomodaba la camisa.
También se imaginaba escenarios incómodos y que haría en esos casos.
Que temas de conversación hablar, en que tono hablará, etc.

Sí que se estaba preparando, era un evento especial y no quería que fallara.
Mientras se miraba a un espejo, preguntas pasaban por su cabeza.

" ¿Le gustará como me veo?"
"¿ Me juzgará por alistarme tanto para una cita con un hombre?"
"¿Tendré oportunidad de besarlo?"

Lo último era lo que más anhelaba, besar esos suaves y rojos labios, tener la oportunidad de besarlos.
Estaba muy emocionado, quería pasar un buen momento con él, hacerlo reír y poder verlo por más tiempo.

Vestía de una camisa blanca, corbata y pantalón negro, pensó por un momento en ponerse algo de labial, pero descartó la idea de inmediato.

Al terminar de arreglarse, simplemente tuvo que sentarse a esperar que Caesar estuviera listo también.

Caesar se estaba alistando, pensó que se vería más profesional si se pusiera una corbata.
Estaba peinando su cabello, se le desenredaba muy rápido.
Por un momento, pasó por su cabeza le hecho de que tener una cita con su mejor amigo lo haría ver cómo un maricón.
Ésto le dejó pensando un poco.
Él no era un marica ¿O si?
Era imposible que lo fuera, salía con ls chicas más bonitas del mundo.
No quería decir que Joseph era feo, de lo contrario, era un hombre bastante lindo, su personalidad era torpe, pero era algo que le gustaba de él.
Sus ojos eran cómo un lago cristalino, sus labios eran carnosos, y con un toque rosado.
Obviamente ésto lo decía de forma no homosexual, Caesar no es un marica.

Se acercaba las 8 de la noche, Caesar y Joseph decidieron irse juntos.
Era una fría noche de invierno, así que decidieron irse bastante abrigados.

—Y... Bueno, ¿Quién es la chica afortunada, Jojo?- preguntó Caesar para romper el silencio.

—Haha, Caesar, ni siquiera llegamos al restaurant y ya quieres saberlo, espera a que llegemos. - decía entre risas el castaño, estaba muy nervioso, pero a la vez feliz de estár con Caesar.

—Perdón, no podía con la curiosidad- El rubio lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja, pasar el tiempo con Joseph era algo muy agradable para él.

Faltaba poco para llegar al restaurante, para matar el tiempo decidieron conversar de cualquier tema.
Estaban pasando un buen rato, habían risas, carcajadas, caídas, etc.

Finalmente llegaron, eligieron una mesa y sólo tenían que esperar a que el mesero viniera.

—Jojo, ¿Que vas a pedir?- Preguntaba el rubio mientras lo miraba fijamente.

—Yo creo que tomaré unos tallarines con salsa de calamar, ya los he probado antes y me gustaron bastante..

—HAHAHA, ¿¡Te refieres a aquella vez que por poco molias a golpes al pobre mesero!?

—¡No era mi culpa! Parecía petróleo...- había dicho Joseph con una mirada de vergüenza y una gran sonrisa, pasar el tiempo con Caesar valía la pena- ¿Y tú, que vas a pedir?

—Yo creo que comeré un spaghetti con pesto - mientras le respondía, apuntaba con su dedo al menú, dónde aparecía la opción que estaba diciendo.

Larvas En El EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora