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No sé que pensar, realmente no quiero pensar.

No nos podemos mirar a los ojos, nuestra vergüenza cega nuestra vista.
Siento como Jojo me mira durante el entrenamiento y desvía su mirada a penas la mía choca contra la suya.

Sus cachetes se sonrojan cuando lo miro, y entrelaza sus dedos nervioso.

Nos hemos evitado durante todo el día.

¿Esto seguirá por siempre?
¿La vergüenza nos matará antes de que podamos siquiera compartir miradas?

Ya es de noche, la noche es como un lienzo azul con pinceladas blancas que decoran el cielo.
Ambos estamos en la misma habitación, pero en la habitación no hay nada más que silencio.
En estos momentos, cuando no hay mada más que decirnos, lo único que habla es el silencio.

Pero, ¿Por qué es que nos avergonzamos de mirarnos?
Tomé valor y me senté a su lado.

—¿Qué es lo que pasa?

Joseph me miró inocentemente, en su mirada podía observar la vergüenza asomada.

—No lo sé... Siento que me juzgas.

—¿Juzgarte? ¿Por qué debería de hacer eso?

—No lo sé... ¿Tú religión?

Esas palabras me comieron la boca. Esto es lo que no quería pensar.
No quería llegar a este punto, realmente es difícil para mí.

Ojalá que olvidarme de esto fuera tan fácil, cortar con una cuchilla todos los resentimientos que tengo.
¿Por qué me siento tan observado?

Y es todos los días lo mismo, pero me callo para no dañar a nadie.
El sentimiento de que alguien me juzga, sea quién sea, atormenta y asesina mi tranquilidad.

Sólo quiero sentir el amor de mi padre.
Es lo único que quiero, saber que realmente me quiso. Saber que me abandonó por defenderme y no porque no me quería.
Quiero sentir, necesito sentir el amor de un padre.
Mi corazón se estruja y siento cuchillas clavarse en mi piel cada vez que pienso en mi padre o Dios.
¿Por qué es tan cruel¿ ¿Por qué si supuestamente me ama me tortura de esta manera?
Mi cabeza se está llenando de nudos que no puedo desatar y ruidos que no puedo silenciar.

Odio esto, odio saber que mi amor será torturado por la eternidad.









La mirada del rubio no podía mentir, por más que lo intentara, sus ojos eran transparentes como una ventana.
En aquellos ojos que tiritaban, aquellos ojos que reflejaban la tristeza y decepción de uno mismo.

El odio a su amor.

El silencio tomó la palabra en la habitación.
Caesar sólo cubrió su cara con las manos, tratando de ocultar la verdad.

—Lo siento...

Se pudo escuchar entre sollozos y tristes murmuros.
Un intento desesperado de arreglar todo.

—Créeme, hago todo lo que puedo, pero...— su voz comenzaba a romperse a medida que hablaba— ¡No sé como olvidar todo! Me encantaría, en serio , pero tan solo imaginarme que... Mi padre... ¡No lo sé!

En un arrebato, el cuerpo de Caesar, sediento por una pizca de afecto, abrazó a Joseph.
Su espalda parecía quedar sin piel cuando sus uñas se enterraban en su espalda.

Para Joseph, escuchar los lamentos de Caesar era como una manada de cuchillas apuñalandolo.
Sus manos tiritantes no sabían que hacer.

—Caesar... Tú sabes perfectamente que esos recuerdos nunca se irán.

Lentamente sus tensas manos se calmaron, y levantó su cabeza para mirarlo a los ojos.

— Sé que será difícil, pero no tienes que hacerlo sólo. Si tu padre realmente te amaba, te aceptará.

Caesar se limpió la cara, arrancando así su tristeza.

—Pero... ¿Y si no me amaba?

El rubio lo miró exigiendo una respuesta.

—Tal vez, nunca me amó. Tal vez el sólo quería una excusa para dejarme sólo y...

No pudo terminar sus lamentos cuando fue interrumpido por el grito del castaño.

—¿Por qué entonces te preocuparías de la validación de alguien que no le importas? Me tienes a mi, tienes a la maestra y tienes a un montón de gente que te quiere a parte de él. Sé que es alguien importante para ti, Caesar, pero si sigues sobrepensando todo esto no harás nada más que dañarte.

Sus ojos se abrieron como platos, no lo había pensado nunca de esa manera.
Tanto tiempo sufriendo por una estupidez.
Sentía como sí se hubiera liberado, como si la cadena que lo amarraba al suelo se volviera liviana.

¿De qué sirve aferrarse a la idea que tienen de uno mismo los demás, cuando puedo construir la mía?
¿Y qué importa si mi idea es mala? Tengo a amigos que me apoyan y me ayudarán con eso.

Caesar agarró las mejillas del castaño y lo besó.
Un beso largo, inocente y puro.
Un beso de agradecimiento.
Aquel gesto compartía una variedad de emociones, sentimientos y recuerdos.

El rubio lo agarró de los hombros y le dijo.

—Jojo, eres el mejor. No puedo describir con palabras ni gestos cuánto te amo.

Una sonrisa decoró la cara del castaño y lo abrazó fuertemente.
Su cara se inundó de besos y su corazón de alegría.

—Yo también te amo.










///Genteee, muchas gracias x el apoyo aaaa
En serio, no sé en que momento pasó pero estoy muy agradecido :33

Me encantaría que también le dieran apoyo a la historia que tengo de shobio.

Eso es todo, que pasen buena noche ♡

Larvas En El EstómagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora