Capítulo 3: Pintura

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Cuando por fin acabó la clase, el profesor Brown ya tenía el apodo de Turbo. Terminamos de recoger los libros y libretas y salimos al pasillo concurrido, con la mano adolorida de copiar tan rápido, pera tener la última clase.
_ ¿Qué clase queda, Ted? – le pregunto tratando de esquivar a unos chicos de último año que corren por el pasillo como locos.
_ Arte y Pintura.
_ ¿En qué momento nos anotamos en nuestro horario Arte y Pintura?
_ Eeee…Bueno…yo lo anoté cuando no vías…- me dijo sonrojándose un poco.
_ No me gusta pintar.
_ Bueno, pero, vamos a ganar puntos por eso, no sé de qué de quejas… Aquí es- contestó parándose frente a una puerta de madera destartalada.
Jaló la manija y de inmediato un olor a incienso fuerte nos golpeó la nariz, el salón de clases era más pequeño que los demás, con las ventanas cubiertas por cortinas de estampados, se escuchaba música de fondo, en el centro del salón había un circulo de caballetes con viejos sillones para sentarse. La clase estaba llena de alumnos ocupando su puesto tras en caballete, vestidos con delantales bordados y medio mareados por el olor. Le lancé una mirada con los ojos entrecerrados a Ted, pero solo articulo Lo siento sin hacer ruido, pero una voz nos sobresaltó de repente.
_ Pacen queridos, pacen, los estábamos esperando, Ted y Andy. Dejen las mochilas por allí y cojan un delantal, quítense las chaquetas y arremánguense la camisa, únanse- nos dijo la voz chillona.
La voz provenía de una mujer alta y muy delgada, que traía puesto un pantalón negro con las botas extremadamente anchas que le tapaban los pies y manchados con salpicaduras de pintura, una camisa manga larga arremangada con estampado de colores, el cabello de color chocolate y desgreñado lo tenía sujeto sobre la cabeza con un pincel, en las orejas llevaba aretes de plumas y cuencas de colores, y en el flaco cuello distintos colleres coloridos y de diferentes largos. Ted dejo caer su mochila a un lado, yo lo seguí, nos sacamos las chaquetas y las dejamos en el perchero, nos arremangamos las camisas hasta los codos y nos pusimos unos viejo delantales manchados de pintura y que olían a humedad e incienso, como el resto de la sala.
Nos sentamos juntos en dos sillones acolchados que quedaban en el círculo, con el caballete en frente y un lienzo en blanco, en el medio del circulo había una mesa circular con pinturas, acuarelas y pincelas de distintos tamaños. Repaso el circulo con la mirada, la mayoría ya los he visto en otras clases, pero hay quienes no conozco en absoluto, hasta que m e doy cuenta quien está sentado a mi otro lado, la chica Elizabeth o la chica fantasma, como sea, tiene la vista perdida en la mesa de en medio y la espalda recta, el cabello, casi blanco, le cae por los hombros en los rizos desordenados, el relicario dorado brilla sobre su pecho y juega con sus finos dedos y las uñas largas. Me estremezco a pensar que tal vez la versión de mi sueño y ella son las mismas, por suerte la profesora se pasa en medio del circulo y abre las manos llenas de pintura hacia nosotros.
_ Bienvenidos queridos, yo soy la profesora Thomas, como ya saben mi materia es Arte y Pintura, el maravilloso mundo de la expresión lírica. Primero, quiero que sepan que pintar, no es solo plasmar en una hoja en blanco, el arte es algo visceral, que viene desde dentro de cada uno, tan único como hermoso. El día de hoy vamos a hacer un cuadro pintado, quiero que dibujen lo que más les gusta, un lugar feliz, un paraje de paz para ustedes, no necesariamente tiene que ser un lugar, también una cosa o incluso algo que venga desde su mente, ese rincón donde se sienten bien. Adelante, aquí tienen sus implementos, siéntanse libres y exprésense.
La profesora se hizo a un lado señalando con las manos la mesa, todo el mundo se levantó y comenzó a tomar una paleta para mezclar, una tableta de acuarelas con colores básicos y pinceles. Le verdad es que cuando mojé el pincel y lo detuve paseando por los colores, no tenía ni idea de que iba a pintar. Solté un suspiro y bajé el pincel, cerré los ojos y rebusqué en mi mente. A ver, mi antigua escuela no fue nunca un blanco de felicidad, nunca he viajado a ningún lugar, solo… solo me gustan dos cosas, el pequeño campo que había tras de la vieja casa de mi abuela donde me solía sentar entre la maleza larga y escuchaba la brisa zumbar, y el desván de la casa donde duraba horas hablando con el niño, me sentía en paz hay… y mi vida ha sido rara, yo soy raro, no me importa que me pregunten porque estoy pintando un fantasma.
Así que abrí los ojos y empecé a pintan en el lienzo en blanco.
Poco después de media hora o algo así, la mayoría de los cuadros iban adquiriendo forma. El mío no tenía sentido en realidad, pero me gustaba, en el aparecía yo sentado de espaldas en el medio del cuadro, la mitad derecha era el campo con largos montaras cales y el cielo azul, y la mitad izquierda era una réplica lo mejor parecida del desván, donde salía frente a mí el niño sonriente exactamente como lo recordaba, de color gris perlado y medio borroso gracias a un efecto que utilicé mojando el pincel y pasándolo sobre la pintura fresca, estaba quedando mejor de lo que esperaba.
Ted estaba dibujando un gato negro y peludo sentado en una ventana que dada a un patío. Desde el comienzo de la clase no había vuelto a ver a la chica de mi lado, no me atreví, pero me daba curiosidad saber que estaba pintando, por lo que voltee los ojos dejando la cara frente a mi pintura, viendo hacia el lado disimuladamente, era un paisaje, la pintura me hizo soltar un jadeo, era el bosque en el que se había recreado mi sueño, todo a la medida exacta; la hojarasca, el árbol en el cual yo, en mi sueño, estaba parado a su lado, solo había algo diferente, se veía el cielo oscuro perfectamente estrellado. Cada vez estoy más confundido con esto, no sé significa.
La profesora Thomas, que ha estado rondando alrededor dándole ayuda y consejos para pintar a los que los necesitaban, se separó del circulo de caballetes y se volvió a parar en el medio junta a la mesa casi vacía, y esperó unos minutos más viendo alrededor.
_ Bien mis niños, he visto sus pinturas y creo que ya están listas, no necesitan tantos detalles por ahora, solo la imagen general, quiero decir que me han dejado impresionada. Pueden bajar los pinceles, eso es, ahora cada uno nos va a explicar que fue lo que han hacho en sus pinturas. Comencemos contigo Helena, levántate y dinos que dibujaste cariño.
Le chica con cabello corto que estaba a tres caballetes de distancia del mío se levantó y volteo su pintura, una perfecta playa y las olas.
_ Me gusta mucho la playa, el sonido de las olas es muy relajante y me gusta sentar la arena en los pies- luego colocó de nuevo la pintura en el caballete y se sentó.
_ Bien, bien. Ahora George, dinos querido.
El chico con cabello casi al rape, mostró la pintura de una montaña y dijo que le gustaba escalar. Luego siguió una chica pelirroja llamada Alana, que mostró el dibujo de un conejo y dijo que tenía una granja de conejos y que le gustaba cuidar de ellos.
_ Muy adorable querida, sigues tú Ted- dijo la profesora sonriendo.
Ted le levanto de un salto, igual de feliz que siempre, y con la cara llena de manchas de pintura, tomo su cuadro y lo volteó, apareciendo el gato gordo y rechoncho.
_ Él es Black, el gato de mi familia que lleva más o menos quince años con nosotros. Siempre me ha gustado sentarme en el alfeizar de la ventana de mi habitación con Black en el regazo y acariciarlo, cuando ronronea es tranquilizador- le sonrió al gato de la pintura y volvió a colocarla en su lugar sentándose.
_ Bueno, tenemos un amante de los gatos, muy lindo. Ahora ¿Andy? - dijo la profesora mirándome directamente y sonriendo.
Yo suspiré lentamente y me levanté, tomé la pintura y la volteé, todo el mundo se hecho hacia adelante para poder verla. Tomé aire y hablé.
_ Bueno… Siempre me ha gustado el campo que había tras mi vieja casa, y… he, me gustaba pasar tiempo en el desván de mi antigua casa, era silencioso, en paz- luego baje la pintura, ya casi la iba a poner en su lugar, cuando la profesora me interrumpió.
_ Cariño, ¿Y ese pequeño niño de la pintura quien es, corazón? – me pregunto señalando con el dedo a mi pintura.
_ Eeeee…yo…yo- no sabía que decir, ¿le digo la verdad?, miente, me dijo una voz en lo profundo de mi cerebro, que no reconocí como mía – Yo, bueno era un, eh, amigo imaginario que tenía de pequeño y…
Pero una risita se escuchó y paré de hablar, todos se voltearon y miraron de dónde provenía la risa, era George, el chico de cabello rapado, que se tapaba la boca con una mano.
_ ¿Qué te perece tan gracioso? ¿Eh? - le pregunte con tono borde.
Se quitó la mano de la boca y me miró con los ojos desorbitados, pero no respondió.
_ Me crees estúpido ¿ah? - le volví a preguntar elevando un poco más la voz.
_ No tienes porqué meterte con el solo porque dibujó a su amigo imaginario de la niñez, todos lo tuvimos uno, yo tuve uno- le dijo Ted duramente.
_Sí, no fue lindo, George- dijo la chica de pelo corto, Helena, con la cara seria.
_ Chicos, por favor- intervino la profesora a fin, miro a George y a mí, luego a Ted y Helena- George, eso no estuvo bien, no puedes reírte de la gente solo por eso. Tranquilos todos, vamos a continuar.
George se enfurruño en su sillón, mirando fijamente al suelo.
_ Todos los sin padres son raros…- mamulló por lo bajo, pero ya que la sala estaba en silencio.
Lo oí perfectamente y de pronto no pude aguantarlo, me levanté de un solo tirón sintiendo que mis mejillas se calentaban cada vez más.
_ ¡¿Crees que soy raro porque mis padres murieron?! ¡¿Soy raro por eso?!- exploté de inmediato, él también se levantó y caminó a zancadas hacia mí.
_ Sí, ¿y qué?, rarito…- me dijo casi en la cara, ya yo estaba preparado para lanzarme contra él, pero un voz delicada y musical resonó de pronto.
_ Yo también soy huérfana, no sabes lo que dices. No sabes que se siente- dijo Elizabeth levantando la vista hacia mí.
_ ¡Ya basta! –gritó la profesora interviniendo- ¡George! ¡Al despacho de la Directora!
George lanzó una última mirada de la profesora a mí, se desató el delantal y lo dejo en el sillón, camino a zancadas a la puerta tomando en la chaqueta y le mochila en el camino, salí de un portazo del aula.
_Por favor siéntense, continuemos con la actividad- dijo la profesora apretándose el puente de la nariz con los dedos, luego pasó a mi lado y me acarició la espalda con la mano en círculos, solté todo el aire que había contenido y me dejé caer en el sillón.
Miré a Elizabeth, que también me miraba, inclinó la cabeza a un lado y me dio una sonrisa dulce, como cuando me miraba en el sueño, luego posó la vista en la profesora.
_Bien, continua Elizabeth, cariño- dijo la profesora suavemente.
Ella asintió con la cabeza y la levantó, tomando su pintura y girándola, con un solo movimiento elegante, sus zapatos resonaron en el suelo de madera cuando dio dos pasos al lado, ya que tenían tacón.
_ Me gusta el bosque, en la noche todo es más vivido y bonito a la luz de la luna, y me gustan las estrellas, son mágicas, siempre están hay- dijo con tono soñador.
Todo el mundo se quedó en silencio cuando volvió a colocar su pintura en el caballete y se sentó, igualmente con la espalda recta, la mirada perdida en la pared de enfrente y las manos entrelazadas en el regazo.
Todos quedamos confundidos.

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Con amor, para tú 🌹

Garden -El punto entre la vida y la muerte- [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora