Capítulo 17: Muerte a Sangre Fría

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Antes de que me diera cuanta, una silueta salió de entre los arbustos y se tiró contra la Elizabeth del recuerdo. Con susto, solté la mano de Elizabeth y caminé hacia el telescopio, que era lo único que podía ver.

Entonces los vi, un hombre se cernía sobre Elizabeth y le tapaba la boca con la mano mientras ella trataba de gritar y se contorsionaba tratando de escapar.

El hombre levantó la mano hacia arriba, vi algo en su mano. Dejó caer la mano hacia la cabeza de Elizabeth. Ella soltó un grito y calló en la yerba sin sentido, vi que el hombre soltó lo que había utilizado para golpearla, era una roca enorme.

_ ¡No! - grité, pero recordé que no podían oírme.

El hombre vio un momento el cuerpo inmóvil de Elizabeth en el suelo. Luego, así como así, la tomo del largo cabello que se arremolinaba alrededor de su cabeza y empezó a jalarla, llevándosela con él como si fuera un saco en vez de una persona.

Mi corazón latía a mil por hora. Corrí tras de ellos, viendo como el hombre la arrastraba consigo hasta más allá del bosque, donde empezaba la espesura. Elizabeth gimió, todavía sin abrir los ojos. Solo quería gritarle o lanzarle lo más cercano que tuviera al hombre, pero no le haría nada, era solo un recuerdo.

Por fin se detuvo y tiro a Elizabeth al pie de un árbol, pude ver como un gran moretón aparecía donde había golpeado la piedra en su cabeza, un hilo de sangre corría del hasta un lado de su pálida mejilla. Su camisón estaba sucio y raspado, y sus brazos ahora tenían cortes por las piedras del suelo al arrastrarla.

Miré al hombre, este se plantó frente a ella y se agachó, entonces le dio una bofetada, lo que la hizo reaccionar y despertar de un grito adolorido.

Ella se llevó la mano a la mejilla con miedo, miró hacia el hombre.

_ ¿Quién es usted? ¿Qué quiere? - dijo temblando.

El hombre no respondió, solo se limitó a darle una patada en el estómago. Ella aulló de dolor. Mi corazón se arrugó cuando oí su grito.

Él volvió a golpearla en la mejilla, pero esta vez con el puño cerrado y tan fuerte que resonó en el bosque.

Los golpes siguieron, nunca se detenía, mi estómago estaba revuelto y sentía ganas de llorar. Me tapé los oídos, no quería seguir escuchando sus gritos de dolor. Hasta que por un momento paró. Abrí los ojos y me destapé los oídos, ni siquiera me había dado cuenta que había cerrado los ojos.

Ella estaba tirada completamente en el suelo, tenía el rostro hinchado y cubierto de sangre, y también varias partes de sus brazos y su cuerpo, la sangre manchaba el camisón blanco ahora. Ya no gritaba, solo lloraba y jadeaba tratando de respirar, sus ojos estaban casi cerrados y no miraban a ningún lugar.

El hombre estaba parado junto a ella, con los nudillos y las botas manchados de sangre, la sangre de Elizabeth.

La tomó del cuello con las dos manos y la levantó estampándola contra el tronco del árbol. Ella hizo un esfuerzo por quitarse las manos del cuello, pero los dedos le temblaban, su cara se estaba poniendo azul, no podía respirar.

Entonces el hombre sacó algo de su bolsillo y lo extendió, vi el brillo. Era una navaja. La llevó a su cuello y sin tarugos cortó donde sabía que quedaba la arterial, ella abrió mucho los ojos y trató de parar el manantial de sangre que ahora corría por su cuello, el hombre la soltó y la dejó caer en el suelo, se sacudió la mano, de la cual saltaron unas gotas de sangre.

Vi como Elizabeth calló sentada en el suelo con la espalda apoyada en el árbol, vi como trataba de respirar profundo mientras la sangre fluía libremente por su cuello hacia su pecho y manchaba de rojo oscuro todo su camisón, vi como dio un último respiro y se quedó inmóvil con los ojos grises abiertos y desenfocados, vi como su antes hermoso rostro moría lentamente.

No podía apartar la vista, estaba horrorizado. El hombre se agachó a un lado de ella, la tomó de la barbilla suavemente, como si no la hubiera asesinado a sangre fría hace unos segundos.

_ Esto es por haber matado al amor de mi vida, bastarda- dijo roncamente, pero sin tono de estar afectado por lo que hizo.

Se levantó, sacudió su ropa y se perdió por el bosque.

Vi la escena que había dejado atrás. Elizabeth, ahora inmóvil, ensangrentada y pálida. Un gran charco de sangre se creó a su alrededor.

Entonces, Elizabeth, no la del recuerdo, apareció caminando lentamente a mi lado, con su vestido blanco y los ojos fijos en la versión de ella misma muerta.

Me acerqué a ella, y sin pensármelo dos veces, la abrasé. Ella también me devolvió el abrazo. Me aferré a ella, no quería soltarla, enterré mi cara en su cabello.

¿Cómo alguien era capaz de hacer algo tan inhumano como matar a una chica tan inocente y hermosa como ella? ¿Cómo podían arrebatarle tan brutamente la vida a alguien que merecía vivir para siempre?

_ ¿Quién era...? – le pregunté con la voz débil.

No fui capaz de llamar al tipo "hombre", eso no era ser humano.

_ Mi padre- respondió ella, amortiguando la voz contra mi cuello.

Me separé de ella de golpe y la tomé de los hombros.

_ ¿Qué?

_Era mi padre- continuó, mirándome a los ojos- Después de la muerte, uno se entera de muchas cosas que no sabías. Me enteré que mi padre nunca estuvo de acuerdo con el embarazo de mi madre, aun así, la amaba. Cuando se enteró de que mi madre había muerto, no quiso responder por mí. Insistía en que yo había asesinado a su esposa, que yo la había matado. Por eso me crie en un orfanato. Él juro vengarse algún día. Se encerró en sí mismo, tanto que se volvió demente, supe que lo habían trasladado a un hospital spiciquiatrico, el cual quedaba con anterioridad en el pueblo.

Me quedé petrificado.

_ No tengo ni idea de cómo escapó del hospital, eso era como una fortaleza, ni mucho menos sé cómo se las apañó para encontrar el camino por el bosque hasta Garden sin ser encontrado por los buscadores del hospital. Pero... dicen que la ira y la venganza bastan para alimentar a un hombre. Me encontró, he hizo lo que estuvo rondando en su cabeza durante todos esos años y lo estuvo volviendo loco... se cobró la deuda, me hizo lo que yo le hice a mi madre... matarla.

Mi mente no encontraba procesar como un padre podría hacerle eso a su hija.

_Tu no fuiste la culpable de la muerte de tu madre, Elizabeth- le dije firmemente, apreté un poco más mi agarre en sus hombros.

_Ya lo sé...-me aseguró.

La volví a abrazar.

_Tengo... tengo que continuar de contar todo- me recordó en voz baja y rota.

_No tienes que hacerlo si no quieres...- comencé, otra vez ocultando la cara entre sus rizos.

_ Andy...

_... no creo que sea capaz de ver...-continué.

_Andy- me cortó-, recuerda que fuiste tú el que me pidió que lo contara, quiero que lo sepas todo, no quiero que sientas inseguridad hacia lo que soy. Esto es solo un recuerdo, el hecho de que lo veas ahora no significa que cambie nada, estoy muerta, eso no va a cambiar.

Suspiré, era cierto. Me despegué de su abrazo y me giré con los ojos cerrados, busqué su mano de nuevo, ella me la cogió y entrelazó nuestros dedos, se acercó a mí y apoyó la cabeza en mi hombro.

Abrí los ojos de nuevo.



---Sin editar---

Garden -El punto entre la vida y la muerte- [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora