Capítulo N°10: Recuerdos

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Evans: Todos aquellos recuerdos que algún día fueron promesas, se desvanecieron con el tiempo. Ya han pasado varios días desde la última vez que hablé con Eva. Tan solo busco la manera de olvidarme de su sonrisa. En su momento, pude ser una persona completamente diferente al estar a su lado y pasar miles de momentos juntos.

Cuando la conocí, me enamoré y fue la culpable de lo que siento. Perdido en su mirada tan atrapante, en aquella ternura de sus ojos al mirarme, su sonrisa bella y cautivadora, lograba en mi interior crear un mundo de fantasías e ilusiones. Luego de terminar cada conversación, nos despedíamos siempre con cariño. Me quedaba junto al móvil tirado en la cama, recordando momentos divertidos para así relajar mi corazón herido.

Escucho a mi madre: "Evans, baja que la cena se enfría." Literalmente no quería bajar. Salgo de mi habitación y digo a mi madre: "No voy a cenar, mamá, muchas gracias." Todos los días me sentía sin ganas de nada, pero sabía que todo se acabaría tarde o temprano.

Salgo de mi casa y me dirijo hacia el garaje, subo a la motocicleta y salgo a dar vueltas. Soy muy prudente y mantengo una velocidad estable cuando conduzco. Esa noche del sábado veo a lo lejos un niño jugando con un balón, quiero detenerme pero me descuido por unos segundos y veo al niño corriendo tras aquel balón. Logro frenar fuerte de repente para evitar un accidente con aquel niño y caigo bruscamente de la motocicleta.

Logro levantarme con algunos rasguños, siento las piernas y los brazos lastimados pero sigo mi camino. Tuve mucha suerte, estaba contento por haber evitado el accidente. Regreso a casa con heridas superficiales y las trato con alcohol y algodón. Horas después, mi madre quiere que vaya al hospital a que me traten de una mejor manera.

"Evans, ¿por qué actúas como si nada te importara?", me pregunta mi madre. "Tienes heridas en el cuerpo y no quieres ir al hospital, ¿qué te pasa, hijo?".

"No es el momento, mamá, lo siento", le respondo.

"Evans, estás diferente y hace unas semanas veía tu sonrisa cada mañana", me dice mi madre.

"Solo es que sabes, es complicado", le contesto.

"¿Qué sucede, hijo, dímelo?", me pregunta.

"Déjalo así, no tiene importancia ahora", le digo.

"Esta bien, pero recuerda que puedes contar conmigo siempre", me dice mi madre.

Mi madre siempre me apoya, pero no quiero involucrarla en lo que pasó con Eva, y no puedo evitar el hecho de que todo terminó. En mi rostro solo hay oscuridad y no siento nada divertido. Eva fue una de las personas que más amé en toda mi vida, esa fue la razón de dejarla ir, a pesar de que es difícil de aceptar, debo soltarla.

Aún así, sigo con ganas de ir a verla, el amor a distancia se sentía especial, tenía mucha fe de que funcionara, pero el tiempo me enseñó que el amor es pasajero, que no dura para toda la vida, las personas simplemente se aburren, se cansan de uno con el paso del tiempo, por más que des todo de ti.

Hace tiempo vivía aferrado a la idea de que "donde era feliz, era allí donde debería de estar", verla feliz me llenaba el corazón, verla sonreír me llenaba el alma. Mi miedo se volvió realidad y ahora acepto que lo que tenemos es una amistad, a pesar de que hablamos poco, la conexión sigue allí.

Me contradigo siempre, mientras más trato de olvidarla, más la recuerdo. Pasaron unos días y me sentía extraño, volver a hablar con una persona después de tanto tiempo se sentía diferente, quería despejarme y hacer un lado todo lo malo, no funcionaba, sabía que, por más distracciones que pudiera tener y personas nuevas con quien hablar, jamás podría olvidarme de Eva, es decir, que su hechizo es muy fuerte, y nadie podrá romperlo. Todos aquellos recuerdos se vuelven uno solo, en aquella hermosa sonrisa que no me deja de gustar.

Subo a mi habitación y me quedo sentado frente al ordenador, veo mis fotos de niño y de mi familia, en ellas veo a Eva, aquella foto que un día recibí con amor, la guardé para recordar el momento en que la conocí, la dejo allí y apago el ordenador y la luz de la habitación y voy hacia la cama, reviso el móvil, es un mensaje de Dani:

"Evans, estás muy distante de todo últimamente", me dice Dani.

"Lose Dani, es que tengo cosas pendientes que terminar", le respondo.

"Deberías darte un tiempo, y salir con nosotros, con tu primo Lucas y con George", me sugiere Dani.

"Entiendo, cuando tenga algún tiempo libre iré a verte", le digo.

"Solo escríbeme, puedes contar conmigo", me dice Dani.

"Gracias, te escribo en cuanto pueda", le respondo.

"De acuerdo, adiós", me dice Dani.

Recuerdo cuando solía salir con mis amigos hace mucho tiempo, pensar en Eva me vuelve débil, por ese motivo me había alejado del amor, no quería enamorarme, noto todo diferente, distraído del mundo exterior, soy ahora una persona distinta, algo distante, cuando todo marchaba bien y los días eran únicos, era feliz sin importar nada, ahora me quedan recuerdos que no los olvido, no tuve mucha suerte en el amor, quise intentarlo una vez más, pero no, no funcionó.

Me levanto de la cama y voy hacia el living, todos duermen son las 02:00 y me quedo mirando la televisión en el sofá hasta que me duermo, luego de 2 horas veo que el móvil está en el suelo, no siento muchas ganas de levantarme del sofá, quiero seguir durmiendo por más tiempo, pasan 5 minutos y me levanto, cojo el control de la televisión, la apago y me acerco a la ventana que queda en frente de mi casa con vista al patio del frente, veo la luna, está muy brillante, aún no sale el sol, camino hacia el sofá nuevamente y cojo el móvil tirado en el suelo, subo a mi habitación, y me tiro a la cama mientras me quito la sudadera, esta noche no quiero recordar más nada, pongo música en el móvil, en ese momento veo un mensaje de Lucas, es mi primo.

"Oye, estás despierto Evans", me dice Lucas.

"Lucas, si es que no puedo dormir, tengo insomnio, o eso creo", le respondo.

"Tranquilo, te he visto en línea y quería preguntarte, en unos días queremos hacer algo con Dani y George", me dice Lucas.

"Entiendo, ¿quieres que nos reunamos como antes? Dani me ha dicho lo mismo", le digo.

"Es que estuve hablando con él y me comentó lo tuyo, estás muy apartado del mundo", me dice Lucas.

"Algo así, solo estoy algo ocupado, sabes el trabajo en la oficina es muy agotador a veces", le respondo.

"Bien, dejaré que descanses, adiós", me dice Lucas.

"Adiós Lucas, pensaré en lo que dijiste y ya luego hablaremos", le digo.

Luego de terminar la conversación, dejo el móvil junto al ordenador y vuelvo a dormir.

A través de la distancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora