𝓲𝓼

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̶  ¡No me importa! ¡Volveré a casa en este preciso instante! ¡¿Acaso no te preocupas por mí?! – Le grito al móvil de tapa, para inmediatamente cerrarlo con fuerza sin llegar a escuchar la respuesta de su progenitora. Rabioso, piso el suelo de la secretaria con fuerza y camino amanerado hasta su salón. Se sentó en su pupitre y ahogo un grito entre sus brazos.

Todavía tenía que cursar esta última hora antes de volver a casa. Sin embargo, su cabeza no estaba en el problema de física que el maestro resolvía en el pizarrón.

Estaba en un momento varios días atrás. Cuando algo lo siguió desde las profundidades, cuando algo le devolvió la mirad ay cuando algo lo lamio.

Estaba harto, uno podría pensar que estaba exagerando pero no. Si se trataba de su salud física e integral no podía tomar ningún riesgo ¿Es que acaso es el único que piensa aquí?

̶  No olviden, habrá un examen en una semana, así que háganse un favor y estudien – Dijo el maestro, con su voz enlatada, monótona y aburrida. Empezó a recoger sus cosas del escritorio, lo que fue señal suficiente para él rubio y que este empezara a tomar su morral y marcharse sin mediar palabra – Señor Roses ¿Qué hace? Tiene clase de Literatura en unos minutos.

̶  Tome un permiso para irme temprano – Dijo, sin siquiera dignarse a mirarlo. Termino de guardar sus pocas pertenecías y se dirigió a la puerta.

Afuera hacia frió y el sol estaba levemente escondido bajo un par de nubes. Entrecerró los ojos para no lastimar su vista. Habían pasado alrededor de quince minutos desde que llamo a su casa.

Cuando estaba caminando por la acera derecha de su escuela, para entrar a la ciudad, logro visualizar algo (Más bien, alguien) acercándose fatigosamente hacia su persona.

̶  ¡¿Mamá?! – Grito, estupefacto.

La mujer se acercó a él y tomo su rostro entre sus manos. El muchacho intento quitársela de encima, sin embargo, no pudo.

̶  ¿Estás bien? ¿Porque llamaste a la casa? – Preguntó, acariciándole la mejilla – ¿Te encuentras mal? ¿Necesitas que te lleve al hospital?

̶ No, mamá – Rechino los dientes, se cruzó de brazos – ¡Se suponía que volvería solo a casa!

̶  ¡Dijiste que estabas mal y tenías que volver lo más pronto! Por eso vine a recogerte ¿Qué ocurre hijo?

̶  ¡Lo que ocurre es que no puedes dejarme en condenada paz, hablaremos en casa! – Gritó, mientras se alejaba de la señora que en vano intentaba seguirle el paso. El ojizafiro miro a todas partes, por si alguno de sus compañeros lo había visto hablando con su madre. Qué vergüenza.

El chico corrió, alejándose cada vez más y haciéndose diminuto. Decidió adentrarse en la ciudad y perderse entre la urbe, en parte para aclarar sus ideas, en parte porque no quería ver a sus insulsos padres luego de lo de esta tarde y en parte porque tenía la cabeza echa un lio.

Sin embargo, pareciese que el Astro Rey decide castigarlo, así que sus rayos brillan con toda la intensidad que se permiten esta tarde. El sol brilla y reluce contra el emperlado del suelo, lastimando sus ojos.

Aguanta un poco tramo, cubriéndose parte del rostro con las manos, hasta que no puede más y se deja caer al lado de una fuente recreativa.

Gime de dolor e intenta abrir su mochila para rebuscar algo con que cubrirse, más sus manos tiemblan y siente los dedos pegajosos. Moverse ahora es un tormento, así que decide quedarse sentado frente al ojo de agua.

Aprieta los dientes y los puños, levanta el brazo y se da cuenta de que su piel se ha tornado de un tono rosado muy rápidamente. Si se queda ahí, hasta podría terminar haciéndose un daño muy grave.

Quizá un poco de agua ... No, está demasiado agotado para acercarse.

Frente suyo hay otro sumidero que recoge el agua que salpica y cae, uno bastante grande. Se lleva más agua de lo que debería, litros y litros que se escapan.

Que se le escapan a él.

Cierra los ojos un momento, llevándose la mano al bolsillo delantero de la camisa donde guarda el móvil cuando de repente lo que solo podría calificar como ola lo golpea de frente, empapándolo.

Y no fue una, fueron dos.

Abrió la boca, escupiendo un poco de líquido. Observo al frente, justo a tiempo para observar a algo viéndolo desde las profundidades oscuras de esa cuneta. 

𝙖𝙡𝙘𝙖𝙣𝙩𝙖𝙧𝙞𝙡𝙡𝙖𝙙𝙤 (𝙋𝙞𝙘𝙤𝙋𝙖𝙞)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora