Dos

416 76 12
                                    


Bell tomó las muñecas de Whis para apartar las manos de él de su rostro y dar un paso atrás un tanto asustada. Le hubiera gustado gritarle,pero no pudo hacerlo. Estaba demasiado desconcertada. Bell,pese a lo que aparentaba,no era una persona muy de piel. Las caricias y los abrazos los recibía con extrañeza la mayoría del tiempo. Sus amigos y parientes siempre estaban intentando tocarla,pero ella intentaba evitar aquel contacto. Que un extraño cometiera ese atrevimiento la desencajo demasiado. En especial porqué Whis no se le hacía la clase de individuo que gustará del tacto.

-Lo lamento-le dijo él,al ver la forma en que ella lo estaba mirando.

-Bien-fue la única palabra que escapó de la boca de la muchacha, que fue hasta el frutero por una manzana roja, que partió a la mitad.

-¿Sólo comerá eso?-le preguntó Whis mientras la veía lavarse el rostro con bastante agua-Es marcador permanente-agregó cuando la vio frotarse la cara con una toalla de papel. Ella lo miró como si quisiera matarlo-No debería enojarse tanto por algo tan insignificante. No le hace bien a su salud.

Bell escondió las manos de él cuando dijo aquello. Estaban temblando.

-Si no quieres que me enfade,no te extralimites...

Whis arqueó una ceja y dio unos pasos hacia ella,con ambas manos en la espalda lo que le dió un aire de autoridad repentino y un tanto amedrentante.

-Por lo que me contaron, sus familiares,usted siempre es quien se encarga de todo en casa-le dijo Whiss y se inclinó para verla a los ojos-Eso dejó de ser así. Desde hoy,el que se encargará de todo...Soy yo.

-¿Con que autoridad vas a hacer algo así? Esta es mi casa. No puedes venir y cambiar las cosas a tu antojo. Eres un empleado ¿Qué no lo entiendes? Tienes que seguir órdenes...

-Lo entiendo perfectamente-le dijo Whiss-Soy un empleado y debo obedecer órdenes,pero no las suyas...Fueron su hermano y su tía quienes me contrataron.

Bell entrecerró los ojos y subió la escalera para llamar a sus familiares y consultar en qué condiciones pusieron a Whis, a trabajar ahí. Para su sorpresa le dijeron exactamente lo mismo que él. El que estaba a cargo de la casa era Whis y no ella. Por supuesto que protestó al respecto,pero la única respuesta que consiguió fue:

-Nos sentimientos mal porqué tuviste que quedarte,por eso conseguimos alguien que se encargue de la casa. Tú considerarlo unas vacaciones.

Le colgaron después de eso. Fastidiada,pero ya con la cara limpia y vestida salió de su cuarto para ir a la imprenta. Era tarde y debía abrir,pero en el pasillo se encontró con Whis, quien le sonreía gentil mientras le ofrecía un tazón de avena con yogurt y frutos secos.

-El yogurt no contiene azúcar-le dijo-La mermelada tampoco la tiene y el pan es de centeno. Pensé que podía variar un poco su dieta. Hacerla más interesante y sabrosa,pero no soy un irresponsable-le dijo y le dió el tazón.

-Gracias-le respondió,un poco menos molesta y paso por su lado para bajar la escalera.

Bell abrió la tienda de impresiones. Su trabajo principal consistía en afiches publicitarios para otras tiendas,también hacían invitaciones,tarjetas, calendarios, agendas para escuelas y empresas. Incluso vasos,tazas y camisetas con lo que el cliente pidiera. Les iba bastante bien con aquel negocio montado un par de años atrás. Allí se quedó la muchacha, terminando unas tarjetas de presentación para un abogado y un centenar de invitaciones para boda. Aquel trabajo le gustaba y lo disfrutaba bastante,pese a que prácticamente todo lo tenía que hacer ella. Pero así era desde siempre. Bell se ocupaba de todo. Era "la persona responsable". Las cuentas de la casa,las compras y los ahorros,que se cocinaba, donde irían de vacaciones,las celebraciones,todo era organizado por ella.

Después de terminar con las invitaciones,Bell busco los sobres para armar el paquete y enviarlo a sus clientes. Mientras ella revisaba los gabinetes,Whiss apareció en el lugar y se puso a barre de forma un tanto ineficiente. Por andar distraído tiró un recipiente sobre una mesa,alertando a Bell de su presencia.

-¿Qué estas haciendo aquí?-le cuestinó la muchacha.

-Barriendo-dijo antes de ponerse una galleta,que saco de su bolsillo,en la boca.

-No tienes que hacer eso. Yo me encargo de todo aquí-le dijo Bell viendo como Whis tiraba migas de galleta al piso,tras sacudirlas de su ropa.

-Ya veo,pero un poco de ayuda no le vendría mal-le dijo de forma simpática.

Bell soltó un suspiro y miró el reloj en la pared. Eran casi la una de la tarde.

-¿Hiciste el almuerzo?-le preguntó de forma dura.

-Estoy en eso. La carne esta en el horno y el arroz se está cocinando.

-Pues deberías ir a vigilar eso-le dijo Bell con cara de: lárgate y no me molestes.

La muchacha,detrás del mesón, se olvidó de Whis,pero este se aproximó a ella y del otro lado del mostrador se le quedó viendo con atención. Hasta llegó a descansar los brazos sobre el cristal para quedar más a la altura de Bell y contemplarla con el ánimo de quién ve un gatito. Cuando ella se giró al frente no pudo evitar dar un pequeño salto al ver a ese tipo ahí, mirándola encantado.

-¿Qué no estabas barriendo?

-Usted tiene cara de niña tierna-le dijo con un ánimo jovial.

-Ni soy niña,ni soy tierna. Ahora ponte a barrer o vuelve a la casa -le dijo Bell,ordenando unas muestras fotográficas en el mostrador.

-No,niña ya no es,pero tierna si- insistió sonriendo.

-Sólo es mi cara la que da esa ilusión-le dijo un tanta resignada.

-Cierto.Su rostro es redondo,muy blanco lo que le da a sus ojos el aspecto de unos caramelos de miel. La gente con aspecto infantil suele conseguir que otros confíen en ellos más rápido-le comentó Whis.

-Algo huele mal...-le dijo Bell un tanto incómoda bajo esos ojos.

-Oiga no sea grosera,yo sólo estaba...

-No,en serio,algo huele más-insistió Bell.

Whis respiro profundo,pero con delicadeza,levantando un poco la cabeza. Su rostro cambió rápidamente cuando percibió el olor al que Bell se refería.

-¡La comida!-exclamó Whis,con una expresión algo exagerada de alarma.De inmediato corrió a la cocina dejando caer la escoba-¡Mi arroz se quemó!-se lamentó con un tono más agudo en la voz.

-¿Si? No me digas...-murmuró Bell y siguió con lo que hacía.

 

Yo mando aquí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora