Once

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El lugar era bastante agradable y contrario a lo que la muchacha imagino, había pocas personas allí. Lo que fue un alivio para ella. La decoración era muy llamativa, todo en colores flúor. La pista de de baile era un tanto pequeña y sonaba música electrónica. Bell estaba sentada en una de las butacas viendo como Whis terminaba con su tercer vaso de quien sabe que. Era un trago de color verde con unas hojas que a Bell empezaba a despertar curiosidad, de tanto estar viendo la facilidad y gusto con que él se lo tomaba.

-¿Esta segura de que sólo quiere esa agua mineral?- le preguntó Whis después de unos minutos.

-Los dos no podemos emborracharnos- le respondió la muchacha, pero de buen ánimo.

-¿Por qué no? ¿Le asusta perder el control?-le cuestionó con un nada sutil tono burlón.

- Sí, pero no muy seguido -le contestó con honestidad, algo que Whis no esperaba- Yo siempre tengo el control de todo. Soy la persona responsable. La que tiene que ver  las cosas tal y como son para prevenir a los demás de lo que en realidad está sucediendo. No puedo decir que me desagrada ese rol, sin embargo, me a traído consecuencias. Algunas un tanto tristes.

-Debería dejarse llevar un poco más- le dijo Whis y terminó su bebida.

-Lo dice el tipo que me trajo a bailar, pero se sentó en una mesa a disfrutar de las bebidas. Tú no eres la mata de la actividad, Whis -le contestó Bell poniéndose de pie- Yo en cambio decido cuando y dónde dejarme llevar ¿o es que crees que me trajiste aquí a la fuerza?

-¿No fue así?-le preguntó Whis con un tono irónico.

-Tú pagaste, Whis-le señaló Bell y guiñando un ojo se fue a la pista de baile.

A Bell le gustaba bailar, pero sólo lo hacia cuando tenía reales ganas de hacerlo. Cuando necesitaba un momento fuera del mundo, pues para ella bailar era precisamente eso. Un paréntesis de lo cotidiano. La música electrónica no era su favorita, pero le permitía desprenderse de sus pensamientos, olvidarse de todas sus aflicciones y disfrutar haciendo algo que realmente agradable.

Bell bailó sola, no requería compañía para eso y le tocó deshacerse de más de un compañero de danza que se invitó. Después de tres cuartos de horas volvió a la mesa para refrescarse. Whis preferiría ser un espectador. No era la clase de sujeto que gustaba de protagonizar situaciones llamativas, pero disfrutaba de momentos de esparcimiento e incluso de ver como los demás se divertían. Aquello lo complacia.

-Tienes que admitir que fue una buena idea venir a bailar- le dijo acabandose el sexto vaso de ese trato de color verde.

-Nunca dije que fuera una mala idea- le indicó Bell antes de beber su agua mineral- Sólo no me animaba a venir contigo.

-Empiezo a estar seguro de que no le agrado...

-No es eso- le dijo Bell en voz baja y sentándose en la butaca con cierta torpeza- Es raro tener un amigo...

-Perdón ¿qué dijo?

-Nada...

-¿Me llamó amigo?-le cuestionó Whis y se inclinó hacia ella- ¿Usted me considera un amigo?

-Yo no dije eso...

-Pero claro que si. La escuché perfectamente-le dijo y subitamente abrió sus largos brazos para apretarla entre ellos- Usted me considera su amigo, pero que linda es.

-Whis, suéltame- le pidió Bell que estaba aguantando como su compañero apretaba el rostro contra el suyo como si fuera un gato- Estas borracho.

-No, no lo estoy. Tengo mucha resistencia para el alcohol.

-Te felicito. Ahora déjame por favor.

-Sólo un momento, es que no suelo tener amigos. Bueno por conveniencia tengo bastantes, pero así como usted... Nadie en realidad.

-¿En serio?-le preguntó Bell olvidándose, por un momento de lo cerca que estaba de él.

-Soy un tanto solitario. No por opción precisamente- le confesó liberandola.

Bell había tenido esa impresión, pero oírlo de ese modo fue algo que le causó una sensación extraña.

-Yo prefiero estar sola. Más si disponer de compañía, pero es difícil que alguien comprenda como funciona para mí.

-Yo lo entiendo- le dijo Whis.

- Sí, tú lo haces- murmuró la muchacha- ¿Quieres ir al karaoke? Hay uno aquí cerca y siempre he querido ir.

-Me encantaría. Amo cantar -exclamó Whis y ambos dejaron ese lugar para ir al otro.

Casi una hora después, Bell se estaba arrepintiendo de haber hecho esa sugerencia. Whis no tenía oído músical. Pero al menos ponía mucha intensión en la interpretación. Era divertido estar con él, pero Bell no estaba segura de cuando comenzó a ser así y se hizo la pregunta. No podía evitarlo. De todas formas no era importante se lo estaba pasando bastante bien, pese a la horrible voz de su compañero.

Yo mando aquí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora