Continuación del capítulo II

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Shen Qingqiu tardó un día en contarle a Shang Qinghua todo lo que había hecho ese año. 


Durante todo ese tiempo Luo Binghe no apareció ni una sola vez en la casa de bambú.


El inmortal  siempre había tenido una presencia empalagosa —y tan negra como la ceniza— colgando de su cintura. Sin embargo esa parte de su anatomía permaneció fría debido a la ausencia de los constantes abrazos de su discípulo.


Shang Qinghua escuchó atentamente —y con el ceño fruncido— mientras Shen Qingqiu lo ponía al día. 


No había nada en su relato que fuera un indicador de haber gatillado alguna situación en particular o de haber activado un hechizo. Luo Binghe tampoco parecía estar sufriendo una desviación de qi y el método utilizado para arreglar las cosas claramente no había funcionado.


Su abanico de opciones se reducía triste y lentamente.


En los millones de palabras que había escrito originalmente el hermano Avión contaba con no menos de dieciocho argumentos de amnesia diferentes. Algunos estaban dentro de la trama principal y otros se habían publicado como extras.


Shen Qingqiu tristemente recordaba todos y cada uno de ellos pero ninguno de esos argumentos encajaba con la situación por la que Luo Binghe atravesaba en este momento y —lo único que tenían en común todas esas tramas amnésicas— era que el demonio lo había resuelto fácilmente con algunas lágrimas (por parte de sus esposas) y un tierno acto de amor (por parte de él). 


En esas situaciones también había tenido algún indicador de maldición —ya fuera una marca en su cuerpo, un talismán oculto o extraños símbolos grabados en la carne de alguna de las víctimas—.


No había nada de eso en Luo Binghe o Shen Qingqiu y la décima búsqueda exhaustiva que hizo en la casita de bambú tampoco arrojó nada. Fue una aventura infructuosa y —al final— Shang Qinghua tenía una mirada sombría puesto que debía volver al Palacio demoníaco para poder así estar con Mobei Jun.


El Emperador había convocado a muchos de sus antiguos secuaces.


El cultivador se ofreció a llevar a Shen Qingqiu con él y éste —al principio— lo rechazó. Fue entonces que recordó la mirada inexpresiva de Luo Binghe después de tener sexo —que, aunque había sido la forma de tocarlo esperada, también fue desalmada, mecánica y carente de sentimientos— y la forma en la que su apuesto rostro se había vuelto ilegible ante él...


En ese momento cambió de opinión.


Una vez que llegaron al Palacio Subterráneo pasar entre los guardias imperiales fue fácil. Sin embargo —cuando Shang Qinghua y Shen Qingqiu llegaron ante las puertas cerradas del Salón Imperial— se les impidió el paso.


Para ser exactos se le impidió la entrada a Shen Qingqiu.


En lugar de recibirlo personalmente Luo Binghe envió a un asistente en su lugar. El cultivador miró con incredulidad al demonio con cabeza de pollo y lo reconoció como un integrante de la corte. Era un demonio extrañamente educado al que Shen Qingqiu apreciaba bastante —incluso a pesar de tener tendencias caníbales—.


— J-J-Junshang pide que el C-C-Consorte Shen se instale p-primero— el demonio se inclinó casi tocando el suelo con el pico. También sudaba profusamente y sus ojos giraron y giraron hasta que Shen Qingqiu vio el blanco en ellos.


Asimismo, su voz destilaba miedo.


Los ojos del inmortal se abrieron de par en par al percatarse que las plumas de la parte superior de la cabeza del sirviente estaban chamuscadas.


La orden que le dio Luo Binghe no debería haber sido tan simple.


NOCHES DE ANHELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora