CAPÍTULO I

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Hoy en día Shen Qingqiu se encuentra a sí mismo despertándose más a menudo con un estado de ánimo afable. Inclusive en el Pico Qing Jing —dónde parecía que sus discípulos tenían un radar para detectar a su Maestro ausente y venían a molestarlo en cuanto sentían que había vuelto— no lleva sobre sus hombros tanta tensión como solía hacerlo antes.


Por supuesto que seguía poniendo la cara más fría y distante que podía cuando estaba cerca de sus alumnos pero ya no era capaz de ocultar lo fácilmente que se distraía por la presencia de su marido.


Tal vez fuera el clima.


Ambos habían estado viajando por el Norte envueltos en la nieve y el frío glacial tan característico de la región. 


Luo Binghe —al ser el protagonista— tenía la temperatura corporal perfecta para mantener a ambos calientes durante toda la noche.


Shen Qingqiu no es ajeno a la intimidad con Luo Binghe pero hay algo diferente en el hecho de acurrucarse continuamente en los brazos del radiador que es su marido mientras el viento y la nieve aullan fuera de la cabaña en la que habían decidido pasar la noche.


Eso es suficiente para hacer que su corazón se vuelva tan suave como el de una joven doncella.


Incluso en Qing Jing —donde el invierno terminó antes de tiempo— Shen Qingqiu ha mantenido su costumbre de ser quien se asegura de dormirse bien arropado por Luo Binghe.


El demonio no se ha quejado y —por el contrario— se mostró encantado de encontrar algo en lo que su Shizun tomaría fácilmente la iniciativa y a lo que no recurrirá para burlarse.


Hablando de iniciativa...


El erudito se despertó de muy buen humor. Se sentía especialmente mimado y ningún discípulo demasiado ansioso ha llamado a su puerta. 


Todavía no.


Aún es bastante temprano y la luz roja del amanecer apenas comienza a asomarse por la ventana de su habitación.


El agarre de Luo Binghe sobre su cintura no es tan fuerte como al principio de la noche lo que le viene bien porque le da cierto margen de maniobra.


No está seguro de cuál es el origen de este particular buen humor pero sabe que Luo Binghe sería el último en albergar una queja con respecto a ello. 


El cultivador los hace rodar a ambos entre las sábanas hasta que Binghe —dormido— queda de espaldas sobre la cama —siendo entonces capaz de pasar por encima del demonio al tiempo que coloca una mano al lado de la cabeza de Luo Binghe y la otra  juguetea con un mechón de su cabello suelto—.


No es frecuente que haga esto. 


Al inmortal le gusta mantener las apariencias cuando puede. Pero a veces, cuando se despierta al lado de un hombre que es —sin duda— uno de los más guapos de los Tres Reinos, las tendencias más atrevidas del cultivador no pueden evitar emerger.

NOCHES DE ANHELODonde viven las historias. Descúbrelo ahora