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Cad.

No recuerdo mucho más del estúpido día en el que Dani se quedó a consolarme, de tanto llorar me acabé quedando dormida en su pecho. Mentiría si dijera que no me gustó dormir así con él. Escuchando su respiración y sus latidos de corazón, era como evadirme de todo aquello que me hacía mal y relajarme a su lado. No me desagradó para nada esa sensación. Digamos que sentí algo que nunca había sentido por alguien. ¿Protección? ¿Cariño? No sé como definirlo.

Miro a mi lado visualizando a Olivia con el ceño fruncido. Está molesta con algo la conozco más de lo que cree.

- Estás horrible con esa cara de moco -le dije y me miró divertida- ¿Pasa algo?

- Eh... puede que si -admitió y la observé detenidamente alzando una de mis cejas, tenía un brillo especial en los ojos, le sentaba genial- 

- ¿Y bien? Oliva, vamos, soy yo.

- Bueno, puede que... -dijo y antes de que pudiera continuar hablando sonó la campana que indicaba el recreo-

- Salvada por la campana -dije divertida-

- Me acosté con Jesús -soltó sin más y yo que me había girado para meter las cosas en la maleta, me volví hacia ella mirándola perpleja- Y no sé que hacer, quiero decir... No hemos vuelto a hablar desde entonces.

- ¿Cuándo fue eso? -pregunté y sonrío-

- El viernes -me dijo en un murmuro-

- Estamos a lunes -dije yo mientras salíamos de clase y divisé a los gemelos acercándose hacia a nosotros-

Dani al verme, me dio un pequeño abrazo y un beso en la frente haciéndome sonreír ligeramente. Jesús y Oli se quedaron ambos mirándose fijamente para luego apartar la mirada. Genial, los dos son unos cabezotas y unos idiotas.

- Dani -lo llamo y me mira- ¿Me acompañas a la cafetería un segundo?

- Eh sí... -acepta dudoso y tiro de él para alejarnos del dúo- Para vaquera, ¿a dónde quieres llevarme?

- Hay unas mesas en la parte de atrás -digo saliendo hacia el patio- Jesús y Olivia tienen que hablar, necesitan intimidad.

- ¿Y tú y yo no? -preguntó alzando sus cejas repetidas veces divertido-

- Nah, ya has tenido suficiente de mi -le seguí el juego divertida-

- ¿Tu crees? -dijo mientras llegábamos a las mesas- Yo creo que no.

- Ya te digo yo que sí -dije cuando al llegar junto a una de las mesas y él tiró de mi brazo dejándonos a unos centímetros de distancia de sus labios, él acortó la distancia uniendo nuestros labios. Sus labios devoraban los míos con cariño como si hubiera extrañado y añorado que este momento volviera a pasar-

- Dios, que asco -dijo una voz femenina haciendo que Dani y yo nos separáramos-

- Justina -dije viendo como se acercaba hacia a nosotros a pesar de que estaba en otra mesa, Dani cogió mi mano entrelazándola con la suya como si de algo modo eso fuera a ayudarme-

- Hola Dani -sonrío ella coqueta y apoyo una de sus manos en el hombro de Dani. Él la miraba con indiferencia, como si eso no le importara.- Cuando te canses de jugar con esta, ya sabes donde estoy. Además, tanto tu como yo sabemos que ella no va a darte lo que quieres. Los tíos tenéis unos fetiches más raros con las santitas -puso los ojos en blanco y me miró antes de intentar darse la vuelta para irse-

Dani la cogió del brazo y ella le miró confundida, pero con cierta diversión en la mirada.

- No estoy jugando con nadie -dijo Daniel con voz firme- Y ella puede ofrecerme más cosas que tú.

- Ya, si quieres engañarte a ti mismo, está bien -dijo soltándose de su agarre- No sé que le ven los tíos, si es una niña mimada y tampoco es gran cosa.

Esta vez sí que se dio media vuelta y se marchó con sus amigas. Dani se giró hacia a mí.

- Cad -me llamó y le miré- No dejes que se meta en tu cabeza.

Asentí. Dani cogió mi mano y nos sentamos en la pequeña mesa de cemento que estaba allí. Me comenzó a hablar de temas triviales para intentar que no pensara en lo sucedido o al menos eso pensaba que hacía. Daniel era como estar en casa y en parte, sabía que eso no estaba bien del todo, él no tenía por qué pasar por lo que estaba pasando yo sin necesidad. Tragué saliva mientras lo veía mirándome con ternura y media sonrisa.

- Eres preciosa Caddie, ¿te lo habían dicho alguna vez? -me preguntó acariciando mi mano con cariño-

Y sí, me lo habían dicho, pero nunca como él. Nunca me había mirado como él. Nunca había sentido algo tan intenso como con él y una parte de mí sabía que no volvería a sentirlo nunca, sino era con él.



Jugar con fuego {Gemeliers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora