Hanna

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El destino ha reescrito sus letras, las estrellas guardan sus secretos.

El final del viaje llegó, al fin estaban en casa.

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Taka chan- pásame la caja de esas bolitas doradas que están sobre el sofá. — Hakkai estaba agachado decorando un árbol de navidad en el centro de su sala.

— ¿Estas? — levantando una pequeña caja negra.

No, esas no son doradas.

Ay Hakkai, tengo demasiado sueño para estar arreglando el árbol de navidad, además es noviembre todavía, creo que estás exagerando un poquito. — Takashi estaba tirado en el sofá en pijama.

Nunca es demasiado temprano para decorar el árbol y más si es contigo, mi amor.

Un leve sonrojo se hizo presente en las mejillas de Takash y es que aunque habían pasado tantos años, la forma tan directa en la que Hakkai le demostraba su amor, le seguía intimidando.

El sonido de unos pequeños pasos bajando de las escaleras se hizo notar en la sala.

Oh, linda ¿Qué haces despierta a esta hora? — Takashi le habló a la pequeña niña que se asomaba por las escaleras.

Ven acá. — Hakkai se acercó para tomar a la niña en sus brazos.

Ustedes dos hacen mucho ruido cuando están abajo, no puedo dormir.

Takashi volteó hacia Hakkai con una mirada que si los ojos dispararan seguro Hakkai estaría muerto.

Mi amor, yo sé que tu papi es muy ruidoso cuando está emocionado, lo siento mucho linda por despertarte.

La pequeña de casi cuatro años se encontraba abrazada del cuello de su padre de cabellos azules, con sus ojitos aún con sueño y posiblemente cayendo en los brazos de morfeo en unos segundos más.

Lleva a Hanna a la habitación, yo recogeré todo, mañana terminaremos de decorar el árbol.

Hakkai sólo asintió y subió las escaleras de su hogar junto a su hija.

Hace ya cinco años que se habían jurado ante un altar amarse hasta que la muerte los separara.

Hace casi cuatro años que se hicieron padres de una pequeña bebé de cabellos rizados y castaños, con unos hermosos y grandes ojos grises.

Adoptaron a Hanna cuando apenas tenía tres meses de vida.

Es había sido la mejor decisión, la pequeña Hanna les había llenado la vida de color.

En una casa que compartían juntos.
En un hogar donde son una familia.
En la calidez de un abrazo donde soportar la vida.

— ¿Se durmió de nuevo? — Takashi se asomó por la puerta de la habitación de su hija.

Sí, la he dejado abrazada con su conejo de peluche. — Hakkai cerró la puerta con cuidado.

Te dije que era una pésima idea arreglar el árbol de madrugada.

Lo siento Taka- chan, sólo no quería ir a dormir temprano, quería que Hanna despertara y lo viera listo.

Takashi amaba cuando Hakkai se comportaba de esa manera tan dulce, haciendo puchero.

Se aproximó donde estaba Hakkai de pie frente a la puerta de su hija, se paró sobre sus puntillas un poco para alcanzar a su esposo.

Un tierno beso fue puesto en los labios de Hakkai, aunque él no estaba conforme con eso.

La diferencia de altura entre ambos era significativa por lo cual para Hakkai acorralar a Takashi no era difícil.

Se separó del tierno beso de Takashi y lo tomó de su nuca obligándolo a quedarse más tiempo en sus labios.

Volvió a unir sus labios con los del ojos lavanda, esta vez más intenso, con ganas de más.

Sus manos pasaron de su nuca a su cintura buscando su piel debajo de aquella delgada camisa de su pijama.

La puerta detrás se de ellos se abrió, con una pequeña niña detrás jalando un peluche de conejo.

Ambos se separaron rápidamente y  llevaron su mirada hacía la pequeña que parecía no haberlos notado.

La pequeña con los ojos aún cerrados salió del marco de la puerta y empezó a caminar con pasos pequeñitos a la habitación de sus dos padres.

Takashi sólo sonrió ante la vista, la hija de los dos era hermosa.

Ya retomarían en algún otro momento su apasionado beso.

Pero ahora ya eran padres, tenían otras tareas.

Hanna, ¿Hacia donde vas? — Takashi interceptó a la pequeña sonámbula.

Quiero dormir con mis papis, tengo miedo.

El de cabellos lilas se acercó a la pequeña y la tomó junto a su conejo en sus brazos.

Vamos, dormirás en medio de los dos esta noche, así no tendrás miedo. — acariciando con su mejilla el cabello revuelto de su pequeña.

— Sí papi. — dejando salir un enorme bostezo

— ¿Vamos Hakkai? — preguntó Takashi.

Un feliz Hakkai asintió su cabeza y a pasos pequeños los siguió a los dos.

Esa era su vida junto a Takashi, era feliz.

Eran tres en esa enorme casa, donde nunca les faltaría amor.

Donde verían sus sueños cumplirse.


En otro universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora