然 𓏲 ⁜ ( 𝓑𝐀𝐃 𝓑𝐋𝐎𝐎𝐃 ) ༞ ⍣ 𓄼∴
⇰ ❝ Now we got problems, And I don't think we can solve them. You made a really deep cut And baby now we got bad blood. Band-aids don't fix bullet holes
You say sorry just for show, You...
La mañana era gélida como de costumbre, con un viento helado atrapado en la habitación y las gruesas pieles cubriendo el delgado cuerpo de Joanna que apenas lograban brindarle la calidez que deseaba. Los aposentos no eran nada ostentosos como los suyos en Desembarco del Rey, aquellos que había dejado eran magníficos, con el sol saludándola en las mañanas por los ventanales y los pájaros revoloteando alegremente fuera de ellos, todo allí era digno de su presencia; cuando los de Invernalia eran austeros y tétricos, con una paleta de colores apagados y un frío sepulcral y ambiente nebuloso que no le agradaba ni inspiraba nada bueno, además de la inevitable melancolía la hacía preguntarse qué estarían haciendo aquellos que eran bendecidos con el sol.
No estuvo mucho tiempo sola después de que se decidió por tomar el libro de princesas que adornaba el buró a su lado, un presente de su tío Tyrion para aligerarle la estancia en Invernalia; las doncellas entraron a la misma hora de siempre y la vistieron con la misma dedicación. Al contrario de otros días, Joanna no presentaba apetito, pues en aquel instante solo sentía la insistente necesidad de conocer Invernalia por su cuenta; sin la compañía de algún integrante de la familia Stark o inclusive uno de su propia familia, pues se sentía más a gusto si iba sola, así no ocultaría lo que pensaba ni fingiría amabilidad cuando no quería hacerlo.
—¿Irá por su cuenta, alteza?— le preguntó Valeska, una de sus doncella, consternada. —¿No desea que llame a un par de guardias?
—Puede ser peligroso por estos lares. ¿Desea que avise a alguien que irá?— le siguió otra de sus doncella, de nombre Holly, insistente.
—Basta. Me colman sus preguntas. Ustedes mismas pueden seguirme, pero no se acerquen demasiado... no deseo más que estar a solas con mis pensamientos— las reprendió severa, tomando sus faldas mientras les tomaba ventaja descendiendo por las viejas escaleras del castillo.
Muy temprano el pueblo comenzaba sus actividades, los herreros fundían armas de guerra, los comerciantes alistaban su mercancía y los sirvientes caminaban de un lado a otro preparándose para atender a sus señores. Y así lo hacían muchos otros. Joanna podía descifrar a qué se dedicaban con solo echar una mirada a sus rostros cansados y vestimenta desgastada. Rápidamente se sintió turbada por el panorama, así que no lo pensó más y decidió alejarse, se encaminó al bosque luego de fallar en encontrar afinidades en el pueblo. Todo allí era helado y deprimente, las personas, apartadas y de rostros desagradables. Debía deberse a la falta de sol, estaba convencida. Trataba de hallar algo que le recordara a Desembarco del Rey, una sola similitud bastaba, pero le era imposible encontrar su hogar en un lugar tan distinto.
Contra todo pronóstico, se dejó guiar por aquel insistente llamado de aventura. Al adentrarse en el alba del bosque percibía un cambio en el aire que parecía soplar diferente, sintiéndose más gélido y pesado que en el pueblo, los silbidos de este le daban escalofríos, los árboles eran tan grandes como jamás los había visto, las ramas tenían escalofriantes sombras y el menor ruido la hacía temblar. Con un repentino temor invadiendo su ser, al sentirse una foránea, ajena a todo aquello, continuó el trayecto, necesitaba probarse a sí misma que era capaz de superarlo y enfrentar las adversidades que se le podrían presentar. Luego pensó en los paisajes de los que se hablaban en los libros, así era tal y como los imaginaba; debía admitir que de vuelta en Desembarco del Rey no tenían escenarios así, que le brindaban una sensación de libertad inexplicable.
