Capítulo 1. -

293 22 0
                                    

La universidad era más grande de lo que el folleto lo mostraba.

Nabilean entró por las enormes puertas mientras Deizanh tomaba el camino contrario para llegar al área de comercios internacionales, él estaba en su último año y había estado feliz cuando le dijeron que los años que ya había cursado en Singapur serían validos. Nabilean solo estaba en su segundo año en Escritura, aún faltaban dos más para graduarse.

Se reacomodó el bolso y se dirigió hacia el primer edificio donde se encontraban sus clases, le alegraba que fuese así pues no habría manera de perderse. 

Forks era un lugar muy típico y a la vez desconocido, ahí jamás podrían encontrarlos, pero también se limitaban las opciones conforme a la educación se refería, sin mencionar que era una gran diferencia su vida en Singapur y lo poco que llevaba ahí.

Nabilean hubiese elegido san francisco, silicon valley e incluso Texas, pero sus padres los habían arrastrado hacia Washington.

Subió el tramo de escaleras que le quedaba para llegar al segundo piso y caminó hasta llegar a su primera clase. Había un cartel en la puerta que rezaba “Gramática”, así que empujó la puerta con fuerza y ésta se abrió bajo su peso.

Al entrar todos la observaron, y aunque estaba acostumbrado a eso  ella se sintió incomoda, todos los chicos y chicas tenían el mismo aspecto, rubios, castaños, morenos o blancos, pero las mismas facciones, las mismas prendas de vestir y esas expresiones hoscas en sus rostros.

No estaba preparada para eso en absoluto.

—Lo siento. — Musitó cerrando la puerta detrás de sí. — Me perdí. — mintió, se acercó al escritorio de la maestra y le entregó el papel que llevaba entre sus manos con indicaciones del director. Su maestra era una mujer bajita de ojos negros y cabellos grisáceos.

Ella asintió después de leer el papel.

—Toma asiento Nabilean, llegas justo en el momento preciso. 

Caminó entre los asientos hasta dirigirse al único lugar vacío. Dejó su bolso sobre la pequeña mesa de madera y sacó su cuaderno, marcadores y plumas para comenzar a anotar.

Sentía la mirada de personas curiosas sobre ella pero las ignoró y enfocó su vista en el viejo y desgastado pizarrón, era mejor que preocuparse por el qué dirán.

En su lugar de origen todo era normal, su forma de vestir y los aparatos de moda, como computadores y celulares, aquí todo era demasiado diferente, incluso el clima.

Forks era frío, demasiado para su piel sensible, también algo lluvioso, había mucha neblina en las mañanas aunque por las tardes el cielo se despejaba dándole paso al sol.

Había un parque nacional y un lago donde pescar salmón y trucha arcoíris, su madre les había contado con el deseo de que les gustara más la idea de marcharse.

***

Cuando la clase terminó se apresuró a salir de ahí, se despidió de la maestra como solía hacerlo en su antigua escuela y bajó las escaleras con rapidez hasta llegar al primer piso intentando busca a Deizanh (el cual no parecía querer hacer acto de presencia).

Le envió un mensaje que él no contestó y se quedó parada en medio del pasillo intentando hacer algo con su vida.

Su hermano era hombre y como todo macho alfa (así solía llamarse a él mismo) sabía congeniar y hacer amistades en un instante, por otro lado las chicas son muy diferentes, algunas muy tímidas y algunas otras unas arpías.

Orgullosas, mentirosas y traidoras la mayoría del tiempo. 

Nabilean quería a sus viejas amigas de vuelta, no a un montón de desconocidos.

Revisó la pequeña hoja que le habían entregado para buscar su siguiente clase, se puso en marcha en cuanto el timbre sonó y dejó que el miedo se esfumara por completo mientras volvía a subir las escaleras, esta vez dirigiéndose al lado contrario del edificio.

Entró con rapidez y se apoderó de uno de los asientos de la primera fila, dejó su bolso café sobre la mesa y sacó sus cosas de ésta.

Unas pálidas manos aparecieron en su campo de visión y volteó su rostro hacia arriba para descubrir de quien se trataba.

Una pelirroja de baja estatura y muy sonriente estaba frente a ella, se balanceaba sobre sus puntas y sonrió más ampliamente cuando Nabilean volteó.

—Hola. — exclamó muy entusiasmada.

—Hola. — respondió Nabilean.

— ¡Hablas nuestro idioma!— medio gritó asombrada, Nabilean hizo un enorme esfuerzo para no rodar sus ojos o soltar un improperio.

—Claramente, si no ¿qué estaría haciendo aquí?— respondió.

La chica asintió y pareció pensárselo muy bien.

— ¿Vienes de china?— preguntó, Nabilean sonrió mientras negaba.

—No, no vengo de chica.

— ¿Japón?

La pelirroja batió sus pestañas con rapidez de una forma extraña y coqueta, Nabilean carcajeó y negó suavemente.

—Más bien de Asia. — dijo. — Bueno, Singapur que es un país insular de Asia.

—Ohh. — murmuró. — Interesante.

Le sonrió en respuesta y la chica tomó asiento junto a ella.

Se quedaron en silencio mientras el maestro entraba y les daba la clase.

Taller de lectura y redacción era realmente interesante al igual que gramática, o por lo menos así lo sentía ella.

Le gusta escribir historias de todo, a veces tomaba algunos detalles de su vida y las invertía haciendo una historia totalmente diferente. Le encantaba jugar con las situaciones y personajes, tenía una carpeta en su computador repleta de historias terminadas y sin concluir. Era como un vicio.

El día transcurrió sin contratiempos y la pequeña pelirroja no se le despegó en ningún momento. Ni siquiera sabía su nombre, aunque ella el de Nabilean sí.

Al salir se quedaron paradas en la puerta, Nabilean esperaba a Deizanh y la pelirroja esperaba a su hermano, el cual estudiaba agronomía en el último edificio.

Nabilean se alegró cuando vio a su hermano desde lejos, lucía igual que por la mañana, solo que un poco más agotado y despeinado, se apretaba bajo la chamarra de piel que parecía ser muy fría y cuando respiraba se formaba vaho a su alrededor.

Ella le hizo una seña con la mano derecha conforme el se acercaba, él le sonrió a pesar de que estaba molesto desde hacía unos días atrás.

No se llevaban demasiado bien, pero era un alivio contar con un familiar en medio de la gran locura que era su vida.

—Vámonos. — musitó él en cuanto llegó, no prestó atención a su alrededor solo a Nabilean. — Mamá nos está esperando para comer y quiere ir a comprar un par de cosas.

—Adiós… eh. — tartamudeó mientras observaba a la pelirroja, ella sonrió ante los dos.

—Penny Lane. — dijo. Los hermanos la miraron boquiabiertos un par de segundos y luego rieron. — Mis padres son fanáticos de los Beatles. — se excusó.

—Hasta luego Penny Lane. 

Dijeron al unísono mientras se alejaban de la verja de hierro con rumbo a su nuevo hogar.

Traída de otro planeta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora