Capítulo 5. -

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El lugar estaba tan callado que podías escuchar el golpeteo de las gotas de lluvia contra las ventanas y el asfalto. Las sillas crujían bajo el movimiento de los estudiantes y se podía oír el resuello de cada uno de ellos.

Por fin era viernes y todos esperaban que las clases terminaran para poder ir a sus casas y arreglarse para salir en la noche.

A Nabilean aún no le agradaba la idea de salir a Jump it ese viernes por la noche, pero haría todo lo posible por no permanecer en casa si su hermano no estaba.

El timbré sonó y junto a este sonaron miles de suspiros sonoros y aliviados.

—Me gustaría llamarme Blue. — Había dicho Penny mientras bajaba los escalones en saltitos. — Cualquier nombre es mejor que Penny Lane.

—Ya veremos si tus padres opinan lo mismo. — se burló Nabs.

La pelirroja hizo un gesto de sorpresa y luego rió mientras terminaba de saltar los últimos tres escalones.

— ¿Irás?— preguntó por sexta vez en el día.

La pelinegra se encogió de hombros e intentó no soltar un suspiro cansado que su garganta estaba reteniendo.

—Si mi hermano está ahí es seguro que yo también.

—Genial.

A Penny Lane le gustaba Deizanh.

Era claro por la forma en que lo miraba, como si no existiese nadie más. Al principio Nabilean pensó que era una broma o una simple atracción pasajera.

Pero la atracción siguió su curso y cada vez era más intensa.

Incluso él lo notaba, pero le agradaba ser el protagonista de las fantasías de una chica tan dulce y tierna como Penny (sin mencionar lo bonita que era).

Deizanh no quería compromisos de ningún tipo, y ella parecía querer una relación estable.

Nabilean se ajustó el bolso al hombro y reacomodó sus gafas mientras caminaban por los pasillos hacia la entrada. Penny busca a Ringo y Nabilean buscaba a Deizanh. Se habían vuelto muy buenos amigos, a pesar de que tenían gustos totalmente diferentes y actitudes no tanto similares.

Era bueno saber que su hermano se estaba adaptando, aunque no se podía decir lo mismo de ella.

Al llegar a la verja se despidieron y cada una reanudó su camino en dirección a sus respectivos hermanos.

— ¿Estás preparada mentalmente para esta noche?— preguntó su hermano mientras ella se subía al auto y se abrochaba el cinturón de seguridad.

—Mmmh aún no, pero lo estaré. — respondió.

Tamborileó los dedos sobre su pierna mientras dejaba que la melódica voz de Bon Iver retumbara de fondo.

—Eso espero.

Le gustaba así, todo calmado y un poco lluvioso, perfecto para dedicarse a escribir todo el día.

Nabilean deseaba que algún día sus libros fuesen publicados, aunque no le gustaba mostrar sus escritos a nadie que no fuese su hermano, y rara vez a su madre.

Las historias para las clases eran diferentes, nada demasiado detalladas o personales como para avergonzarse, tampoco para sentirse orgullosa.

Solo ataba cabos sueltos en su cabeza y comenzaba escribir.

Una historia corta no se comparaba con los archivos de más de dos mil páginas que guardaba recelosamente en su computadora.

Era tema zanjado, nadie hablaba de eso más que ella sola.

Si le dieran a elegir, sería una escritora anónima, abriría algún perfil falso e internet y subiría sus historias.

Pero era tan cobarde que ni siquiera se atrevía a hacer eso.

•••

Cuando el reloj dio las ocho ella estaba lista para marcharse.

Llevaba unos jeans ajustado y una camisa color cobre con zapatos color café y una chaqueta del mismo color, se había dejado el pelo suelto como de costumbre y había optado por no llevar ningún tipo de lente.

Su cabello estaba lacio gracias a la alisadora, su rostro estaba limpio de maquillaje y se veía muy amplio sin sus lentes. Sus ojos oscuros relucían bajo la luz y parecía un poco más alta.

Su hermano la arrastró hacia el coche y la obligó a abrocharse el cinturón y mantenerse callada en todo el camino. Ella no sabía por qué, pero su hermano parecía demasiado molesto, no iba a preguntárselo tampoco, sería desatar su ira aún más y no estaba de humor para eso.

Cuando llegar él cerró su puerta y cuando Nabilean hizo lo mismo le puso seguro al auto.

La empujó hacia la puerta donde un hombre corpulento se encontraba, y éste los dejó pasar sin pedir identificación, solo los observó por cinco largos segundos y asintió hacia dentro del local (el cual estaba lleno).

— ¡Nabs!— gritó Penny desde una de las mesas medio vacías, la saludó con la mano desde lejos para indicarle por dónde ir.

Llevaba un vestido flojo con medias gruesas y botines vaqueros, en cualquier otra persona resultarían ridículos, pero en ella se veían muy bien.

—Penny. — Musitó en voz baja cuando llegaron por fin. — Me alegro ver un rostro conocido en este atestado lugar. — susurró observando a su alrededor.

Nabilean se sentó frente a esta en la pequeña mesa redonda y dejó que su hermano se sentara a su otro costado.

— ¿Quieren un cerveza?— preguntó ringo mientras se ponía de pie.

Llevaba vaqueros desgastados y una chaqueta azul marino, el cabello levemente despeinado y una sonrisa genuina en su rostro.

—Te acompaño por ellas. — respondió Deizanh mientras se ponía de pie y se encaminaba a su lado. 

En cuanto desaparecieron de su vista Penny Lane suspiró y dejó caer su rostro en la superficie de la mesa.

—Esos malditos pantalones s ele ven tan bien. — gruñó.

Nabilean rió mientras la chica volteaba hacia ella sin despegar la cabeza de la superficie plástica de la mesa.

—Estás demente.

—Quizá. — respondió la pelirroja. — Tal vez tu hermano me tiene así.— musitó, se encogió de hombros torpemente y suspiró nuevamente.— En fin, me alegra solo verlo, es algo así como el motivo que tengo para despertar cada mañana desde que lo conozco.

Nabilean frunció el ceño hacia su nueva amiga.

Amiga… dios, la palabra sonaba extraña en sus labios.

—Creo que por ningún motivo un hombre debería ser el motivo por el cual tú quieras vivir o levantarte. — musitó con deje cansado. — Deberías vivir porque quieres, no porque debes.

Estaba siendo muy hipócrita y ni siquiera le importaba.

Traída de otro planeta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora