Después del extraño momento en Taller de lectura y redacción se encaminaron hacia gramática. Nabilean estaba feliz de que por fin hubiera terminado, aunque a Penny Lane no le tocó leer su escrito y estaba muy ansiosa.
Abrió la puerta con cuidado y la dejó pasar primero, pues era más pequeña y delgada, y la puerta era muy pesada para ella.
Penny apartó un lugar para Nabilean mientras ella cerraba la puerta con cuidado, al parecer eran las primeras en llegar, el lugar estaba vacío y en silencio.
Dejó las cosas sobre la mesa y cuando estaba a punto de sentarse una mano se posicionó en su brazo haciéndola voltear en esa dirección.
Sus ojos se encontraron con un gran torso cubierto por una chaqueta negra con estoperoles grises, volteó hacia arriba hasta toparse con esas facciones tan definidas y esos impactantes ojos azules. Hizo lo posible por seguir respirando con normalidad.
—Eh… hola. — Dijo, la soltó rápidamente y se llevó la mano hacia la parte posterior de su cabeza. — Quería decirte que me gustó lo que escribiste.
Sus mejillas se sonrosaron y pudo sentir como el calor invadía su cuerpo.
Estaba sonrosándome ella también.
Ella sonrió en respuesta y asintió con delicadeza mientras ladeaba su cabeza ligeramente hacia la derecha para observarlo mejor.
—Gracias. — dijo. — También me gustó tu trabajo. — murmuró.
—Gracias. — Respondió, movió sus ojos hacia la puerta y sacudió su cabeza. — Soy Colin Riggs, ¿y tú?
Movió su mano en dirección a ella y ésta la aceptó y estrechó.
—Nabilean Hurimey.
Él chico llamado Colín asintió y se encaminó hasta la parte trasera del salón.
Nabilean tomó asiento junto a Penny, quien la miraba sonriente y emocionada, no sabía si su cara estaba roja por la emoción o por el frío.
Penny abrió su boca para comenzar con el paloteo pero la maestra entró justo en el momento específico.
Nabilean respiró profundamente, agradecida con su presencia y sonrió mientras abría su cuaderno y la clase comenzaba.
•••
El comedor era el único lugar donde todos acudían sin importar su carrera, Nabilean se había quedado apartando una mesa mientras Penny, su hermano Ringo y Deizanh compraban comida y le llevaban a ella su bandeja.
Su hermano sabía lo que a ella le gustaba, así que no había porqué desconfiar.
Se sentía cansada, como si no hubiese dormido en semanas. El corto cabello negro le caía sobre los hombros y los lentes de contacto le provocaban ardor. Sacó el pequeño estuche y se los quitó, decidió utilizar los de armazón en su lugar, pues aunque eran más molestos, también eran la mejor opción para sus ojos que eran demasiado delicados.
Guardó el estuche en su bolso y se talló los ojos para alejar las lágrimas que habían comenzado a formarse en éstos.
Todo se sentía demasiado frío y solo, a pesar de que había mucha gente alrededor.
Esa era el peor de los sentimientos, cuando te sientes sola rodeada de miles de personas.
—Había tacos y patatas, te traje de los dos y gelatina porque sé que no te gusta el pastel de chocolate.
