Deizanh estaba demasiado celoso y molesto, se pasó todo el fin de semana intentando evitarla a toda costa, aunque no pudo.
Ese lunes por la mañana parecía un poco más calmado, aunque no demasiado. Manejó en silencio con la mandíbula apretada y sosteniendo el volante muy violentamente, y cuando ambos bajaron él la detuvo antes de que se acercara hacia Penny.
—No me gusta ese chico.
Ella lo miró confundida por un momento y luego todo encajó.
— ¿Colin Riggs?— preguntó.
Su hermano asintió.
—No me parece un buen chico.
Nabilean se encogió de hombros antes de contestar y alejarse.
—A mí no me parece bien que el viernes hayas besado a mi nueva amiga y no por eso voy por ahí gruñendo y lanzando comentarios estúpidos y sin sentido.
Deizanh la miró boquiabierto un par de segundos y luego frunció el entrecejo.
— ¿Quién te lo contó?
Nabilean arqueó una ceja en su dirección y rió.
—Tu cuerpo te delató, estúpido.
Colin Riggs le caía bien, le había comprado cafeína y donuts, la había llevado sana y salva a su casa, pero sobretodo, la había llamado princesa guerrera.
No había ningún motivo para que ella dejase de hablarle (aunque en realidad no se hablaban en absoluto).
Tomó a Penny Lane de la mano y la arrastró hacia el edificio sin decir ninguna palabra.
— ¿Qué pasa?— preguntó la pelirroja, Nabilean le hizo un gesto para que guardara silencio y subieron las escaleras de dos en dos.
—Necesito encontrar a Colin antes de que la clase comience.
Penny alzó y bajó sus cejas repetidas veces en su dirección mientras una sonrisa se apoderaba de su rostro.
—Ya te vi, pillina.
—Calla pervertida.
—Ahí está. — Señaló hacia el final del pasillo. — Corre antes de que entre.
Subió los pocos escalones que le quedaban y corrió por el pasillo intentando esquivar a las demás personas que querían pasar a la vez.
Logró abrirse paso entre dos chicas que conversaban animadamente y volteó su rostro hacia ella para disculparse, pero no dejó de correr hasta que chocó con una pared.
O eso pensaba.
— ¡Lo siento, lo siento!— exclamó una voz conocida.
Ella se había detenido agarrándose de lo primero que encontró (su cuello, claro) y eso había evitado su caída.
—Mierda. — Musitó ella. — Nuestro destino es chocar siempre, o que me mates, una de dos.
Él rió.
Su risa se escuchaba y se sentía tan bien, que quería escucharlo siempre.
— ¿Estás bien?
—Sí. — respondió. — Solo quería entregarte esto.
Abrió el bolso marrón y sacó el suéter pulcramente doblado, olía a detergente y un poco a rosas. Nabilean siempre olía a rosas.
![](https://img.wattpad.com/cover/36070603-288-k83226.jpg)