Su hermano la había regañado por marcharse así con el enemigo.
O algo así.
Ella no le prestó atención y comenzó a contarle lo que había hecho y cómo era su familia. Deizanh se tranquilizó un poco y se alegró porque ella había tenido un buen día después de todo. Le gustó saber que Colin había hecho algo para que ella se sintiese mejor.
—Y tiene dos hermano pequeños, son gemelos y preciosos. — Le contó ella con mirada soñadora y una enorme sonrisa en su rostro. — Una hermana adolescente, y su madre es muy graciosa, y cocina delicioso.
—Me alegro mucho por ti. — respondió. — Solo, a la próxima que vayas con él a cualquier lugar, por favor avísame. — pidió.
Ella asintió.
—Lo haré. — musitó. — Lo prometo.
Cenaron en silencio ese día, su padre se había cansado de tomar y se había ido a su habitación desde muy temprano. Su madre no mencionó nada sobre el chico que la había llevado a su casa, tampoco el motivo de su felicidad.
Su madre parecía tan aliviada de que su esposo no estaba ahí, que ni siquiera notó que sus hijos se estaban comportando diferentes.
Ella ya no se fijaba en nada, se limitaba a sobrevivir día con día.
Al día siguiente, en cuanto Deizanh estacionó el auto, ella corrió hacia Penny, quien la esperaba en la entrada.
La pelirroja la saludó y no protestó mientras Nabilean la empujaba hacia el edificio.
Subieron hasta el segundo piso y se acomodaron en sus habituales asientos, esta vez Penny se sentó junto a ella, quería que le contara sobre su escapada del día anterior, pero Nabilean no lo haría. No en la escuela.
—Vamos, cuéntame. — Insistió ella. — No me creo eso de que te sentías mal, o qué, ¿mágicamente Colin Riggs también se sentía mal?
La pelirroja arqueó una ceja hacia Nabilean y ésta solo rodó los ojos.
—Te contaré. — respondió. — Pero no aquí. Después.
Penny asintió y luego ambas sacaron sus computadores de sus bolsos.
Nabilean había terminado su tarea en la casa del árbol de Colin, así que estaba confiada en que le haría bien. Le había gustado narrar desde otra perspectiva, ya fuese un objeto o un animal. El ser una ventana le había agradado mucho, demasiado a decir verdad.
Una mano se posó en su campo de visión y le apartó un mechón de cabello del rostro, volteó hacia arriba y sonrió al encontrarse con Colin y sus preciosos ojos.
— ¿Terminaste el trabajo?— le preguntó él.
Llevaba jeans descoloridos y una camisa azul que salía por debajo del suéter café de lana, se miraba como todo un nerd, pero muy atractivo.
—Sí. — respondió. — Lo terminé ayer antes de que me... fuera a casa, ¿y tú, lo terminaste?
Él asintió.
—Sí, ayer por la noche. — dijo. La puerta s abrió dándole paso al maestro asignado, él hizo un gesto de fastidio y negó antes de moverse. — Nos vemos más tarde.
•••
Cuando las clases terminaron ella bajó junto a Penny, Ringo y su hermano hacia la entrada de la universidad para irse a casa.