Los pasos resuenan en el pasillo del edificio de escritura, Nabilean caminó junto a Colin mientras él sostenía su mano como si fuese la cosa más valiosa que una vez habría tocado.
Él abrió la puerta y la dejó pasar primero. Ella le sonrió en respuesta y se encaminó hacia una banca sola, sabía que Colin se sentaría junto a ella, así que dejó un espacio vacío para él. Era increíble la manera en que se sentía cuando estaba junto a él, como si todo lo demás estuviera borroso y solo ellos dos estuviesen enfocados, como en una fotografía.
Colin tomó asiento junto a ella y en ese momento la puerta se abrió, dándole paso al maestro de lectura y redacción. Llevaba sus habituales zapatos desgastados y el largo cabello grisáceo peinado hacia atrás.
A lo lejos se escuchó el cuchicheo que personas, pero a nadie le interesa realmente. A nadie le gustaba esa clase, solo a Nabilean y un poco a Colin.
Dejó el maletín negro de cuero sobre el escritorio de madera y sacó un par de gises para comenzar la clase.
Escribió “Escritura de ficción y no ficción” en el pizarrón y se volteó hacia Nabi y Colin.
—Tú. — la señaló, le tomó un momento darse cuenta que le hablaba a ella. — Tengo conocidos en los ángeles. — Dijo el profesor. — Un par de esos conocidos son críticos de la literatura, y otro par trabajan en una de las más famosas editoriales. — le sonrió un poco intentando animarla. — Les hablé sobre ti Nabilean Hurimey, y quieren ver tus escritos.
Ella lo miró estupefacta por un momento mientras los demás comenzaban a murmurar, Penny y Colin le daban su apoyo, él incluso le apretó la mano para que no estuviese tan nerviosa.
— ¿Qué?— preguntó sin saber exactamente a qué se refería.
—Si les gusta lo que haces, ellos podrían publicarlos, hacer una buena crítica sobre ti y lanzarte al mundo de la escritura. En unos cuantos meses podrías ser un Best Seller. Piénsalo Nabilean, sería una gran oportunidad.
Y así lo hizo.
Lo pensó durante toda esa tarde, no puso demasiada atención en sus clases ni a la plática de sus amigos y su ahora novio.
¿Tendría el valor para que alguien leyese alguna de sus historias?
Había mostrado relatos cortos en clase, relatos que no eran demasiado importantes, pero tenía un par de historias largas terminadas y demasiado personales.
No sabía si podría hacerlo, no quería arriesgarse demasiado.
—Creo que deberías intentarlo. — sugirió Colin, estaban en el viejo sofá de la casa del árbol, ella recargaba su cabeza en las piernas de él. Era una posición cómoda, él le acariciaba el cabello con la punta de los dedos y hacía lo posible por no aprovechar la situación y besarla en ese instante.
—No lo sé. — musitó. — Me siento demasiado confundida con eso. — Dio un suspiro y se giró para verlo a la cara. — ¿Y si no les gusta?— preguntó. — ¿Y si mis escritos son tan malos que los haga vomitar? No quiero eso Colin.
—No creo que puedas escribir algo malo cariño, al contrario, todo lo que haces es perfecto y bellísimo.
Ella bufó en respuesta.
—Sólo lo dices porque me quieres.
—No, en realidad lo digo porque te amo, y sé que es así.
Ella lo golpeó en la rodilla y luego se reincorporó en el sillón, quedando con las rodillas encogidas y colocó su mentón sobre éstas.
— ¿Me amas?— preguntó asombrada, él hizo un gesto con los labios y rodó los ojos.
—Claro que sí, tontita.
Estuvieron ahí durante un par de horas, hablando un poco, también un poco en silencio.
Él la había besado varias veces, y le encantaba hacerlo.
Cada vez que sus labios se tocaban era como fuegos artificiales se prendieran a su alrededor, como si estuvieran solos en el mundo… en silencio, solo ellos dos, amándose.
Nabi estaba sobre sus piernas mientras le mostraba una historieta que Ringo le había prestado esa mañana, no reconocía el nombre ni los personajes, pero estaba interesante.
Colin no podía prestarle atención, lo único que podía pensar era en ella sobre su regazo. Ella en cualquier parte.
— ¿Entendiste?— le preguntó.
Él movió la cabeza intentando apartar los pensamientos, Nabilean lo miraba con el ceño fruncido mientras él intentaba apartarla un poco. Su trasero estaba ligeramente posicionado en un lugar donde no debería estar, no en momentos así.
—En realidad no. — Respondió, la puso a un lado y se puso de pie de un salto. — ¿Quieres leche o algo? Creo que iré a la cocina por algo, tengo hambre.
Él estaba demasiado nervioso y ella podía notarlo. Se preguntaba cuál era la razón.
Colin se dio media vuelta dirigiéndose hacia la puerta pero ella lo detuvo.
— ¿Qué pasa?— le preguntó confundida. — ¿Dije algo malo?
Él negó, pero se mostraba demasiado exasperado. Por un momento ella se sintió herida.
Lo condujo de vuelta al sofá y lo obligó a sentarse.
— ¿Quieres saber qué es lo que pasa?— Ella asintió, le tomó la mano y la empujó sobre él, sentándola a ahorcadas sobre sus cadera. — Esto es lo que pasa. — susurró mientras la apretaba más contra sí para que notara su erección.
Escondió su rostro en su cuello por vergüenza, ella parecía haberse quedado sin aliento. Segundos después ella se removió sobre su miembro y lo abrazó con fuerza mientras acomodaba su cabeza en un mejor ángulo para besarlo.
En el momento en que sus labios se tocaron las chispas aparecieron. Dejó que la lengua de Colin invadiera su boca y se dedicó a disfrutar del beso.
Cuando él se separó por aire, ella le tomó la cara con ambas manos para mirarlo fijamente.
—Te amo Colin, y te juro que si algún día me dejas, te perseguiría hasta el fin del mundo. — Susurró, él rió mientras ella volvía a besarlo. — Estoy hablando seriamente.