Capítulo 10. -

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Las galletas estaban tan deliciosas como el chocolate caliente. Eran de mantequilla y se deshacían en la boca.

A B C de amor era lo más interesante en la televisión, Colin aseguró que contrataría cable para esa televisión si ella seguía yendo a ahí.

Y a Nabilean le gustaba la idea. El cable no tanto, si no ir a la casa del árbol a pasar el rato, platicar con él o simplemente quedarse en silencio observando el falso cielo soleado del techo.

Le gustaba ese lugar.

La puerta se abrió y unos pasos se escucharon en su dirección mientras Josh Hutcherson lloraba por rose Mary, y segundos después una mujer de mediana edad y cabello castaño se asomó por la puerta. Llevaba jeans desgastados y un suéter color café, el cabello estaba sujeto en una cola de caballo con mechones por fuera, llevaba gotas para la lluvia y a Nabilean le agradó con solo verla.

—Hola. — Saludó la señora. — ¿Necesitan algo?— preguntó mientras se acercaba hacia ellos.

Ambos negaron.

—Estamos bien mamá. — respondió Colin pausadamente.

—observó fijamente a Nabilean y luego le sonrió de nuevo.

—Soy Jules Castell, madre de Colin. — musitó extendiendo su mano hacia la chica.

Ésta la tomó y la estrechó intentando no estar tan nerviosa.

—Nabilean Hurimey, amiga de Colin. — respondió intentando no reír.

La señora Jules pareció desilusionada con la respuesta.

—Eres muy guapa, tal como lo dijo Lena.

Colin bufó.

—Venías a espiarnos, ¿cierto?

—Sí. — Respondió la señora Jules sin inmutarse. — No quiero nietos tan pronto.

—No se preocupe. — Intervino Nabilean. — Por lo menos no de mí, no soy su novia.

—Porque no quieres. — musitó Colin mientras la observaba fijamente.

—Colin. — Lo reprendió su madre. — ¿Qué te he dicho sobre intimidar a las visitas?

Él parecía fastidiado y un tanto molesto, pero no en serio.

—Qué es malo y pueden pensar que soy un maniático sexual.

—Y…— añadió su madre.

—Que te hago quedar mal por haberme educado de esta manera.

Ella asintió orgullosa.

—Ahora, discúlpate con Nabilean.

Él rió y se volteó hacia ella.

—Lo siento Nabilean, por acosarte frente a mi madre y decirte que me gustas, pero algún día te raptaré como a la antigua y te tendrás que aguantar y serás mi esposa.

Nabilean rió ante la disculpa y su madre lo miraba como si quisiese arrancarle los ojos con una cuchara.

—¡Colin Heribert Riggs Castell!

Él rodó los ojos.

—Ya mamá, solo bromeaba. — dijo. — Un poco. — añadió en un susurro, pero Nabilean lo escuchó.

La señora Jules bajó y se volvió hacia su casa diciendo que tenía que hacer la comida y  quien sabe cuántas cosas más.

Traída de otro planeta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora