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Sus ojos se abrieron de forma repentina, estaba bañado en sudor, miró a todos lados viendo que se encontrada completamente solo, se sintió un idiota a imaginar cosas sin sentido, volvió a acomodarse entre sus sabanas dispuesto a seguir durmiendo hasta que un rayo algo rojizo tocó su rostro, se levantó de su cama para caminar a su balcón, apartó las cortinas haciendo que el brillo rojizo de la luna entrará a su habitación.

—No puede ser...

No tenía palabras, ¿cómo era posible que en ese momento pasará eso?.

—¡Mana, Mahad!.

Atem salió de su habitación gritando el nombre de sus amigos, en cuestión de minutos las puertas de las habitaciones de ambos magos se abrieron, dejando ver sus rostros adormilados, sus cabellos despeinados y su ropa algo desacomodada —Mana—.

—¿Qué pasa Atem? —preguntó la oji-verde dejando escapar un bostezo para tallarse un ojo.

—Necesito regresa rápido a la época actual.

—¿Ahora? —dijo Mahad con cierta sorpresa, el oji-rubís asistió—Faraón, es de noche, Yugi y sus amigos deben está durmiendo, aparte, no creo poder crea un portal.

—Yo menos—Mana se apoyó en la espalda de su maestro, cerrando los ojos dispuesta a seguir durmiendo.

—¡¿NO NOTARON CÓMO ESTÁ LA LUNA?! —el grito de Atem hizo que ambos se cayeran al suelo, quitándoles por completo el sueño.

—¿A qué se refiere faraón?.

—¡Mira!.

Mahad se acercó por la puerta de la habitación del oji-rubís, sus pupilas se dilataron a ver la luna, Mana por total curiosidad se acercó, sorprendiéndose también a ver ese color rojizo, de forma lenta sus rostros se dirigieron a la dirección del tricolor, Atem estaba de brazos cruzados con el ceño fruncido, algo impaciente por escucha la respuesta de sus compañeros.

—Voy por el libro de hechizo—finalizó Mahad.

[•••]

—No pienso dejarte ir solo.

Atem suspiró tocando su frente por encima de su corona a escucha las palabras de la oji-verde, Mana sujetada la capucha del oji-rubís intentando impide que se fuera sin ella, lo jalada evitando que se acercará más a portal que estaba frente a ellos, no iba a solo, ¡no señor!.

—Mana, suéltame...—susurró mirando a la castaña que no dejada de jalar queriendo hacer que se alejará, un esfuerzo en vano ya que no lo movía ni un poco.

—¡No!, ¡iremos los dos!.

—Voy a está bien, solo voy a salvar a Yugi.

—¡¿Si sabes lo peligroso que es Hades?! —Mana lo miró molesta, el oji-rubís suspiró, iba a decir otra vez las mismas palabras de hace cinco horas—¡Sabes muy bien que no es recomendaré meterse con los dioses griegos!, ¡ya Ra lo dijo!, ¡por lo tanto no puedes ir y decirle a Hades: regresarme a Yugi ahora mismo!, ¡¿sabes cuantos guardias tiene?!.

—Creo que se decía espectros—agarró su capa para jalar de ella haciendo que Mana la soltará, la oji-verde hizo un puchero—No soy estúpido, aparte, no creo que Hades sea peor que Anubis.

—¡No sabes que le hizo a Yugi!, ¡capaz y le lavó el cerebro y... y...!—Mana movía sus dedos en círculos a cada lado de su cabeza, Atem por instinto miró a Mahad con una cara de: "ayudarme", una mirada que fue totalmente ignorada—¡SABES QUE ES PELIGROSO, Y NO PUEDES LLEVARTE A JOEY Y LOS DEMÁS!.

—No voy a meterlos en esto.

—¡¿Y ENTONCES?!.

—Voy a hablar con los caballeros, si mal no me equivoco Yugi... Yugi...—no sabía cómo decirlo, la idea de que el oji-amatista tuviera pareja no le molestada, ¡lo que le molestada era que era alguien con una vida anormal!, ¡Y SOBRETODO MAYOR! —Yugi... Yugi...

Hijo del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora