Capitulo 3. El príncipe mediocre.

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Magnus resopló ante las palabras de su padre.

¿Qué vaya a empezar a darle nietos? No, por favor, no.

No se cuida ni él; para andar cuidando otros está muy complicado.

—Padre, no hay ninguna prisa...

—¡Claro que la hay! —respondió Asmodeus limpiando su boca de los restos de comida que tenía ahí.

Ya recordaba porque no le gustaba comer con su padre y Camille juntos. Le quería llenar de responsabilidades que no quería aún. Que si los hijos, que si el matrimonio, que si la Corona...

Total, nunca lo dejaban almorzar tranquilo.

Camille se mostró algo incómoda por las palabras de su ¿suegro?

—Llevan toda la vida estando juntos, ¿qué tiene de malo el querer establecerse ya? —preguntó Asmodeus mirando a la pareja. Magnus no supo cómo explicarle que no eran una pareja sólida, que estaban juntos porque era lo más conveniente para los dos.

—Habrá otros momentos, rey Bane. Los hijos son una responsabilidad muy grande para nosotros —dijo Camille sonriendo falsamente.

Magnus lo sabía, sabía que Camille no quería tener hijos. Nunca, jamás, de verdad que nunca. Se lo había explicado anteriormente; los niños son criaturas que necesitan su total atención, atención que ella no quería darles; también desfigurarían su cuerpo.

O sea, ninguno de ellos quería hijos.

—Vamos, gobernar todo un pueblo si que es una gran responsabilidad y Magnus tendrá que hacerlo. Claro que los hijos son una responsabilidad, pero la vida adulta está llena de eso.

—A veces, gobernar un pueblo es más fácil que criar correctamente a un niño —comentó Magnus, esperando que el tema de los hijos se fuera pronto.

Asmodeus abrió la boca, listo para seguir insistiendo, pero Camille se adelantó al rey.

—Magnus me dijo que pronto comenzarán los preparativos para su coronación.

Joder, otra responsabilidad más.

—Bueno, todavía tiene que demostrarme que es un buen príncipe. Por cierto... —desvió su mirada hasta Magnus y habló en un tono acusador —hace dos semanas que me dijiste que irías a conocer al personal del castillo y no has hecho nada.

El personal..

Alec...

Se le revuelven las entrañas al volver a pensar en Alexander otra vez más.

Ese cocinero respondón, ingrato, rebelde, malhumorado, terco, obstinado e irrespetuoso que lo había cautivado desde que que lo vió a punto de tirarse de aquella iglesia.

Y aún cuando su último encuentro había sido desastroso, era imposible dejar de pensar en el chico de ojos tristes y azules.

Volviendo al presente, el príncipe respondió —Ragnor se irá hoy, déjame disfrutar a mi mejor amigo un tiempo antes de que se vaya por días o incluso semanas.

—Si todo va bien, volverán pronto. —Asmodeus le dió una mirada cautelosa hacia Camille. A pesar de que ella era un miembro importante del castillo, absolutamente nadie debería de saber los problemas que se tenían con los rebeldes —. Y es por eso mismo que no te he dicho nada hasta hoy, pero quiero que te pongas al corriente con tus planes.

—Ajá —contestó distraídamente.

—Si me disculpan. —Camille se levantó de su silla y sacudió su vestido —. Es hora de mi entrenamiento. Rey Bane, Maggie —puso un beso en la mejilla del moreno y se fue.

Los secretos del castillo BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora