Capítulo 7. El cocinero arquero Parte I

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Estoy un poco bastante emocionada por este capítulo. Habrá un personaje que, sin duda, va a causar ciertas dudas y el primer acercamiento entre Magnus y Alec.

Disfruten

La feria.

La fecha más importante y festejada de todo Edom.

Hoy se festejaba a la diosa Lilith, la figura en la que todos los habitantes de Edom creían y adoraban. Magnus no era el más creyente de ella, pero le gustaban las fiestas que se hacían por el día. Había perdido la fé en ella desde que sus súplicas no fueron escuchadas y su madre había muerto.

—Y que el infierno nunca los alcance —finalizó Jem la oración típica que se hacía en el festejo.

La oración le parecía un poco irónica a Magnus porque, para algunos extranjeros, Edom es considerado el infierno gracias a la cantidad de seres mágicos que habitaban.

—Y que el infierno nunca te alcance a ti —respondieron todos los que se encontraban en el templo, Magnus incluído.

—Pueden retirarse y disfrutar la feria de hoy —dijo Jem sonriendo y alentando a la gente de salir a lo que todos esperaban, pero no querían admitir. La feria.

Magnus se paró felizmente de la banca en la que está sentado, pero fue arrastrado de vuelta con un jalón gracias a su padre.

—Magnus —siseó —. Aún no te puedes ir.

—Pero...

—Que no —volvió a sisear con una sonrisa para cualquiera que se despidiera de él. Magnus bufó, cruzando los brazos.

Alguien lo golpeó desde atrás y, obviamente, se volteó para devolver el golpe. Lo hubiera hecho si no hubiera sido Catarina la que lo golpeó.

—Quédate quieto, Magnus —ordenó amenazanolo con su dedo juzgador.

Volvió a bufar y a cruzarse de brazos. Se le estaba pegando la amargura habitual de Alec.

La gente fue saliendo del templo y después de cinco minutos, no quedaba nadie más que Catarina, su padre y él. Camille y Raphael estarían ahí también si Raphael creyera en Lilith y si Camille estuviera en Edom.

Ni siquiera sabía donde estaba Camille. La rubia iba y venía cuando quería de Edom a hacer sus propios asuntos.

—Magnus, te quiero listo para mañana al mediodía para el Rito —ordenó Asmodeus al ver que ya no había nadie más cerca de ellos aparte de Catarina —. Sé que no volverás hasta la madrugada al castillo, así que te aviso desde ahora. —Miró a Catarina —. Cuídalo.

—Por supuesto, su majestad.

Asmodeus, tras en leve asentamiento, se alejó de ellos para verse con Jem y acordar los detalles de mañana en el Rito. El Rito era, para resumir, un espectáculo para Lilith en donde todos los seres mágicos probaban su poder y daban ofrendas hacia ella. Siempre ocurría un día después de la feria.

—¿Ya me puedo ir? —preguntó Magnus a Catarina, quien asintió y se paró junto a él enganchando sus brazos y saliendo del templo juntos.

—Me preocupo por ti, Magnus —comentó la mujer.

El moreno se detuvo —¿Por qué? No hay nada de que preocuparse.

—Por el interés que estás demostrado hacia el cocinero.

—¿Alec? Pero si Alec es un amor.

—No lo sé, Magnus —dijo mordiéndose su labio inferior, sumida en sus pensamientos —. Hay algo en él. Lo he visto antes, estoy segura. Y no me refiero a verlo en la cocina, lo he visto en otra parte, pero no puedo recordarlo.

Los secretos del castillo BaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora