Amaba sus jardines. Amaba en general las plantas.
La podrían llamar una nerda de la botánica aunque solo quedaba en la investigación, porque tocaba una planta y morían. No por su poder, sino que como la mayoría de los sabios saben la teoría pero no hacían práctica, para eso tenían sus aprendices.
Ocer apenas tocó la puerta antes de encontrarla llena de libros y papeles por leer o firmar, además de todo lo que tenía en electrónico. Pero él estaba acostumbrado, siendo su Secretario de Política.
- ¡Vaya! Como veo que estás ocupada te lo resumiré- dijo él mientras Elaenia sacaba su mirada de los papeles y se recostaba en su silla.
-Si sigo firmando otra cosa, dejaré de disfrutar mi firma- dijo ella mientras suspiraba frotando su dedo índice y el de en medio. El tic ante el estrés que había tratado de desaparecer, pero al final se había resignado y tomado con elegancia.
-Hubo otro ataque en Bratcher, a los almacenes de comida, supuestamente han sido los ciudadanos hambrientos, aunque no estoy muy seguro- dijo dejando un silencio que ella comprendía.
Sabía a lo que se refería y aunque el Emperador lo veía como una simple piedra en el zapato, ella conocía la magnitud que traería si no se le ponía un alto.
-¿No están satisfechos con los últimos programas de ayuda?
-Creo que en general son problemas sociales.
Elaenia alzó una ceja preguntando.
-La conversación de la discriminación y privilegios esta alzando niveles alarmantes. Ni siquiera nosotros estamos al nivel de controlar las mentes.
-Querer es un potencial aún no explotado-dijo ella- en mi próxima reunión con Cyrestis y Weiske les diré que podemos empezar a hacer para enseñar en las escuelas como es nuestro mundo.
Ocer asintió. El pensamiento subordinado se creaba en las escuelas, una inversión lenta pero segura.
-Si me permites-siguió Ocer- se está haciendo un movimiento generalizado de derechos igualitarios.
-¿Igualitarios? ¿Qué tontería es esa?-exclamó fastidiada- maldita gente nunca está satisfecha con nada ¿Acaso hay un maldito reino en Galec que sea igualitario? ¿Existe eso?
Ocer se encogió de hombros.
-Agitadores en la mayoría-dijo refiriéndose a la gente.
Elaenia volteo los ojos frustrada.
-Mientras sube los impuestos de Bratcher al sector pobre, si ellos han robado los recursos lo pagarán con los impuestos, quien no los pague se le acumularan multas y ya sabes qué hacer si no se cumplen- dijo ella: azotes, embargos y todo tipo de castigo simultáneo. Aunque sabía que todavía tenía que ser aprobado por algunos otros Soberanos.
Nadie le llevaría la contraria a la palabra de Elaenia y ese era el papel de Ocer.
-Se los diré- le dijo Ocer con una sonrisa satisfactoria, observando los libros que había en cada mesita, pero antes de que Elaenia regresara a su tableta entró Jefet saludando a ambos.
-Ya llegaron las nuevas piezas de arte que te regaló el Emperador- dijo Jefet levantando las cejas ante el desorden del escritorio.
-Esto de estar firmando me va a ocasionar un colapso uno de estos días- dijo Elaenia mientras se estiraba en su asiento, con sus huesos crujiendo en una sinfonía después de horas en su oficina.
-Y eso que solo firmas...-susurro Ocer.
-Puedo contratar a alguien para que lea por ti -dijo Jefet sonriendo ante la flojera de Elaenia.
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El Poder Siniestro
Fantasy¿Un villano es el malo de los buenos o el bueno de los malos? Elaenia se ha hecho nombre por su crueldad y la favorita del Emperador al ser la única persona que tiene poderes en todo Galec. La mujer más poderosa de un imperio. Tres hombres encaden...