Una rebanada del pastel

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Es de noche, está sentada en la alfombra roja del piso de su cuarto. Hace juego con la blusa manga larga que trae, de nuevo hace frío porque lo trae sus pantalones de mezclilla favoritos.

Tiene varias cosas esparcidas en el suelo, fotos, escritos, recortes. Ya tiene doblada su ropa aunque aún sigue en los cajones, va a esperar hablar con Eren para después guardar todo en su maleta e irse.

Se quedó viendo las fotos del viaje que hicieron por su aniversario. No todo era falso, se divertían estando juntos, por eso es que ese viaje fue un tesoro que apreciar para ella, le encantaba pasar tiempo con él. Aunque le gusta más cuando están en su hogar, ese departamento que ambos han ido decorando y dando vida.

Mierda.

Le va costar despertar y ver que no esta ahí junto con Eren.

Tienes que dejarlo ir.

Era ahora o nunca, si seguía en sus recuerdos no se iría.

Escuchó la puerta del cuarto abrirse, se sorprendió. Eren entro dejando su celular en la mesita de noche, se quitó su saco y la corbata para echarlo al cesto de la ropa.

—Me moría por llegar a casa —se quitó los zapatos y los guardo en el closet—. Hoy pasó algo muy gracioso con Connie ¿lo recuerdas? Lo conociste en la fiesta, el calvo, bueno como sea, quiero contarte porque creo que te hará reír como a mi —aún no la veía.

Mikasa se sintió mal por él, no sabía cómo iba a tomar la notica de la separación pero hoy estaba de buen humor, no quería ser la causante de arruinárselo. Bajo la cabeza apurándose a reunir las cosas que tenía en el suelo.

—Que descortés soy —dijo Eren por detrás, su cabeza asomada por su hombro izquierdo solo a unos escasos milímetros de la de ella.

Dio un pequeño brinco, no se dio cuenta en que momento se acercó tanto.

—No te salude —le dio un beso en la mejilla—. Hola, buenas noches —le sonrió y después enfocó su vista a las fotos en las manos de la azabache—. Fue un buen viaje.

Mikasa asintió, el castaño se quedó más tiempo contemplando las fotos.

¿Había mencionado que la tocaba con mayor libertad? Pues eso incluía estos detalles, cuando podía igual le daba besos en la mejilla, no había necesidad de que hubiera alguien más presente.

—No te puedo ofrecer un viaje ahora por mi trabajo pero ¿qué te parece ir a cenar? —la miró, no tuvo que girar mucho su cabeza porque aún seguía sobre su hombro—. Vamos a ese restaurante de comida italiana que tanto te gusta.

Oh Eren.

Al ver que Mikasa no decía nada y ni una sonrisa se mostraba en sus labios, se atrevió a preguntar.

—¿Está todo bien? —se alejó para quedar frente a ella, estaba apunto de hacerle compañía en el suelo cuando Mikasa se levantó y se abrazó a sí misma.

—Eren, creo que...

No, no crees, debes.

—Eren, debemos terminar con esto.

Hubo unos segundos de silencio.

—¿A qué te refieres? —preguntó el moreno.

—Nuestro acuerdo, con nuestro matrimonio falso.

La cara de Eren mostraba confusión.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿De qué estás hablando?

Tú sabes de que estoy hablando.

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