Capítulo 14

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ANNABETH CHASE

—¿Annabeth? —preguntó Piper, sacándome de mis pensamientos—. ¿Qué pasa?

—Nada —fruncí el ceño—. Solo... 

Nos encontrábamos frente a nuestros casilleros, dejando algunos libros y recogiendo algunas cosas. Era lunes por la tarde y las clases acababan de culminar.

Había estado hablando con Piper hasta que sentí la mirada de alguien sobre mí. Al levantar la vista con sutileza, entendí que se trataba de Mason.

Esto había estado sucediendo desde que llegué a Goode. Lo solía ignorar, quiero decir, Mason no me importaba. Pero ahora me estaba empezando a molestar. ¿Cómo te sentirías si alguien te observara todo el tiempo?

Piper dirigió su vista hacia donde mis ojos miraban. Arrugó la nariz.

—Ah, ya veo. Otra vez Mason.

—Estoy cansada de que siempre me mire tanto —me quejé—. No entiendo que tanto disfruta.

Piper sacudió la cabeza incrédula.

—¡Annabeth, por favor! Le gustas. Por eso te mira.

Honestamente, no creía que esa fuera la razón por la que lo hacía, o que siquiera fuera cierta.

—Sea lo que sea. Desde que se acercó el primer día de clases siento que planea algo.

—Tal vez —dijo Piper—, pero no te preocupes. Hemos pasado por cosas peores que un mortal rarito.

Las comisuras de mis labios se levantaron levemente.

—Sí, bueno. No hablemos de eso —saqué mi mochila del casillero y me la colgé al hombro—. Por cierto, quería decirte que...

—Hola —dijo Jason detrás de Piper, provocando que ella se sobresaltara.

—Dioses, Jason, me asustastes —se llevó una mano al corazón.

Él sonrió culpable.

—Lo siento, Pipes. ¿Vamos?

Creo que iban a salir o algo parecido. Recordaba vagamente que Piper me lo había mencionado.

—Por supuesto —sonrió mi amiga, agarrándole la mano con emoción. Luego se acordó de mí—. ¿Me ibas a contar algo?

Negué con la cabeza, restándole importancia.

—Nada, solo que estaré ayudando a Leo y Calipso en su nuevo local, por si no me encuentras en el cuarto.

—¿Con Calipso? —me miró de la forma que solo una amiga íntima puede hacerlo—. Luego me cuentas como va todo.

Sonreí a regañadientes.

—Está bien. Los dejo, diviértanse.

Se despidieron y se alejaron caminando tomados de la mano. Cerré mi casillero y me encaminé al espacio que el director había destinado para el negocio de mis amigos. Era como un pequeño garaje al lado de la entrada de la escuela. La posición los favorecía ya que estaba a la vista de todos. En cuanto a la planeación, hasta el momento todo había ido de maravilla.

Estaba tan dispersa en mis pensamientos mientras caminaba que no me di cuenta que me había encontrado con alguien.

Ese alguien pasó un brazo por mis hombros y caminó a mi lado.

—Hey —dijo Percy, depositando un beso en mi mejilla. 

—Hola —lo saludé, con una sonrisa empezando a formarse en mis labios—. No te he visto en gran parte del día.

Los Siete Grandes SemidiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora