Capítulo 19

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JASON GRACE

Hoy era un viernes por la tarde y sentía que iba a morir, para variar.

De acuerdo, no en sentido literal.

Pero realmente me sentía muy cansado. Le había propuesto a Piper practicar para la competencia de voley, que si mal no recuerdo, era en dos semanas. El detalle en esto, es que no contaba con que Piper se emocionaría tanto por esta competencia.

Entonces, Piper estaba demostrando toda su emoción en el entrenamiento. Si algo tenía claro, es que en definitiva ella quería ganar. Como no voy a estar conciente de eso si, en estos momentos, me estaba haciendo correr como si no hubiera mañana.

—Piper, paramos un rato, ¿vale?

Me detuve, recuperando el aliento. Piper también lo hizo. Habíamos estado corriendo alrededor de la cancha del instituto. Solo había algunos alumnos que pasaban por ahí, ya sea para practicar o solo para observar, pero no eran muchos. Eso era bueno, nuestro estado era deprimente.

—Vamos de nuevo —dijo Piper después de unos, cortos, segundos.

Yo solté un gran suspiro.

—Piper, ¿no estás cansada? —pregunté—. Nos has hecho correr mucho.

Piper rio.

—Tú, Jason Grace, héroe del Olimpo, ¿estás cansado por correr?

—Sí, bueno, eso no significa que no me canse, Pipes —exhalé una risa.

Piper me miró unos momentos.

—Está bien —aceptó— Practicaremos saques... tal vez ataques.

Yo asentí, satisfecho con su respuesta.

Entrenamos durante aproximadamente, tres cuartos de hora más, hasta que un profesor se acercó a comunicarnos que debíamos desocupar la cancha, diciendo que hoy cerraría más temprano por mantenimiento.

Salíamos hacia los vestidores cuando decidí prender mi teléfono para ver la hora. En los primeros días de clases, Leo nos había dado uno a cada uno. Eran anti-monstruos, no había peligro alguno en usarlos.

Estaba a punto de mirar la hora cuando el teléfono comenzó a sonar. Era Leo.

—¿Leo?

—Hasta que te dignas a responder —la voz de Leo inundó mis oídos—. Te he estado marcando durante mucho tiempo.

Revisé mi teléfono. Era verdad, tenía más de diez llamadas suyas. Había tenido el teléfono apagado durante el entrenamiento y no me había fijado cuando prendí el teléfono.

—Lo siento. Pero uno pensaría que al no contestar asumirían que está ocupado —dije lo último con una sonrisa.

—Ya, hombre, como sea —Leo dejó de hablar por un momento. Se escuchaba el murmullo de personas—. Mmm, sí. Claro, hazlo —Leo se aclaró la garganta—. ... Jason, estamos esperándote en el garaje o cafetería, como quieras llamarlo. Hoy nos reuniríamos aquí, ¿recuerdas?

Fruncí un poco el ceño. Piper me miró interrogante.

—¿Eso no era a las...? —miré la pantalla del celular. 5:20—. Rayos, no me percaté de la hora.

La estruendosa risa de Leo se escuchó a través del teléfono.

—¿Te... escuchaste? Dijiste "rayos" Y... eres hijo... de Zeus y lanzas... Rayos —dijo entre carcajadas.

Suspiré con una sonrisa, negando con la cabeza.

—Ya, Leo. Basta con el rollo. Iremos en unos minutos.

Los Siete Grandes SemidiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora