Capítulo 24

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PERCY JACKSON

—Vamos... —mascullé, tratando de abrir la cerradura de la celda con la ayuda de mi espada. No funcionaba. Suspiré y negué con la cabeza—. Esto no da resultado.

Escuchaba a Aracne y a Mason hablando, pero eso no me importaba ahora. Piper y Jason seguían forcejeando con las cuerdas, más no conseguían nada. Estaban amarrados contra la pared y sus manos y pies estaban atados. Ni siquiera se podían mover lo suficientemente cerca como para romper las cuerdas con mi espada y entre los tres abrir la celda.

Y, de ninguna manera, lanzaría mi espada entre las rendijas de la celda. Si en el campamento tenía una terrible puntería en el tiro al blanco, lo más probable era que en lugar de romper las sogas, la espada atravesaría los cuerpos de uno de ellos. Así que esa no era una opción, prefería a mis amigos vivos.

Cerré los ojos para pensar en otra idea que pudiera funcionar, más no se me ocurría nada. En ocasiones como estas, deseaba que Annabeth estuviera a mi lado. De alguna manera, a ella siempre se le ocurría algo. Pensar en ella solo hizo que quisiera matar a Mason por lo que le había hecho. Ya encontraría la forma de recuperarla.

Abrí los ojos cuando escuché a Piper tratando de decir algo, no podía entenderle por la cinta que cubría su boca, pero me indicó con la mirada un rincón de cajas polvorientas con utilería de oficina.

Fruncí el ceño, confuso, pero me acerqué a donde me indicaba. Me agaché y entonces las vi. Unas pequeñas cajas de clips estaban tiradas a un lado del montón. Se me acababa de ocurrir una idea, y eso no pasaba muy seguido. Agarré una de las cajas y me acerqué de nuevo a la celda.

Hace unos años, Annabeth me enseñó a abrir cerraduras con uno de esos clips baratos. Según ella, podría ser útil en cualquier circunstancia. Y no se equivocó. Cuanto le agradecía por ignorar mi cara de "estás paranoica" y habérmelo enseñado.

—Esto debe funcionar —murmuré.

Moldeé uno de los clips con los dedos y lo introduje en la cerradura. Después, comencé a moverlo como Annabeth me había enseñado. Tras unos intentos fallidos, la puerta se abrió. Sonreí y entré rápidamente a liberar a Jason y Piper.

Unos segundos después, ya estábamos todos juntos fuera de la celda, escondidos detrás de otros muebles polvorientos.

—Te debo una, Jackson.

Jason me miró agradecido y Piper también me dio las gracias. Probablemente hubiera comentado algo sarcástico o hubiera echo una broma si no fuera por el hecho de que Aracne y Mason seguían teniendo a Annabeth bajo su control.

—Lo importante ahora es sacar a Annabeth de ahí porque...

—Estuvimos capturados, no sordos, Percy —sonrió Piper—. Escuchamos todo.

Por supuesto, es que a veces era tan...

—Bien, ¿alguien tiene un plan? —susurré.

—Annabeth siempre hacía los planes, ¿no? —Jason sonrió burlonamente y Piper le dio un codazo—. Puedo imaginar que tú solo peleabas.

—Cállate, Grace. Ponte serio.

Fruncí el ceño, pensando como podíamos atacar. En realidad, no teníamos muchas opciones. No podíamos acercarnos mucho sin que nos percibieran. No había muchos lugares en los que esconderse. La única opción era atacar directamente.

Una vez que Aracne y su amiguito murieran, todo terminaría. Tal vez, incluso el hechizo sobre Annabeth lo haría. Ojalá fuera así. Si no lo era, esperaba que Calipso tuviera una solución como lo había dicho.

Los Siete Grandes SemidiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora