SPECTRE 08 [Din Djarin x OC]

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"El Mandaloriano"

Adhara escaneó el rostro del inconsciente cazarecompensas con su datapad. Los droides habían atado y amordazado al hombre contra uno de los pilares del edificio, y ella había chequeado que las cuerdas estuvieran tensadas con fuerza.

El datapad le mostró la ficha identificadora del hombre –Huh, Toro Calican –leyó la chica, con las rodillas flexionadas y agachada frente al cazarecompensas. Tenía a uno de los tres droides DUM de Peli a su lado–. Búsqueda y captura por posible implicación en el robo de un cargamento de armas, blah, blah, blah... los niños de rostros bonitos siempre son los peores, dummy –la chica le acercó el datapad al droide, que lo observó con atención por unos segundos, mientras ella miraba el pequeño corte que tenía el hombre en la frente debido al golpe que el niño le había dado.

Adhara miró hacia arriba. El cielo poco a poco iba convirtiéndose de celeste a anaranjado. La temperatura bajaba y la luz desaparecía, la noche acechándolos. La chica se levantó y suspiró, volteando hacia donde Peli se encontraba acostada en unas mantas que los droides habían dejado en el suelo para ella. La mujer seguía inconsciente, pero al escanear su condición física todo parecía bajo control. El niño estaba a un lado de ella, sentado sobre el suelo y con una garrita en el brazo de ella mientras que con la otra sostenía su preciada esfera plateada. La miraba concentrado, expectante.

Adhara caminó hacia ambos, el droide siguiéndola. Se agachó a un lado del niño y suspiró. Él no la miró.

–Hey, peque –le susurró ella. Las orejas del niño se levantaron y volteó a mirarla con sus gigantescos ojos. La evaluó unos segundos y luego se levantó para acercarse a ella. Adhara se sentó en el suelo y dejó que él se subiera en su regazo.

Un niño sensible a la fuerza. Eso era este pequeño alien verde.

No era la primera vez que Adhara se encontraba con una persona sensible a la fuerza. Tampoco era la segunda, ni siquiera la tercera. Conocía el misterio de la orden Jedi, se lo había explicado todo de primera mano un Caballero de dicha orden. Sabía qué es lo que la fuerza podía hacer, la grandeza de esta.

Había sido esa Fuerza la que había salvado a toda la galaxia hacían ya cuatro años. La chica la había visto hacer maravillas a través de aquellos que podían manejarla, maravillas a través de aquel piloto rebelde novato amigo de Wedge Antilles.

Pero también la había visto más de cerca, en su propio hogar.

–Bug –susurró ella, provocando que el niño la mirara nuevamente–. Lo que hiciste allí... no sé si entiendes lo que es –el pequeño comenzó a observar nuevamente su esfera, pero ella sabía que estaba atento a lo que decía. La chica hizo una mueca, decidiendo seguir con el discurso–. Cuando yo era pequeña, fui encontrada por alguien con las mismas habilidades, alguien con la Fuerza –la joven le sonrió, acariciándole la oreja–. Él me cuidó por años, se aseguró que yo estuviera a salvo. Me dio un hogar, una familia. Y me explicó de lo que la Fuerza era capaz de hacer... la luz y la oscuridad –el niño volvió a mirarla. Adhara entendió de inmediato lo que esa mirada significaba, la pregunta que escondía–. No, peque, él ya no está –las orejas del niño se relajaron, reflejando su desanimo.