SPECTRE 08 [Din Djarin x OC]

ruido

Adhara lo recordaba todo muy bien.

El metal vibrando bajo sus pies descalzos, la suavidad de una mano en su mejilla y la calidez de un beso en su frente.

Ojos seguros y fuertes de una madre, palabras firmes pero cálidas de un padre. La protección de su hermana, la complicidad de sus hermanos.

Por sobre todo, recordaba el ruido.

Su hogar era tan ruidoso, todo en constante movimiento. Vibrante, alto e interminable. Pies correteando, sables de luz encendiéndose, blásters recargándose. Una orquesta cuyo sonido la envolvía en familiaridad de pies a cabeza. El motor de la nave estelar jamás se detenía, hasta se detuvo por completo.

Incluso recordaba los susurros mecánicos de aquel droide que sólo parecía respetar las órdenes de la twi'lek, aunque jamás sin una queja de por medio.

Estaba convencida de que ese ruido, ese eterno compañero, era lo primero que le habían arrebatado. Un destino agobiante, casi claustrofóbico. A la deriva por días, a veces semanas, sola entre las estrellas.

Una galaxia que carecía de ruido alguno.

También recordaba como todo a su alrededor había sido reemplazado por dolor. Por pesar. Por un intenso y aislador duelo que significó perder todo lo que un día reclamó como suyo. Lo desgarrador que fue ver aquellos ojos que ya no veían desaparecer entre las llamas. Oír por última vez como su hermano la llamaba por su nombre, un llamado que en ese momento ella no identificó como una despedida.

Ahora, todo era silencio.

Los días en los que se estaba rodeada de familia a bordo de aquel fantasma habían terminado.

Y aun así, en el momento en que vio aquellos gigantescos ojos marrones como los de su hermana, la piel verde como la de su madre y los poderes místicos como los de su padre, Adhara no dudó ni por un segundo en tomar aquella misión.

Acurrucado entre sus brazos, el niño dormía y balbuceaba algo entre sueños. No sabía qué le costaría lo que se había prometido a sí misma, pero tampoco le importaba.

Un susurro en su cabeza le repetía una y otra vez que no permitiría que aquella pequeña criatura sufriera el mismo destino que su hermano pequeño había sufrido en manos del Imperio.

No importaba el costo.