I

219 18 0
                                    


Llegar temprano también es ser impuntual, o si no pregúntenle a cualquier mujer de un eyaculador precoz.

En fin, soy de aguasturbias así que no deberían confiar en mi demasiado. Comencemos ya...


Primer acto: Tocando Fondo


Ahogada


– ¡Brinda conmigo Rafen! – arrastraba las palabras vertiendo el contenido de su botella sobre la claraboya, apagando así la vela que acababa de encender sobre ella hacía solo un momento – veneno de calamar, ¡tú favorito! Siempre tuviste un gusto picante, ¿eh?

Manteniéndose de pie a duras penas sobre el bote, se giró para contemplar el resto de velas que flotaban, encendidas por sus respectivas familias, como tributo a sus tripulantes muertos que acababan de devolver al mar. Listos para su eterna retirada. La desoladora escena le revolvió el estómago, ¿o fue el barril de cerveza que se había empinado de golpe antes de ir?

– ¿Empezamos el zarpaje, capitana Fortune?

No recordaba ni como había llegado allí. No se sentía realmente en su barco a pesar de haber quedado bastante parecido a como era, luego de semanas de haberle estado haciendo reparaciones exhaustivas. A demás, ¿Quién era ese enclenque que acababa de hablarle? Reemplazar a tantos, viejos conocidos mezclados con nuevos y animados jóvenes sedientos de aventuras. Se sentía mareada.

– Nuestro destino: Shurima.

Guardó de nuevo el aparato hextech que jamás separaba de su propio cuerpo, pasara lo que pasara, y que revisaba concienzudamente al menos una vez por día. Habían pasado semanas, pero era ahora el momento correcto, los atraparía de una vez por todas.


...


– Capitana, hace dos días que atravesamos el puente de Piltover... ¿Está segura de que el lugar que buscamos está tan hacia el oeste? – le preguntó irrumpiendo con nerviosismo en su camarote.

– Te lo advertí chico –, le dijo sobándose las sienes un momento antes de fulminarlo de un disparo – ¡No soporto que me despierten! – salió embravecida hacia el timón, llamando la atención de su cansada tripulación sosteniendo en alto el cuerpo sin vida del joven rubio al que agarraba del cabello – Esto le pasará a quien sea que me vuelva a molestar – lo arrojó por el balcón hacia la terraza general, bajo la mirada impactada de los jóvenes en contraste con la indiferente y acostumbrada de los veteranos – Atraquen en el primer puerto que vean, a él échenlo a las bestias marinas...

Azotó la puerta luego de entrar a su camarote, en realidad no había estado durmiendo prácticamente nada desde hacía un tiempo. Aún era temprano, por lo que si tenían suerte podría acabar la noche tirada en algún bar luego de ahogarse en cerveza shurimana, o lo que sea que bebieran ellos. Las noches eran el peor momento para su mente atormentada, por lo que seguiría intentando dormitar un poco durante el día.

– ¿De qué sirve seguir? – suplicó al techo con voz rota luego de echarse al catre.

Las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos. Por más que intentara convencerse de que las reparaciones hechas a su barco también habían tenido efecto en su propio corazón, la realidad era que ni sentía aquel navío como a su adorada sirena de siempre, ni a sí misma como a alguien que reconociera. Se sentía perdida y sin rumbo, aquel enclenque tenía razón, no tenía ni idea de a donde se dirigían.

Un buen condimentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora