VIII

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Y va de regreso, de regreso al mar...

Sus pies poco a poco dejan de tocar el suelo.

Flotando, pero ya no a la deriva.

Tomando el sol, esta vez sin quemarse.

Vuelve a ser ella misma, pero ahora muy distinta.


Mar


El tiempo normalizó su nueva vida, sin apenas llegar a hacerse consciente de ello.

Volver al puerto de Bel'Zhum a tan poco de haber terminado esa última misión en Noxus, era casi tan extraño como el que ahora la gente parecía tratarla con mucha más simpatía. Los comerciantes la saludaban sonrientes, como si su relación hubiese sido así desde siempre, ella les respondía más por sentirse en la obligación que por que le naciera. A diferencia de la pelirroja que ahora caminaba hacia ella para recibirla, no miraba a nadie como la miraba a ella. Nadie le era tan natural como ella lo era, así los conociera a todos desde casi toda su vida. «Es preciosa» pensó, sintiendo que la sonrisa le hacía el rostro mantequilla por tan solo tenerla cerca otra vez.

–Ey tú, ¡Cuánto tiempo! –bromeó Sarah a manera de saludo. Llevando consigo esa extraña... ¿cosa? – creí que esta vez no volverías –se tomó de su brazo al caminar de vuelta a casa, dando pequeños saltitos de felicidad un poco torpes debido a lo pesado de aquello que sostenía.

–Solo fueron unas cuantas semanas, las cosas se complicaron más de lo debido...– respondió intentando esconder su sonrisa, aquellas definitivamente habían sido semanas emocionantes.

–Nunca habías tardado tanto.

–¡Ey, Fortune! –llamó su atención un hombre a lo lejos.

–¡Tranquilo, Malik, estaré aquí mañana! –respondió, evitando así que se acercara y las interrumpiera.

–¿Un nuevo amigo? –preguntó burlona, de alguna manera la pelirroja se las había arreglado para codearse casi con la mitad de Bel'Zhum, adaptándose perfectamente como si hubiese nacido allí. Quizás esa era la razón por la que todos eran ahora tan amables con ella también. No disfrutaba las relaciones casuales, por lo que no solía hacer amigos con facilidad. Pero no tenía problemas en ser cordial con los demás.

–Maté a su yerno.

–¿Disculpa?

–El malnacido se negaba a pagarle a tu padre así que lo amenacé –soltó con ligereza–y no cumplió...

–¿Qué hay de su familia?

–Los extorsioné hasta que pagaron la deuda por él, no te preocupes.

–No me refería a eso...

–Ya estamos en paz, pero debiste ver sus rostros cuando encontraron la cabeza de ese idiota en la cama matrimonial... Me alegro de haber salido de ellos rápido, no me gusta que me hagan perder el tiempo.

–... Malik?

–Odiaba al tipo así que me agradeció por sacarlo de su familia de manera tan efectiva –abrió la puerta de la casa, dejando lo que llevaba sobre la mesa con la intención de acomodarlo después– nos hicimos buenos amigos, ¡hoy fuimos de pesca!

Un buen condimentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora