Nada de lo que viene es "canon" ni necesario para la historia... ¿O sí?
En fin, comencemos.
Epílogo
La caminata a través de aquellas angostas veredas se le estaba haciendo más larga que nunca esa noche. Alcanzó a ver el balcón de su casa desde donde estaba y esbozó una discreta pero cargada sonrisa que le iluminó el rostro. Giró por instinto hacia todos lados para comprobar que nadie la viera asustarse, por tan solo un sapo de río que saltó a sus pies desde una cloaca «de las peores desventajas que tiene vivir tan cerca del agua» pensó, pero en segundos se vio teniendo que saltar para que la bala que acababa de explotar al animal ante sus ojos, no rebotara en sus pies.
–¿De dónde sacaste eso? –fue lo primero que se le ocurrió preguntarle a aquella diablilla pecosa que había salido de la nada, y ahora corría hacia ella aferrándose a su pierna como si de un salvavidas se tratara.
–Madre me ayudó a hacerla, pero ahora debo perfeccionarla por mí misma –balbuceó al no despegar el rostro de su pierna para responder, alternando entre comentarios al azar y risillas nerviosas debido a la emoción que fallaba en disimular.
–Suena bien.
Acarició su cabello naranja y siguió caminando aún con la niña a cuestas «ya está tan alta como aquel barril de pescados, ¿en qué momento pasó eso?» caminaba con dificultad debido al peso de la chica, los bolsos que cargaba y su propio cansancio acumulado, hasta que un estruendo cercano la alarmó.
–Abigaíl, ¿¡dónde diablos estás!?
La niña en su pierna se tensó al oír aquello, aferrándose aún más. Ella también sintió su propio cuerpo reaccionar, solo que de forma muy distinta. A pesar del tono agudo e irritado, aquellos gritos sonaban para ella como la paz más absoluta. Sonrió ampliamente y se detuvo, sabía que ella pronto las encontraría.
A juzgar por como mascullaba el nombre de su hija, la pequeña granuja se había vuelto a meter en problemas. Aquello, junto a las esmeraldas verdes con la que nació, definitivamente lo había heredado de ella «el pequeño desastre de la mamma»
–¡Te tengo! –Salió por sorpresa de un callejón con sus icónicas pistolas levantadas, emboscándolas.
Samira al verla sintió que se había equivocado antes: el tiempo si había hecho que aquella lunática pasara de ser su princesa y se convirtiera en su reina, dándole una nueva princesa a quien amar. Se veía más hermosa y amenazante que nunca.
Cargó a la pequeña en brazos respondiendo a su mirada suplicante con complicidad, y se limitó a esperar a que la pelirroja, quien aún no bajaba las armas, se acerará aún más a ellas.
–Te traje estas – Extendió un par de cintas que llevaba en su bolso balanceándolas en que el aire con su mano libre, como oferta de paz, pero de inmediato se vio teniendo que dar ridículos saltitos aún con su hija en brazos, para que las balas no perforaran sus ya cansados y dolidos pies.
–¡Empiezo a notar un patrón aquí!
–¡Baila para mí, bastarda! –reía como desquiciada disfrazando un rato más de perpetrar aquella lluvia de balas hasta que se cansó– Sivir, la princesa guerrera ¿Por eso tardaste tanto en volver?
–¡Esta vez tuve que torturar al tipo antes de matarlo! –Se excusó bajando a la niña una vez estuvo segura de que su mujer ya se había relajado lo suficiente.
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Un buen condimento
FanfictionLeague of legends: Miss. Fortune x Samira. Para amantes de las manualidades y sobretodo recortar con tijeras.