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Adán

Pensé que estaba viendo mal, que el enojo que sentía me estaba jugando una visión muy mala, no podía evitar habría los ojos y mirarlas.

Las dos se encontraban muy sexis con su ropa, cada una era muy bella a su manera, no podía despegar la vista de Maca. ¿Que carajo asía aquí? ¿Y desde cuando se conocían?.

—¿Que está  pasando aquí?— Volví a recobrar el habla.

—Solo quería visitarte y platicar, pero mira  que hermosa sorpresa me he encontrado aquí— Miro a Marla.

—Bueno ya me viste y no me apetece hablar contigo, así que puedes largarte— No me importaba escucharme grosero.

—Cariño no trates así a las vistas— Intervino Marla.

Joder, joder, mi enojo comenzaba a aumentar aún más.Ambas compartieron una mirada y bebieron de sus copas.

—Di esto es alguna especie de forma de joderme créeme que lo estás logrando—Le hable a Maca.

—Solo quiero proponer una tregua entre ambos mientras encontramos a ese maldito, no encuentro sentido estarnos matando con la mirada si todos queremos lo mismo.

No pude evitar que mi risa de enojo y frustración llenara toda la habitación.

—Te recuerdo que hace un año le eras fiel y lo ayudabas, ¿Porque ahora el cambio de opinión de destruirlo?—su rostro se contrajo en horror. —Déjame adivinar....— Me cruce de brazos.—Te traiciono— Finalice.

—Si, y te falto agregar que tato de matarme—Contesto con cierto dolo.

Eso no me sorprendió, por lo que sabía de él siempre que alguien ya no le servía y tenía información sobre el, lo más sencillo era desasearse de ellos.

—Claro, si—Pase mi mano por el pelo.

Marla se levantó de su lugar y se acomodó a mi lado, bebió de su copa y después beso mi mejilla antes de susurrar:

—Cariño, no te cuesta nada hacer una tregua.

Miré a ambos por algunos minutos y después lo pensé bien si esto, era alguna clase de jugada  ella terminaría mal.

—Si, acepto...Ahora largo de mi casa— la invité cordialmente a salir de ahí.

—Bueno supongo que es hora de irme— Fingió una sonrisa, termino el contenido de su copa.—Pelirroja...que linda—Después de eso salió de mi casa.

Camine directo a mi habitación sin mirar a Marla, al llegar azote mi puerta y comencé a cambiarme para dirimirme a entrenar box.

Comencé a pegarle al costal con mucha fuerza y coraje, el sudor empezó a caer por mi cara, mis manos ardían por la fuerza con la que soltaba cada golpe.

Perdí la noción del tiempo mientras golpeaba el costal, quería seguir pero el dolor en mis manos ya no era muy soportable, tome la franela y la pase por mi cara, tome un sorbo de agua y subí a tomar una ducha fría para relajar mis músculos.

Al siguiente día salí temprano de casa, pase por una dona y un café para dirigirme al trabajo, mis días se habían convertido en esto, salir temprano de casa para evitar todo y solo concentrarme en trabajo.

Deseo más oscuro [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora