Juvia Lockser es una mujer de 28 años que trabaja en una chocolatería-cafetería "Fairy Hills" con sus amigas Lucy Heartfilia y Levy McGarden, teniendo una vida tranquila junto al amor de su vida, su hijo de 8 años.
Su vida se desordena al atropellar...
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Muy temprano en la mañana, Gray despierta encontrándose con el lado de la cama vacía. No entiende, ¿salió? La busca en el baño y no está. Definitivamente salió, ¿a dónde y a qué hora?
Va por un vaso de agua y se lava la cara, intentando también darse un peinado a todo su cabello desordenado más de lo usual. Y suspira fastidiado mirándose al enorme espejo que es prácticamente toda la pared del baño. Todo es su culpa. La mezcla de vino tinto y blanco, los deseos de hacerle el amor una vez más le nublaron la lógica de usar preservativo. Ni que fuera un adolescente hormonal, a eso puede darle una justificación, ¿pero ahora? Ninguna.
¿Dónde estará Juvia?
Oye la puerta de la habitación abrirse. Se asoma al instante, acercándose y mirándola con sumo cuidado.
― ¿Estás bien?
―Sí ―asiente, sacando de su pequeña cartera una caja de medicamentos―. Compré esto. Es de emergencia.
¿De emergencia? Claro, píldoras de emergencia. ¿Dónde las consiguió?
Juvia no conocía ninguna farmacia y ni hospitales. Le preguntó a Lyon al topárselo en el hall. Él no le preguntó ni le cuestionó nada, dándole la dirección de una farmacia que podrían vender esas píldoras.
Gray no le quita la vista, ni a ella, ni esa tira de pastillas.
― ¿Las tomarás? ―es una pregunta estúpida, sin embargo Juvia debió decirle o saber su opinión, no salir temprano en la mañana en silencio. Le molesta que no le diga y tome decisiones sola, más al estar los dos involucrados.
―Es la mejor solución.
― ¿Y no pensaste en mi opinión, al menos?
―Siempre has sido claro en no querer ―no le levanta la voz, ni nada que muestre firmeza, queriendo leerle los ojos―. Acaso...
―No pude dormir anoche y me puse a pensar ―se rasca una sien, votando un suspiro―. No lo sé, Juvia. Ni siquiera sabemos lo que va a pasar.
No lo saben y no quiere saberlo. O tal vez, sí.
No estaba tan decidida en comprar las píldoras de emergencia, sin tener la opinión de Gray. ¿Y si sólo es un susto? Se adelantan mucho a los posibles escenarios.
Se sienta en la cama, frunciendo los labios. Gray la mira silencioso, solamente vestido con un pantalón de dormir, posando las manos en las caderas, bajando y subiendo la cabeza, sin saber a dónde depositar la mirada.
