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La tranquilidad en los pasillos de la universidad hacía que Goshi pudiera escuchar mejor a la voz en su cabeza, mientras sus pisadas resonaban claramente y se recargaba en uno de los casilleros frente al salón 3-C.

En medio de su propia inquietud, que tanto intentaba disipar, revisó su celular una vez más, en vano. Seguía sin haber respuesta, y su suspiro de impaciencia fue opacado por el sonido de la campana, junto con la enorme cantidad de estudiantes que inmediatamente comenzaron a invadir los pasillos, acabando con el silencio.

— Hey. No me dijiste que vendrías. — la voz de su novia lo hizo despegar la vista del móvil, y pudo verla sujetando su bolso con un gesto algo confuso. — ¿No tuviste clases?

— Tuve. Es sólo que no entré a la última. — dijo, mientras guardaba el celular en su pantalón. — Pero pensé que podríamos ir a comer algo.

Ella arrugó ligeramente la nariz.

— No deberías saltar tus clases por cosas así. — le dio un ligero empujón con el hombro y comenzó a andar. — Podemos salir juntos los fines de semana.

No era como si Mito no disfrutara de ese tipo de gestos, sino que simplemente... no era buena respondiendo a ellas. Pero, a pesar de eso, Goshi, tampoco podía decir que le molestara verla arrugar la nariz de esa manera tan adorable, recordándole un poco a un pequeño conejo, en el sentido más tierno de la palabra.

Casi se sentía culpable por tener motivos ocultos para encontrarse con ella. Casi, porque después de todo, aquellos motivos eran una persona potencialmente desaparecida.

— Oye, Mito... ¿Has visto a Shinya estos días? — inquirió, haciendo su mejor esfuerzo para que la pregunta sonara lo más casual posible.

— ¿Shinya? — repitió, un poco confundida. — No... Ahora que lo dices, lleva un par de días sin asistir.

Ahora sí que estaba comenzando a preocuparse. Mito era compañera de Shinya en la facultad y también había sido quién los presentó cuando este mismo le comentó que necesitaba un nuevo empleo. Además de ella, no sabía de nadie más que lo conociera lo suficiente.

— Tampoco ha estado yendo a trabajar. Al parecer la última persona en saber de él fue el señor Nishino, a la mañana siguiente de su cumpleaños. — le comentó, compartiendo su semblante de intriga. — No ha dado señales de vida desde entonces. No me regresa las llamadas y ni siquiera le llegan los mensajes. Esperaba que supieras algo de él.

Ella negó, con contagiada preocupación.

— Me había imaginado que estaba enfermo o algo así, pero si ni siquiera responde su teléfono... Tal vez deberíamos ir a verlo.

Aquel comentario pareció hacer que ambos se percataran de un último detalle.

— ¿Sabes dónde vive?

Un destello de encogimiento surcó el rostro de Mito. Frunció un poco el entrecejo y pestañeó repetidas veces, esforzándose por recuperar todos los recuerdos que tuviera al respecto.

— Bueno... si no me equivoco, está rentando un departamento en Shinjuku, pero... — era muy poca información. No sabrían ni por dónde empezar a buscar. — Le preguntaré a los profesores mañana. Algún directivo debería de tener su dirección ¿cierto?

Goshi asintió con la cabeza , aún sin estar convencido. Por enésima vez en el día se sentía tentado a revisar su teléfono, a pesar de que sabía que no habría respuesta alguna de su amigo.

Una inquietud extraña lo embargó cuando comenzaron a acercarse al área comercial de la ciudad: las personas iban de aquí para allá, entusiasmadas, ya fuera por sus compras o por la compañía de sus parejas o amigos, y aquello, por alguna razón, no le gustó.

𝐀𝐑𝐂𝐀𝐍𝐔𝐌 ➫ Owari no SeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora