➫ 4

277 36 37
                                    

La capacidad de discernir entre las cosas reales, y aquellas que no lo eran, fueron una gran parte de lo que Shinya estuvo trabajando con sus sesiones terapéuticas durante la última década de su vida, pero, francamente, en ese momento sentía que todo progreso que pudo haber hecho desde sus siete años estaba siendo lanzado directamente a la basura.

Porque Guren estaba ahí.

Aquella única "alucinación" que había sido la causante de su primer brote psicótico infantil, estaba allí, sentado en su sofá, pasando de ser una alucinación acerca de un niño a convertirse en un joven, uno que usaba ropa que parecía sacada de una película gótica-moderna, y que sangraba, como... como si fuera real.

— Es una proyección. — musitó Shinya, sin pestañear. — Me... Me estoy reflejando y...

— ¿Shinya?

Guren estaba mirándolo. Le estaba hablando, directamente, pero no podía prestarle la suficiente atención. Estaba muy ocupado intentando procesar la visión que había frente a sus ojos, y no entrar en pánico al respecto.

Era indudablemente una versión mayor de Guren. Tenía los mismos ojos, enormes y amatistas, y el cabello negro. Sus facciones estaban más marcadas como prueba de su madurez, aunque siguiera siendo un rostro joven. De hecho, Shinya pensó que lucía como si fuera casi de su misma edad.

No. Era un espejo.

El doctor había dicho algo parecido hacía mucho tiempo: el como Shinya había creado en su mente un niño que fuera un reflejo de él mismo, lo cual no tenía sentido porque ellos jamás se habían parecido, ni siquiera ahora, pero la explicación que recibió a eso fue "Lo creaste de tal forma de que pudiera completar todo lo que a ti te hacía falta."

Vaya que había hecho un buen trabajo creándolo, porque se veía completamente convencible.

— Oye, Shinya. — parpadeó confuso cuando oyó un par de chasquidos, y vio a Guren de pie, alzando su mano suavemente, y escudriñándolo con algo de recelo. — Entiendo que todo esto es raro, pero no es momento para desvariarte. Necesito que te concentres.

—... Eres Guren. — logró balbucear.

— Correcto, sí. Soy Guren. — asintió, manteniendo una mano presionada a un lado de su abdomen, y caminando por la sala hacia la ventana. — Busca tus cosas y algo de comida. Nos vamos en cinco minutos.

Shinya no se movió, manteniendo sus ojos fijos en él, viéndolo cruzar la sala hasta llegar a la entrada de la cocina, al menos hasta que el pelinegro volteó a verlo, pareciendo confundido, o quizás desconcertado.

— ¿Qué estás esperando?

— La tercera fase. — murmuró.

— ¿Qué?

— De la alucinación, la tercera fase: La recuperación. — respondió torpemente, y sus ojos vagaron hacia el pasillo que daba al baño. — Aunque quizás necesite clorpromazina para ayudarme.

Guren resopló.

— No sé qué cosa sea eso, pero lo que necesitas ahora son tus cosas. — agregó al quitar la mano de su herida. Shinya alcanzó a notar que ya estaba manchada de sangre, antes de voltear la mirada, un poco impresionado. — No tengo mucha fuerza ahora, y si regresan no podré...

— Sí, definitivamente necesito clorpromazina. — Shinya lo interrumpió, antes de dar media vuelta y regresar por el pasillo.

— Oye.

Shinya ignoró los llamados de su vívida alucinación y caminó tranquilamente hacia el baño, abriendo el pequeño mueble tras su espejo donde solía esconder sus pastillas, tomando un frasco con tranquilidad antes de disponerse a salir, de no ser porque se topó frente a frente con Guren en la entrada.

𝐀𝐑𝐂𝐀𝐍𝐔𝐌 ➫ Owari no SeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora