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El momento en que René vio la silueta de Guren acercarse desde el interior de aquella casa, fue diferente a lo que alguna vez creyó que sería conocerlo finalmente.

Tal vez se debía a que, luego de todo lo que había escuchado en los pasillos de las sedes de Abraksas sobre aquel altamente eficiente y prodigioso recluta, se esperaba a alguien un poco más impresionante, que con su presencia impusiera poder, o tal vez respeto.

En cambio, lo que había frente a él era simplemente otro desertor.

No era sólo porque pudiera sentir la presencia de Lacus, a salvo, cerca de ese lugar, ni tampoco por la ausencia de una insignia de Abraksas en el uniforme de Guren, sino también porque la mirada de aquel pelinegro no mostraba la convicción de un miembro Abraksas, ni siquiera por un segundo. Lo supo de inmediato.

— Tardaste un poco en llegar. — fue lo primero que Guren dijo. — Si cualquier otro hubiera llegado a Lacus antes que yo, tu humano ya estaría muerto para este punto, ¿no lo crees?

— Sí, es lo más probable. — respondió, sin bajar la guardia, porque aún no estaba seguro de a qué se enfrentaba exactamente. — Pero, a diferencia de ti, no estoy aliado con un trota-portales que pueda dejarme en la otra punta del mundo humano en cuestión de un segundo. Tuve que tomar el camino largo.

— Yo no lo llamaría "aliado''. Es más bien una relación de negocios.

— ¿Por qué tienen a mi humano asignado en este lugar? — fue directo al punto.

Guren sonrió levemente.

— Sólo es una precaución, en caso de que tu organización te hubiera enviado a asesinarlo, y tú estuvieras dispuesto a cumplir con esa orden. — explicó. — Aunque, aparentemente, ese no fue el caso...

René no se inmutó por ello.

— Entonces, ¿qué? ¿Tú vas a protegerlo de ellos? — inquirió, escéptico. — Considerando que ya traicionaste la confianza de, no una, sino dos organizaciones, ¿por qué debería aceptar que tus intenciones con los híbridos no son sangrientas?

Guren frunció ligeramente el entrecejo ante la mención de los híbridos, intrigado de que él supiera sobre eso. ¿Abraksas había compartido la información con él? ¿O acaso había sido el informante? Si de algo podía estar seguro, es que ninguna de esas dos opciones compartiría información tan importante a alguien que no creyeran capaz de mantener el secreto: Alguien eficiente y leal, al menos hasta el momento, porque claro, todo serafín tenía sus propios límites, y al parecer los de René habían sido gravemente subestimados.

— No es como si realmente tuvieras otra opción. — fue la simple respuesta, acompañado de un encogimiento de hombros.

— ¿Por qué crees eso?

— Bueno, no sólo tengo más determinación y habilidad, sino que tu punto débil es, de hecho, que estás solo.

Un pequeño "clic" a sus espaldas lo alertó brevemente, y René giró apenas la cabeza para alcanzar a ver a un joven, apuntándole a la nuca a menos de dos metros de distancia con un arma de arcanio.

Un silbido de dos tonos hecho por Guren volvió a llamar su atención, y entonces notó también al sujeto que le apuntaba con una ballesta desde el tejado de la casa. René estaba bastante seguro de que ninguno de los dos estaba allí cinco segundos atrás.

— Inspirador. — suspiró, con un deje de ironía. — Pero ya debes saber que llegué a mi humano antes que tú, y no le hice daño alguno. Al contrario, yo...

— Intentaste protegerlo. — lo interrumpió, asintiendo con firmeza. — ¿Por qué? Tenías una orden que llevar a cabo.

— La tenía. — aceptó de inmediato, sin inmutarse. — Pero no soy un asesino.

𝐀𝐑𝐂𝐀𝐍𝐔𝐌 ➫ Owari no SeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora