➫ 2

448 37 60
                                    

— Ocho, nueve... ¡Diez!

Shinya abrazó aún más sus rodillas, tratando de respirar bajo, en tanto sentía su corazón saltar emocionado en su pecho, producto de la adrenalina del juego, y tratando de observar por entre las hojas de aquel arbusto, en el que se había escondido, alguna señal de Guren.

Bajó la cabeza para ocultarse aún más cuando escuchó los pasos cercanos, pero bastó de algunos segundos antes de escuchar el sonido claro de las hojas y, al alzar la cabeza, pudo ver el rostro animado de Guren asomarse desde el espacio que las hojas del arbusto no cubrían.

— ¡Ya te encontré! — exclamó orgulloso.

Shinya simplemente se rio, antes de ponerse de pie y salir de su escondite, sacudiendo su ropa para quitar todas las bonitas hojas que habían quedado sobre él, en tanto Guren cuidadosamente pasaba una mano sobre su cabello para intentar ayudarlo.

— ¡Seguro estabas espiando! — acusó de inmediato, y por quinta vez desde que habían comenzado a jugar.

Guren negó con la cabeza: — No lo hice.

— ¡Pero eso fue muy rápido! Y estoy más lejos del árbol. — señaló hacia el punto donde debían contar. — De seguro sabías donde estaba.

Guren miró a donde Shinya señalaba, y luego otra vez hacia a él.

— Sí, lo sabía, pero no te espié. — dijo suavemente, con ambas manos tras su espalda. — Lo prometo.

Shinya no pudo encontrar una razón por la que Guren le mentiría, por lo cual simplemente asintió con la cabeza, pero aun así dejó escapar un gran suspiro ante su continua derrota en el juego, porque cuando Guren dijo ser el mejor jugando a las escondidas, no pensó que realmente sería tan bueno.

— Yo no puedo encontrar ninguno de tus escondites, pero tú siempre me encuentras muy rápido. — comentó fascinado, queriendo conocer el secreto. — ¿Cómo lo haces?

Guren pensó en la pregunta durante algunos segundos, casi mirando al cielo.

— No lo sé. — se encogió de hombros. — Sólo lo hago. Es fácil.

— ¿Puedes enseñarme? — preguntó entonces. — ¡Quiero ser tan bueno como tú! Sólo dime qué hacer.

— Es que no sé cómo. Sólo cierro los ojos, — entonces cerró sus ojos, para ejemplificar. — y entonces camino, y te encuentro. Es fácil.

— Yo quiero intentarlo. — exclamó entusiasmado, antes de cerrar los ojos con fuerza, y agitar su mano en un ademán. — Ahora camina lejos.

Guren pareció hacerle caso, porque Shinya pudo oír muy vagamente las pisadas, aunque no estaba seguro de dónde provenía el sonido, y luego de un par de segundos comenzó a caminar, alzando sus dos manos hacia el frente, dando algunos manotazos torpes al aire, y caminando más lento de lo usual.

Finalmente, llegó a tocar una superficie dura que reconoció como el tronco de un árbol, y abrió sus ojos de inmediato: — ¿Estás escondido aquí atrás?

— No. — oyó detrás de él, y giró la cabeza para ver a Guren parado a algunos metros de sus espaldas, y como agitaba suavemente una de sus manos. — Hola.

— No soy bueno en esto. — musitó Shinya, haciendo una mueca.

— Quizás sólo tienes que practicar. — sugirió, mientras lo veía acercarse.

— ¿Tú practicaste mucho hasta poder? — preguntó esperanzado.

— No, yo sólo lo hago bien.

𝐀𝐑𝐂𝐀𝐍𝐔𝐌 ➫ Owari no SeraphDonde viven las historias. Descúbrelo ahora