Capítulo 8

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Los días siguientes no fueron muy diferentes: me levantaba a las 8, desayunaba con Elena y me iba aclases. 

Eran las dos de la tarde, la hora del patio. Elena y yo estábamos en una esquina del jardín hablandocómodamente.Hacía unos días que había conseguido escabullirme para meter las cartas en el buzón, así que ahorasólo me quedaba esperar las respuestas de Natalia, Carolina y Thai-Li. Había sido un poco difícil conel brazo escayolado, pero me las apañé. Me reconfortaba saber que seguía siendo ágil. 

- Oye, tengo que ir al baño. Ahora vuelvo.- me despedí y me alejé de allí. 

Cuando terminé, fui al lavabo a limpiarme las manos y beber un poco de agua.Escuché unos pasos, pero no le di importancia hasta que escuché una voz: 

- Hola, puta negra. 

Giré la cabeza bruscamente por la sorpresa. En la puerta se encontraba el mismo chico que me habíapuesto la zancadilla hacía unos días. Tenía una sonrisa arrogante. Sus ojos tenían un brillo malvado.Estaba tan confundida que no dije nada. 

- Te llamas Oriana, ¿Verdad?- preguntó. Yo abrí los ojos sorprendida.Seguí sin decir nada, no me daba buena espina. Me dirigí hacia la puerta para poder salir del baño eignorarlo, pero él se puso en medio, impidiéndome el paso. 

- No me ignores, negra de mierda. ¿Te llamas Oriana, verdad? 

Puse los ojos en blanco y me encogí de hombros, simulando que no me había ofendido con elracismo. 

- Sí, ¿Y qué? 

Él sonrió con diversión y malicia. Se acercó más a mí, intentando intimidarme. Yo di un paso haciaatrás inconscientemente. Él sonrió con malicia y me puso la mano en el culo. 

En ese momento, entendí qué quería y no pensaba permitírselo. Sin embargo, se me fue la valentía ylo único que pude hacer fue tragar saliva con miedo. Él se dio cuenta de su posición y antes de quepudiera seguir sonó la campana. Él se sobresaltó y me soltó. Yo aproveché para darle una patada enla pierna. Él lanzó un gruñido y conseguí encontrar un hueco para salir por la puerta. Me dirigí casicorriendo hacia la clase, asustada por lo que acababa de ocurrir. 

Al terminar las clases, salimos del aula. Mientras Elena y yo estábamos en el pasillo, vino el directorhacia nosotras y me tendió la mano. En ella, había varios sobres. 

- Oriana, son para ti. -me explicó el director y, tras agradecerle, se fue. 

Antes de abrirlas me fui a la habitación para poder leerlas tranquilamente. 

Hola, Oriana. 

Siento mucho escuchar esas noticias. Intenté contactar contigo por teléfono, pero no pude. Erademasiado difícil encontrar el contacto del orfanato. Agradezco que me hayas escrito. Sé que porcarta no es tan rápido, pero quiero que sepas que Carolina y yo estamos para ti; así que no dudes enescribirnos cuando sea necesario. 

Las chicas del hockey te echan de menos. Loretta me dijo que fue a verte al hospital, pero que ya noestabas. Me imaginé que ya te habías ido.Carolina me contó que también le habías escrito a ella, así que hemos decidido que, el fin de semanaque viene, pasaremos por ahí. No sé si podéis salir del orfanato o cómo funciona eso.Pero el sábado que viene, Carolina y yo quedaremos y tenemos pensado ir a visitarte. ¿Qué teparece?

Me alegré al leer la respuesta. Sin esperar a leer las demás, me dispuse a responderle: 

Hola, Thai. 

¡Me alegro un montón recibir tu respuesta! ¡Sí! ¡Me encantaría poder veros este sábado! Realmentenecesito veros. 

Además, cerca de aquí hay un parque donde podríamos patinar... Aún tengo lospatines.Preguntaré a Elena qué debo hacer para eso, pero supongo que tendré que pedir permiso aldirector... 

Elena me ha enseñado un hueco por el que puedo escaparme. Es así como metí las cartas en elbuzón, jajajajaja. 

¿Qué tal los entrenamientos? ¿Habéis aprendido algo nuevo?¿Qué tal las clases? ¿Habéis hecho alguna excursión? 

Doblé la hoja para meterlo en un sobre y, después de escribir la dirección, la guardé con las otrascartas. 

Ahora me encontraba un poco mejor. Para mantenerme distraída, me puse a contestar la carta deCarolina con el mismo entusiasmo que le había respondido a Thai-Li. 

Finalmente, leí la última carta,la carta de Natalia: 

¡Hola, Oriana! 

Me alegro que me escribieras. Siento mucho tu situación, pero te recomiendo que me sigasescribiendo para distraerte. 

Me gustaría verte algún día. Nunca he pasado por ese barrio, pero creo que sería interesantedescubrir una nueva zona de la ciudad. 

Sigo entrenando para la siguiente competición de ajedrez, que es dentro de dos meses.Hoy el profesor de matemáticas se ha caído por las escaleras. Ha sido una caída muy graciosa.Tranquila, no le ha pasado nada, pero han grabado un vídeo y es muy gracioso.Esta semana no voy a poder quedar, porque tengo extraescolares, y el finde iré a visitar a mi abuela,pero espero que pronto podamos vernos. 

Bueno, no sé qué más decir, así que, ¡Adiós! 

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