Al día siguiente me desperté con energía, con ganas de jugar el partido. No solíamos tener muchospartidos porque habían pocos equipos femeninos de hockey sobre patines y por eso me emocionabajugar un partido oficial.
Me levanté y me vestí en tiempo récord mientras ponía música para alegrarme el día. Luego fui a lacocina, donde se encontraban mis padres tomando su café con expresión cansada. Era obvio por québebían café.
- ¿Estás de buen humor, eh?- comentó mi padre al verme tan feliz.
- Claro, ¡Vamos a jugar contra el mejor equipo de la provincia de Trujillo!- exclamé emocionadamientras tomaba mi desayuno.
- ¿A qué hora tienes que estar allí, Oriana?- me preguntó mi madre.
- A las once, pero el partido es a las doce.
30 minutos después salimos de casa y nos metimos en el coche para ir al partido.
Cuando llegamos, se encontraba el equipo contrario y su entrenadora. La mayoría de nuestro equipoaún no había llegado, pero sí que estaban Loretta, Rebeca, Carolina y Thai Li.Dejé a mi familia atrás y me acerqué al campo, donde se encontraban las jugadoras calentando. Mepuse los patines y me uní al entrenamiento.
Después de media hora calentando, el árbitro indicó el inicio del partido, así que ambos equipos sedirigieron hacia los banquillos para hablar sobre estrategias.
- Bien, van a salir: Rebeca, Raquel, Thai Li, Jesica y Oriana.-me sorprendió escuchar mi nombre. -Bien, Oriana y Raquel os encargaréis de la defensa; no crucéis la línea de defensa, por favor.- nospidió Loretta mirándonos. Las aludidas asentimos con la cabeza.- Bien, entonces Thai-Li y Rebecaestaréis en la línea de ataque. He visto que estas son fuertes y grandes, pero lentas. Thai y Rebeca,vosotras sois las más rápidas del equipo, así que haced uso de ello. Cuidado en la zona neutra, siempre tenéis problemas ahí. -se escuchó un pitido, el cual indicaba el comienzo del partido.- Bien,¿Habéis entendido?- preguntó Loretta. Todas asentimos con la cabeza y salimos al campo.
Estaba nerviosa, no esperaba que me sacara en el primer tiempo. Al ver mi nerviosismo, Thai Li mepuso la mano en el hombro y me sonrió.
- Lo vas a hacer bien, no te preocupes. -le sonreí agradecida.
El árbitro lanzó la moneda y luego nos la mostró: había tocado cruz, así que le tocaba al equipocontrario golpear la pelota.Me preparé para el ataque. Vi de reojo como las demás también tensaban sus cuerpos, listas paraempezar el partido.
La capitana del equipo contrario comenzó a moverse hacia adelante. Rebeca enseguida se dirigióhacia ella para obstaculizar su paso. Mientras, por el rabillo del ojo, vi cómo una compañera suya sedesplazaba hacia adelante, para colocarse en frente de su capitana. Observando a ésta última, vi quemiraba disimuladamente en su dirección, así que me dispuse a correr hacia la otra chica para evitarque recibiera el pase. Con sorprendente rapidez, conseguí interceptarlo y me hice con la pelota.
Nome lo pensé dos veces: me lancé hacia adelante, hacia el campo contrario; pero en seguida meobstaculizaron el paso. Por el rabillo del ojo, vi cómo Thai se acercaba hacia la portería, así quedecidí lanzársela ya que ella tenía el camino libre y podía hacer el tiro directamente. Eso fuejustamente lo que hizo, pero la portera consiguió desviarla. Lanzó la pelota lejos de ella, y la alcanzóotra del equipo contrario. Por suerte, Rebeca y Raquel se encontraban cerca de la línea central, asíque estaban al alcance de ella. Raquel se dirigió hacia la chica que tenía la bola y Rebeca cruzó lalínea de defensa para proteger la portería.
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Después de 25 minutos, el árbitro tocó el silbato, indicando el descanso. Todas las jugadoras nosdirigimos hacia los banquillos para descansar. Las chicas del banquillo nos ofrecieron botellas deagua, cosa que agradecí porque me moría de sed.
- ¡Muy bien, chicas! ¡Lo habéis hecho genial!- nos animó Loretta.
- Pero si no hemos metido ninguna... - me quejé.
- No, no habéis metido ninguna, pero ¡Ellas tampoco!- exclamó Loretta contenta.- Tenéis quemejorar el ataque, eso es lo que falla. ¡Pero lo estáis haciendo muy bien con la defensa!- Loretta memiró. -Por cierto, te voy a cambiar, Oriana, jadeas mucho y no quiero que te pase nada.- me dijo conpreocupación. Yo asentí con comprensión. Quería seguir jugando, pero la entendía; en realidad nocreía poder seguir en el partido porque me faltaba el aire.La entrenadora miró a Gabriela.- Gabriela, sales.
Gabriela se levantó del banquillo y yo ocupé su lugar. El equipo discutió sobre otras estrategias quepodríamos usar. Cuando el árbitro volvió a tocar el silbato, las chicas volvieron al campo.Como esta vez me tocaba quedarme en el banquillo, aproveché para observar el partidoatentamente. Me ayudaba para aprender sobre estrategias y también podía ver mejor los puntosdébiles del equipo contrario.
Al terminar el partido, cada jugadora dio la mano a cada participante del equipo contrario paramostrar deportividad y luego nos dirigimos hacia las duchas. Antes de entrar en los vestuarios,Loretta vino hacia nosotras y nos intentó animar:
- Sé que hemos perdido este partido, pero, aún así, habéis jugado muy bien. No os preocupéis,chicas, habéis dado lo mejor de vosotras y eso es lo que importa. La siguiente vez lo haréis mejor,estoy segura.- nos sonrió para alentarnos. Las demás contestamos con una sonrisa agradecida y nosmetimos en los vestuarios.
Al salir, busqué a mis padres con la mirada: se encontraban en el campo de hockey hablando. Medespedí de mis compañeras y me dirigí hacia ellos.
- Has jugado realmente bien, Oriana.- me animó mi madre con una sonrisa.
- No habéis ganado, pero se nota que habéis mejorado mucho desde el últimopartido.- intervino mi padre. Yo les sonreí agradecida y salimos de allí para ir al coche.
Delante y detrás de nosotros había más coches, que eran del resto del equipo; nos estabansiguiendo para ir al mismo lugar. Habíamos decidido visitar la ciudad juntas y nos dirigíamos alrestaurante donde habíamos hecho una reserva.
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Al terminar de comer, decidimos dar un paseo y visitar los lugares más turísticos de la ciudad: vimosel Monumento de la Paz, una estatua de casi 47 metros de altura. Desde allí pudimos observar granparte de la provincia de Trujillo, unas hermosas vistas. Visitamos la Casa de los Tratados, dondeencontramos reliquias de la época independentista venezolana y otros objetos de la historia deVenezuela.
Paseamos por la ciudad un par de horas más, hasta las seis de la tarde, cuando decidimos que ya erahora de volver a casa.
Después de tres horas de viaje, comenzó a anochecer. El sol no tardó en desaparecer y, en su lugar,apareció la luna creciente en el cielo. Estábamos a bastante altura y a nuestra derecha había unacuesta que llevaba a un bosque frondoso.Nosotros íbamos a velocidad normal, ya que era peligroso conducir muy rápido por ese camino tanestrecho, y más siendo de noche. Sin embargo, cuando estábamos llegando a la ciudad de Mérida,apareció un coche que venía en dirección contraria a mucha velocidad. Cuando pasó por nuestrolado, nos empujó con una fuerza brutal. Mi padre perdió el control del coche y caímos hacia laderecha. Salimos de la carretera, adentrándonos en el bosque mientras caíamos. No recuerdo grancosa: solo manchas verdes, marrones y negras mientras dábamos vueltas.
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Susurros
Misterio / SuspensoDe repente, escuché unos susurros en el pasillo. Mire en esa dirección, pero no había nadie. "Oriana, cariño. Te echamos de menos." Reconocí la voz de mi madre. Abrí los ojos con terror. "Ven con nosotros, hija." Ésta vez fue la voz de mi padre. "T...