Al día siguiente Natalia vino a visitarme. Yo me encontraba en la camilla comiendo.La saludé con emoción. Como me pasaba el día en el hospital sin hacer nada productivo, me aburríamuchísimo, así que me alegré de tener compañía que no fuera del personal del hospital.
- ¡Hola Natalia!- ella me saludó con la mano.
<< Siento no haber podido venir antes, he estado muy ocupada. Siento mucho lo de tu familia.>>me dijo con una expresión apenada.
- No te preocupes por eso. Y gracias.- le dije en un tono más bajo. Agradecía su preocupación, perocada vez que venía alguien de fuera me recordaba porqué estaba allí y volvía a ponerme triste.
Ella, que llevaba una mochila a la espalda, se la descolgó y comenzó a sacar libros.
<< Bueno, te he traído los libros de clase... Igual los necesitabas...>> me comentó dubitativa.
- Ya... Sobre eso... No sé si voy a ir al colegio de nuevo... Ahora tendré que ir al orfanato...- leexpliqué.
Toda la alegría que había aparecido se desvaneció en un segundo.Ambas nos quedamos calladas por un momento. Se notaba la tristeza y la incomodidad en elambiente. A mí se me quitó el hambre, pero aún así seguí comiendo porque últimamente habíaestado muy débil y necesitaba energía. También porque necesitaba hacer algo con las manos.
Fue Natalia quien se animó a hablar de nuevo:
<< Quedé tercera en la competición del viernes.>>Yo abrí los ojos, sorprendida. La miré con orgullo.
- ¡Ah! ¡Qué bien! ¿Qué ganaste?
Ella sacó una medalla de la mochila y me la enseñó orgullosa. No se trataba más que de un trozo demetal dorado con unos grabados, pero todo ello representaba todo el esfuerzo que había detrás, asíque entendía que me lo mostrara con tanto orgullo.
Una hora más tarde, mientras estábamos hablando, alguien tocó la puerta. Le hice un gesto aNatalia, quien no había escuchado nada (obviamente) para que dejara de hablar durante un rato.
- ¡Adelante!- Natalia miró hacia atrás curiosa, porque no entendía por qué la había interrumpido.
Poco después, apareció Esperanza Morales entrando por la puerta. El alegre ambiente que habíaanteriormente desapareció en un segundo.Natalia notó mi cambio de expresión y me dirigió una mirada curiosa que significaba: "¿Quién es?".
- Hola, Oriana. ¿Qué tal estás?- me preguntó Esperanza amablemente. Aún así no pude evitarmirarla con incomodidad y tristeza.
- Bien. Mejor que ayer.-ella me sonrió amablemente. Ella miró disimuladamente a Natalia, comopreguntando: "¿Quieres que hable sobre esto delante de ella?".
- Natalia, esta es Esperanza Morales, una trabajadora social. -le expliqué. Natalia abrió los ojos enseñal de comprensión.
Natalia escribió algo en un papel y luego me lodio. Cuando lo miré, vi que se trataba de su número de teléfono y su dirección de casa. Le sonreíagradecida. ,>
<< Me dijeron que te habías quedado sin móvil, así que te paso también mi dirección, por si acaso.Escríbeme, por favor. >> le sonreí agradecida. ,>
- Muchas gracias, Natalia. Te mantendré informada.- le prometí. Nos despedimos y salió de lahabitación, dejando los libros en la mesilla. Entre ellos, se encontraba mi agenda, que, segúnrecordaba, me la había olvidado en clase. Metí allí todos los contactos que me habían dado, incluidoel de Natalia. Necesitaba tenerlos localizados. ,>

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Susurros
Gizem / GerilimDe repente, escuché unos susurros en el pasillo. Mire en esa dirección, pero no había nadie. "Oriana, cariño. Te echamos de menos." Reconocí la voz de mi madre. Abrí los ojos con terror. "Ven con nosotros, hija." Ésta vez fue la voz de mi padre. "T...