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El cielo gris pronto comenzó a llorar inconsolablemente. Podía sentir la ropa totalmente mojada debido a la tormenta. Al entrar al café, varias personas miraron a mi persona, sin embargo nadie dijo más y volvieron a sus actividades con normalidad. Me senté nuevamente al lado de la puerta, tomando una silla que fuera fácil de limpiar si esta llegaba a terminar igual de empapada que yo. La mesera se acercó con cuidado ofreciéndome un café que por obviedad, no negué. Mi cuerpo se sentía frio y el calentador dentro de la tienda apenas mantenía la temperatura adecuada para que no comenzara a temblar. Tomó apenas unos minutos más para que la mesera me ofreciera acercarme al calentador un poco más y traerme a su vez el vaso de café mencionado. 

Rengoku llegó unos minutos más tarde, mirando como cerraba elegantemente su paraguas para dejarlo en la entrada de la puerta y saludar amablemente, girando la vista en todas direcciones hasta dar con mi cuerpo. Rápidamente corrió en mi dirección quitando su saco y colocándomelo encima para evitar que temblara más.

—Hikari-chan, estás helada— recorrió delicadamente mi espalda cubriendo por completo con la prenda mi cuerpo antes de que dijera algo más —. ¿Estás bien? ¿Por qué estás empapada?

—Digamos que olvidé mi paraguas en casa y en la oficina no había uno solo porque curiosamente todos salieron del edificio por trabajo, así que tuve que venir corriendo desde allá. 

Sonrió cálidamente y tomó mi vaso de café mirando que aún no bebía de el, abrió la tapa que este tenía y dio un sorbo. Miró los ingredientes que contenía y después bajó el vaso volviéndolo a taparlo. 

—Tienes gustos muy raros en café.

—Y tú en personas— me callé antes de seguir hablando. Sus amarillos y rojos ojos giraron en mi dirección, sorprendidos como si le hubiera contado el secreto que mejor guardado ha tenido durante años. Cubrí mis labios con rapidez mirando el suelo y esperando que el contrario respondiera.

—¿Por qué lo dices? Pensé que tenías una mejor perspectiva de ti— tan solo mencionar eso, llamó a la mesera en turno para pedir el café que siempre pedía y pensé en su respuesta.

"Pensé que tenías una mejor prospectiva de ti"

Me tomó un poco procesar las palabras, mirándole con un intenso rojo en la cara, su tranquilo rostro me indicaba que todo estaba bien. Tan solo mirarme sonrió nuevamente, tomó mi rostro con una de sus manos, provocando que mirará profundamente sus ojos y no pudiera moverme de la vergüenza. 

—Vayamos a otro lado, si estás aquí es porque tu turno acabó ¿no es así? Si tienes tiempo, puedes acompañarme a hacer unas cuantas compras. Mi compañero de trabajo se casará en una semana y aún no tengo traje. 

En sus palabras no había provocaciones, ni si quiera había sarcasmo o cualquier otra cosa. Estaba siendo tan amable como cálido, estaba realmente siendo amable. Mis ojos buscaron sus labios, regresaron a su cabello y por ultimo miraron sus ojos. Esperaba una respuesta pacientemente.

—Estoy empapada hasta los calcetines.

—Hay una plaza comercial cerca de tu departamento, puedo acompañarte e iremos desde ahí.

Suspiré sintiendo cada vez más seca mi ropa y sin dejar de mirarle.

—Bien, solo por esta vez. 

—En ese caso ¿Tienes ropa formal?

—¿Formal?— tomé mi bolso y casi a la misma velocidad le tiraba nuevamente por la sorpresa —¿Lo dices por la cita de mañana?

—Lo digo porque tengo un boleto extra para la boda y ya que la persona que me iba a acompañar ya estaba considerado en la lista de invitados, pedí uno extra que ahora me sobra. 

𝙆𝙤𝙢𝙤𝙧𝙚𝙗𝙞 (𝙍𝙚𝙣𝙜𝙤𝙠𝙪 𝙆𝙮𝙤𝙟𝙪𝙧𝙤)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora