La orden de sushi llegó apenas 20 minutos después de la partida de Kyojuro, por el contrario, él llegó a mi departamento en 15 minutos. Tan solo hacerlo hizo una videollamada para saber cuales iban a ser las prendas que traería. La llamada duró apenas unos minutos, tal vez cuatro o cinco, sin contar el minuto de camino de la puerta del edificio a la de mi departamento porque había olvidado cual era la llave para entrar.
Al regresar, parecía haber corrido un maratón. La playera que usaba estaba sudada por la espalda y su cara estaba roja. Estaba a punto de preguntarle que era lo que pasaba, pero al momento retiró la prenda de su cuerpo, dejando ver su musculatura y a mí confundida por el momento. Miró en mi dirección y por fin habló.
— El clima del coche se descompuso, en general todos los controles, porque tampoco me dejaba bajar los cristales. Vengo sudando como nunca desde que salí de tu departamento.
—¿Eso es normal?
—Bueno, hace tres meses que olvidé llevarlo servicio— mantuvo el silencio unos momentos —, como sea, mañana tendremos que ir en tren porque lo que menos quiero es que llegues sudada al trabajo por una razón tan tonta como esa.
Comí un poco de los Makis de nuestra orden, mirando a Kyojuro colocarse la playera con la que solía dormir, acercándose después a mí para sentarse a mi lado en su cómodo sillón costoso. Extendió su brazo por detrás de mis hombros y con su mano izquierda tomó el par de palillos para comer un poco.
—Ahora que recuerdo, tengo permiso de un auto en la empresa, si quieres puedo pasar por ti mañana y te acompaño al servicio...
No noté ni un solo gesto de su parte, solo saboreó los ingredientes de su comida y tragó sin hacer un solo ruido, tomó un poco más y repitió la acción anterior.
—¿Puedes hacer eso?— preguntó indiferente.
—Bueno, no será un Mercedes Benz como el tuyo, pero al menos nos sacará de apuros— tomé uno de los últimos Makis y continué hablando —. Puedo extender el permiso unos días, pues lo tengo para uso los lunes, viernes y sábados. En lo que arreglan el tuyo.
Siguió sin decir mucho, parecía que estaba demasiado concentrado en su comida. A este punto sentía que me estaba ignorando, pero no dije una sola palabra si no fuera porque giró a verme.
—Está bien, si puedes hacerlo adelante. Aunque ahora que lo pienso no es como que me vayas a prestar el coche de tu empresa ¿No? Si lo pides es porque tú manejarás— dio un sorbo a su bebida —, no creo que sea normal pedir un coche y que llegues en un tren, para que después de que te pregunten digan que se lo prestaste a el tipo con el que estás saliendo...
Me atraganté, pues estaba en lo correcto. Rápidamente palmeó mi espalda preocupado. Cuando hube tosido al menos dos minutos y ya no sentía la comida en la garganta, fue cuando me levanté dejando el resto de comida en la mesilla.
—No estamos saliendo oficialmente.
Esta vez lo escuché escupir, reí ante su reacción notando que este se levantaba y apagaba el televisor frente a nosotros.
—Vayamos a tomar un baño y hablemos sobre si pasarás por mí todos los días, te quedarás a dormir toda la semana o mejor voy en tren hasta que me digan que pasará con el coche.
Besó mis labios y condujo mi cuerpo delicadamente al baño, en el esperaba una gran tina de al menos el tamaño de una cama matrimonial, además de una ducha estilo americano y un gran espejo. Muebles delicadamente pintados y acomodados. Por primera vez noté lo limpio que todo estaba. Sobre el lavamanos estaba su cepillo de dientes y una pasta bastante vacía que ya parecía sufrir cada vez que se le utilizaba. Mientas preparaba la tina, fui a su habitación. Noté por primera vez su cama. Mal tendida y con arrugas que parecerían que solo estiraba el cobertor en las mañanas y lanzaba por cualquier lado las almohadas. Mi pijama, perfectamente colocada sobre esta y separada de la ropa que podría arrugarse, la cual, parecía ya estar colgada en uno de los espacios de su closet.
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𝙆𝙤𝙢𝙤𝙧𝙚𝙗𝙞 (𝙍𝙚𝙣𝙜𝙤𝙠𝙪 𝙆𝙮𝙤𝙟𝙪𝙧𝙤)
Fanfiction1ˢᵗ. 𝘌𝘥𝘪𝘵𝘪𝘰𝘯 -𝘌𝘳𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘻 𝘥𝘦𝘭 𝘴𝘰𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘧𝘪𝘭𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘩𝘰𝘫𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘢𝘳𝘣𝘰𝘭𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘷𝘦𝘳𝘢𝘯𝘰. -𝘌𝘳𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘶𝘭𝘵𝘪𝘮𝘢 𝘯𝘰𝘤�...