歴史; バン！

数; 𝟎𝟒

—¡En qué carajos estabas pensando! —gritó su jefe—. ¡Pudo haberte matado!

Jeon se encontraba en la oficina con una bolsa de hielo el la frente. Bae estaba junto a él recibiendo el regaño.

—¡Es una suerte que seas parte del cuerpo policíaco! —continuó—. Si no el dueño de la joyería te hubiera refundido en la cárcel.

A Jungkook le comenzaba a molestar más el cabrón de su jefe en lugar de la paliza que Kitty Gang le había dado. Después de haber sido noqueado por ese ladronzuelo, había despertado en la cárcel de la ciudad. Había contactado a su compañero y le explicó la situación al ver que todo era transmitido por televisión.

—¡Ahora largo! —finalizó—. Tengo que lidiar con todos los malditos periodistas de Seúl por tu culpa.

Ambos se levantaron y fueron directamente a sus escritos, Jungkook procedió a beber los medicamentos para el dolor que el doctor le había recetado después de ir por una revisión. Tenía sueño y se sentía adolorido, no era divertido recibir un regaño con jaqueca.

—¿Cómo lo hiciste? —Bae se acercó a él.

—¿Qué cosa? —lo miro quitándose la bolsa de hielo.

—¿Cómo encontraste a Kitty Gang? —se cruzó de brazos.

Él levantó los hombros en un gesto incómodo.

—Tengo mis contactos —suspiró.

El castaño lo miro y asintió.

—Vete a casa —palmeó su hombro—. Es obvio que lo necesitas, además el jefe no te querrá ver.

Solo por esta vez, le haría caso a su compañero. No tenía muchas ganas de lidiar con los demás empleados, los cuales reían cada vez que lo miraban.

—¿Por qué tanto alboroto? —se levantó tomando sus cosas e irse.

—¿No lo has visto? —respondió sarcásticamente—. Kitty Gang te dejo un recuerdito.

Le mostró una fotografía en donde estaba sentado, notablemente inconsciente con una hoja de papel que decía «Soy un tonto» pegada en el pecho y lápiz labial rosa en el cachete con la firma de ese imbécil.

Suspiró y arrogo la foto a un bote de basura, salió disparado de ahí. Que se jodan.
Camino hasta su vehículo, sin mirara atrás se fue a casa, su departamento se encontraba a unos 20 minutos de las oficinas.

Estacionó su carro en el lugar que era correspondiente a su departamento, salió y caminó directo al elevador. Llegó a su piso e introdujo la clave de seguridad de su puerta y una vez que el olor a café entró en su nariz se relajó.

Su departamento era lo suficientemente grande para vivir, contaba con una cocina-comedor, tenía una recámara, un baño completo y un pequeño cuarto de lavandería.
Pero la mejor parte era la sala, fue por esa razón que compró el departamento, había comprado un sofá bastante cómodo y ancho para poder apreciar la vista que daba el ventanal de gran tamaño.

Dejo sus cosas tiradas en alguna parte de la sala y fue directo a su habitación, entró al baño y sin más fue a la regadera para poder darse un largo baño de agua caliente. Su cuerpo se relajó y sintió como si le hubiesen quitado un peso de encima. Salió de ahí y se cambió con ropa holgada, siempre era más cómodo dormir así.

Se secó el cabello y después de eso se dejo caer en su grande cama, necesitaba dormir y la ducha le hizo sentir más cansado. Se durmió por casi toda la tarde, le ayudo con el dolor de cabeza y su humor mejoró. El hambre le hizo despertar, no había comido nada desde la mañana.

Se levantó con las energías renovadas y con un apetito de los mil diablos, estiró sus acalambrados músculos y se quitó la camisa, se sentía algo acalorado.

Camino solo con su pantalón de pijama hasta la cocina y se dispuso a hacer algo de Japchae, se tomó su tiempo ya que aún se sentía algo adormilado. Después de haber terminado, se sirvió un poco de Sprite con hielo y se dispuso a comer en la mesa con algo de música de fondo.

Recibió una llamada mientras comía, era su mamá.

—¿Conejito? —se escuchó una vez que contestó.

—Omma —sonrió—. ¿Qué sucede?

—¿Eh? —sabía lo que venía—. Cómo que qué sucede... vi el reportaje en la televisión. ¿Estás bien? —estaba preocupada.

—Todo está bien mamá —río un poco—. Solo tuve un simple rasguño, pero ahora me siento mejor y estoy cenando.

No quería preocuparla.

—Debes tener más cuidado conejito —la escucho suspirar—. ¿Seguro estás bien?

—Así es madre —le dio un trago a su bebida—. No te aflijas.

—Esta bien —no sonaba convencida, pero decidió dejarlo así.

Hablaron de otra cosas más, acerca de su salud y si se estaba alimentando bien. Realmente extrañaba a sus padres, pero también quería lograr su próximo objetivo como detective.
Pero siendo sinceros, parecía que esa meta se alejaba cada vez más.

Levantó todo, lavo la vajilla que utilizó y después de eso fue directo a su computadora. Era hora de volver al trabajo, fue directo a los archivos —que se había enviado en secreto de la oficina— de Kitty Gang. Comenzó a llenar el formulario de datos personales, bueno, solo lo que podía recordar. Como su rostro, su estatura, incluso se sorprendió a si mismo al recordar el color de ojos de aquel chico.

Fue a la forma de registro de robo, donde estaba enumerados todos los locales que ya había atacado. En el último lugar anotó la joyería Deluxe, se quedó pensativo viendo la pantalla, le sorprendía el hecho de que ninguno de los bancos y joyerías tenían algo en común, unos se encontraban desde el centro de la cuidad hasta las afueras de esta misma.

Frunció el ceño, fue directo a internet e imprimió una imagen de la cuidad de Seúl con sus calles, junto con el listado de locales, los fue marcando con pequeño punto a cada uno de ellos. Siguió observándolos por un gran rato; después de eso lo vio, tomó un plumón rosado y fue uniendo cada una de las marcas.

—Después de todo si tienes un patrón Kitty Gang —murmuró una vez que terminó, se alejó y observó la imagen con asombro.

En el mapa se formaba un enorme corazón, todos se unían perfectamente para recrear esa figura con los locales.
Sonrió con la adrenalina subiendo por sus hombros.

—Te tengo —habló marcado el último punto; el cual era un banco—. Ya sé a dónde iras.

Volvió a sonreír con malicia, ahora tenía que idear el plan.