数; 𝑭 𝑰 𝑵 𝑨 𝑳

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De vuelta en Corea, ambos jóvenes estaban desayunando, habían regresado de la isla hace unos días, todo había ido de maravilla después aclarara las cosas. Aunque el castaño debía admitir que Jimin era más dulce de lo que aparentaba y no solo eso era muy gracioso, sin mencionar preciosa risa.

Se avergonzó un poco al recordar su vida amorosa, no salía con nadie ni por casualidad; jamás imagino tener una pareja tan linda y atractiva como lo era Jimin. Lo vio llevar el último pedazo de fruta de su plato a su boca y le causó mucha ternura aquella imagen, estaba somnoliento con su cabello despeinado mirando la televisión al fondo.

Se levantó para darle un beso y después comenzar a lavar todo que se ocupó para preparar su comida.

—Jungkookie —bostezo el pelirosa—. Me daré un baño.

—De acuerdo —le sonrió mientras limpiaba sus manos con un trapo—. Puedes dejar tu ropa sucia en el bote.

El asintió y partió al cuarto, Jeon aprovechó para revisar su laptop; había algo que debía hacer, pero no quería mostrárselo a Park, no es porque fuera algo malo, sino que sentía en su corazón que debía hacerlo.
Cerró todo los archivos una vez que el más bajo salía de la ducha, lo vio salir y fue directo con él, para sentarse en su regazo.

—¿Qué haces? —peinó su cabello hacia atrás.

—Estaba arreglando algo de mi software —se encogió de hombros mientras colocaba lejos.

Lo abrazó por la cintura y sintió el dulce aroma a jabón emanar de su cuerpo.

—¿Y bien? —el castaño entrelazó sus manos—. ¿Cuál es el siguiente paso jefe?

Jimin se carcajeó.

—¿Ahora soy tu jefe? —movió sus pies con nervios.

—Tu eres el de los planes —sonrió, haciéndole cosquillas.

Después del ataque de risas, Jimin lo abrazó por el cuello.

—He investigado un poco... En Berlín hay un una casa hogar de adopción —comenzó a explicar—. Ha tenido unos cuantos problemas y solicitaron apoyo al gobernador de la ciudad y que crees.

Lo observó suponiendo lo que venía.

—No ha resuelto nada ¿Verdad? —suspiró.

—No —negó furioso—. Ha estado viajando de aquí para allá en yates con modelos de todo el mundo.

—Ya veo —observó los ojos brillantes de Jimin.

Quien le sonrió algo nervioso.

—Debemos ayudarlos —le acarició la cara—. Pero si aún te sientes incómodo...

Observó como Jeon negaba, esperado su respuesta, parecía como si todo estuviera en cámara lenta.

—Berlín será entonces —lo miro a los ojos.

Jimin sonrió enternecido y le dio un profundo beso.
La felicidad subió por sus hombros y su estómago se apretó, con este estilo de vida, jamás imagino tener a alguien que pensara igual que él. Tal vez no era una forma común de resolver las cosas, pero se dijo que iba ayudar a toda la gente que lo necesitara.

Y que mejor hacerlo acompañado.

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